El Dadaísmo

El movimiento dadaísmo se desarrolló espontáneamente como un movimiento literario después de que el poeta Hugo Ball abrió el Cabaret Voltaire en Zurcí, Suiza, como un lugar de reunión para poetas, pintores y músicos jóvenes independientes. El espíritu que guiaba el movimiento dadaísta era un joven poeta húngaro, Tristán Tzara, quien editó el diario Dadá iniciado en julio de 1917.

Junto con varios compañeros exploró la poesía fonética, la poesía del absurdo y la poesía fortuita. Escribió un torrente de manifiestos y contribuyó en todas las publicaciones y eventos dadaístas más importantes. Al reaccionar contra un mundo que se había vuelto loco, el dadaísmo afirmaba ser el ansiarte y poseía un fuerte elemento destructivo y negativo. Rechazando toda tradición, buscó la libertad total.

Los dadaístas ni siquiera estaban de acuerdo en sus orígenes con el nombre de dadá, tal era la anarquía de este movimiento. Estos escritores estaban interesados en el escándalo, la protesta y el absurdo. Se rebelaron violentamente contra los horrores de la Guerra Mundial, la decadencia de la sociedad europea, la frivolidad de la fe ciega en el progreso tecnológico, la insuficiencia de la religión y los códigos morales convencionales en un continente en pleno cataclismo. Su rechazo del arte y la tradición permitió a los dadaístas enriquecer el vocabulario visual del futurismo.

Su síntesis de acciones espontáneas al azar con decisiones planeadas les permitió deshacerse de los preceptos tradicionales del diseño tipográfico. Asimismo, el dadaísmo mantuvo el concepto del cubismo acerca de las letras como formas visuales concretas, no sólo como símbolos fonéticos.

El pintor Marcel Duchamp se unió al movimiento dadaísta y se convirtió en su artista visual más prominente. Anteriormente había analizado sus temas como planos geométricos bajo la influencia del cubismo. Para Duchamp, el portavoz más claro del dadaísmo, tanto el arte como la vida eran procesos del azar y de la elección deliberada. Los actos artísticos se volvieron un asunto de decisión y selección individuales.

Esta filosofía de absoluta libertad permitió a Duchampo crear una escultura “ya hecha” por medio de “objetos convencionales” y mostrarlos como arte. Fue Duchamp quien pintó bigotes a una reproducción de la Mona Lisa siendo este acto un ataque ingenioso contra la tiranía de la tradición y de un público que había perdido el espíritu humanístico del Renacimiento. El dadaísmo se propagó rápidamente desde Zurcí hacia otras ciudades europeas.

A pesar de pretender que ellos no estaban creando arte, sino burlándose y difamando a una sociedad que se había vuelto loca, varios dadaístas produjeron un arte visual significativo que fue una aportación para el diseño gráfico. Los artistas dadaístas afirmaban haber inventado el fotomontaje, la técnica de manipular imágenes fotográficas fusionadas para elaborar yuxtaposiciones estremecedoras y asociaciones al azar.

Los dadaístas berlineses asumieron fuertes convicciones políticas y revolucionarias y orientaron gran parte de sus actividades artísticas hacia la comunicación visual, para elevar la conciencia pública y promover el cambio social. Helmut Herzfeldequien adoptó el nombre de John Heartfield en protesta contra el militarismo alemán y su ejército se convirtió en el miembro fundador del grupo dadaísta en Berlín y fue quien utilizó disyunciones rígidas del fotomontaje como una potente arma de propaganda e innovó la preparación del arte mecánico para la impresión en offset.

El dadaísmo fue el movimiento liberador más importante de su tiempo, y todavía en la actualidad es posible observar su influencia. EL dadaísmo nació como una protesta contra la guerra, pero sus actividades destructoras y exhibicionistas se volvieron más absurdas y extremas al terminar el conflicto armado. Entre 1921 y 1922 la controversia y el desacuerdo se dejaron ver entre sus miembros y el movimiento se dividió en facciones.

Para André Breton, que se había incorporado al movimiento, el dadaísimo había perdido su relevancia y él surgió como el nuevo líder de un movimiento que habría de tomar direcciones nuevas. Finalmente, el dadaísmo, llevó sus actividades negativas hasta el límite, carecía de un liderazgo unificado y muchos de sus miembros comenzaron a desarrollar los planteamientos que darían origen al surrealismo; el dadaísmo decayó y dejó de existir como un movimiento coherente a finales de 1922. Los dadaístas como Schwitters y Heartfield continuaron evolucionando y produjeron su obra más refinada después de la disolución del movimiento.

Fuente: Historia del diseño gráfico de la Universidad de Londres