Riki Baka

Cuento escrito por Lafcadio Hearn. Se llamaba Riki, que significa “fuerza”, pero la gente lo llamaba Riki el Simple, o Riki el Tonto, “Riki-Baka”, porque su vida transcurría en una infancia perpetua. Por esa misma razón lo trataban con amabilidad, aun cuando hubiera incendiado una casa acercando un fósforo encendido a un mosquitero, aplaudiendo de alegría al ver el resplandor de las llamas. A los dieciséis años era un mozo alto y fornido, pero su mente siempre conservó la feliz edad de dos años, y por tanto Riki seguía jugando con los pequeños. Los niños más grandes de la vecindad, de cuatro a seis años, no jugaban con él, porque Riki no podía aprender sus juegos ni sus canciones. Su juguete favorito era una escoba, a la que montaba como un caballito; y se pasaba las horas con su escoba, subiendo y bajando la cuesta que hay frente a mi casa, con asombrosas carcajadas. Pero al fin el ruido que causaba comenzó a molestarme, y tuve que decirle que fuera a jugar a otro sitio. Se inclinó con docilidad y se alejó, arrastrando la escoba con pesadumbre. Era muy amable y absolutamente inofensivo (siempre que no le dieran la oportunidad de jugar con fuego), y rara vez daba motivo de queja. Se relacionaba con la vida de nuestra calle en forma tan anónima como un pollo o un perro; cuando desapareció, no llegué a extrañarlo. Pasaron meses antes de que llegara a acordarme de Riki.

-¿Qué le ocurrió a Riki ? -le pregunté entonces a un viejo leñador que provee de combustible a nuestra vecindad, pues recordé que Riki solía ayudarlo a llevar los haces de leña.

-¿Riki-Baka? -respondió el viejo-. Ah, Riki murió, pobrecito… Sí, murió hace cosa de un año, inesperadamente; los médicos dijeron que tenía una enfermedad en el cerebro. Y hay una extraña historia respecto a Riki.

“Cuando Riki murió, la madre escribió su nombre, ‘Riki-Baka’, en la palma de su mano izquierda, poniendo ‘Riki’ en escritura china, y ‘Baka’ en kana. Y repitió muchas plegarias por él, pidiendo que renaciera en una condición más feliz.

”Ahora bien, hace cosa de tres meses, en la honorable residencia de Nanigashi-Sama, en Kõjimachi, nació un niño con caracteres en la palma de la mano izquierda; y los caracteres decían, con toda claridad, ‘Riki-Baka’.

”De modo que la gente de la casa pensó que ese nacimiento debía obedecer a la plegaria de alguien, y se hicieron indagaciones por todas partes. Al fin, un verdulero les confió que solía haber un muchacho tonto, llamado Riki-Baka, en el barrio de Ushigomé, y que había muerto en el último otoño; enviaron, pues, dos sirvientes en busca de la madre de Riki.

”Los sirvientes la encontraron y le dijeron lo que había ocurrido; y ella se alegró mucho, pues la casa Nanigashi es muy rica y famosa. Pero los sirvientes le contaron que la familia de Nanigashi-Sama estaba furiosa por la palabra ‘Baka’ inscrita en la mano del niño.

”-¿Dónde está enterrado Riki? -preguntaron los sirvientes.

”-En el cementerio de Zendõji -les dijo ella.

”-Por favor -le pidieron los sirvientes-, danos un poco de barro de su tumba.

”Ella entonces los condujo al templo Zendõji, y les mostró el sepulcro de Riki, y ellos se llevaron un poco de barro de la tumba envuelto en un furoshiki. A la madre de Riki le dieron algún dinero… diez yenes.”

-Pero, ¿para qué querían el barro ? -pregunté.

-Bueno -dijo el viejo-, imagínese que no convenía que el niño creciera con ese nombre en la mano. Y no hay otra manera de borrar los caracteres inscritos por ese medio en el cuerpo de un niño : hay que frotar la piel con barro tomado de la tumba del cadáver de la existencia anterior…

FIN