Pérdidas de la biodiversidad

La pérdida de biodiversidad es el daño más importante del cambio ambiental. Ésta constituye un proceso totalmente irreversible y sus consecuencias no pueden predecirse (Wilson, E. O., 1989).

Cada país tiene tres formas de riqueza la: material, cultural y biológica. Desafortunadamente, esta última no se toma en cuenta a fondo, a pesar de que es producto de millones de años de evolución y de que debe interesamos tanto como nuestro idioma y nuestra herencia cultural.

Países con números mas elevados de especies para organismos seleccionados

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La biodiversidad, además, es fuente de recursos potenciales para el bienestar de la humanidad, tanto en forma de alimentos como de principios activos empleados en medicinas y otros productos. La mayoría de las medicinas tienen su origen en vegetales silvestres que se utilizan como tranquilizantes, como agentes de control de natalidad y contra el paludismo.

Aunque algunos productos son sintetizables, las plantas medicinales todavía son empleadas en varias partes del mundo. Por último cabe mencionar que varios materiales como el hule el papel y la madera sirven de apoyo a las industrias.

Contrariamente a lo que se pensaba antes (que cuando coexisten un gran número de especies sus ciclos de vida y cadenas alimenticias se entrelazan de un modo que las hace más robustas) , esta hipótesis de diversidad-estabilidad se ha debilitado en los últimos 20 años y se ha invertido a un orden de causa-efecto constituyéndose una hipótesis de estabilidad-diversidad que consiste en una superestructura frágil formada cuando el ambiente permanece estable, lo suficiente para apoyar una evolución durante largos periodos.

En los últimos 10 000 años, la diversidad biológica ha sufrido por la actividad del hombre, un efecto devastador que acelera el índice de extinción de especies, sobre todo en islas y en ambientes altamente circunscritos.

Estos efectos se concentran sobre todo en los bosques tropicales húmedos donde se practica la tala y la quema. La magnitud del daño se acentúa si se toma en cuenta que cuando un bosque reduce diez veces su área, se pierde la mitad de su número de especies.

Actualmente según varios investigadores, con la degradación del ambiente natural se pierde una especie por día y de acuerdo a estos cálculos, para mediados del siglo XXI se habrá perdido la cuarta parte de todas las especies existentes.

Tómese en cuenta que los mamíferos y las aves apenas alcanzan un total de 13 000 especies y de 20 a 40 especies animales dependen de cada especie vegetal de las que se alimentan. Es decir, por cada especie vegetal que desaparece, un número mucho mayor de especies animales se extinguirán.

Según la relación entre la teoría de biogeográfica de las islas y la diversidad global, se puede calcular la pérdida del número de especies, tanto en el caso de la deforestación como en el de determinadas islas.

Por ejemplo, en áreas de 20 kilómetros cuadrados que es el área común establecida para reservas o parques en el trópico, el 20% de las especies desaparecen en un periodo de 50 años y en el caso de algunas especies de aves, unas más rápidamente que otras. E n el caso de que el hábitat natural esté fragmentado el índice de pérdida será mayor.

De acuerdo con lo anterior, se denominan áreas peli gro o «hot spots» a aquellos hábitat ricos en especies pero en peligro inminente de extinción, tales como el Choco en Colombia, la parte occidental del Amazona y costa Atlántica de Brasil, Madagascar, Los Himalayas, Las Filipinas, Malasia, el Noroeste de Borneo y Queensland y Nueva Caledonia en Australia.

Si tomamos en cuenta que cada especie, sea un microorganismo, un animal o planta, contiene de uno a 10 millones de «bits» de información en su material genético cifrado en clave, y que ha sido moldeado en el curso de millones de años por un número inmenso de mutaciones y mediante procesos de selección natural, comprenderemos que sin diversidad, no habría selección ni natural ni artificial para los organismos adaptados a un hábitat en particular que todavía sufre cambios.

Todavía en el presente, menos de una décima parte del 1% de las especies que se encuentran en la naturaleza han sido explotadas por el hombre y, aunque en el curso de la historia se han empleado unas 7,000 especies de plantas como alimento, ahora dependemos solamente en forma importante de unas veinte, entre las que destacan, principalmente, el trigo, el arroz y el maíz.

Por otra parte, cada vez están en mejor acuerdo los biólogos y los economistas en que no es suficiente establecer únicamente zonas geográficas como reservas, sino que además, tomar en cuenta las necesidades de los pobladores locales para poder llegar a una solución de la crisis de la biodiversidad a largo plazo.

Aun con recursos limitados y sin tener un conocimiento exhaustivo del número de especies, se pueden obtener productos y beneficios a partir de un bosque natural mediante una cosecha sostenible, sin tener que derribar árboles para madera o para fines agrícolas .