La adaptación de los sistemas familiares

Este concepto nos sirve para entender que la familia necesita adaptación: que existen cambios al interior, y que debe ser capaz de adaptarse internamente a las nuevas necesidades de sus miembros, y también adaptarse a las necesidades del medio o los otros sistemas con los que interactúa.

Cuando una familia no logra adaptarse, queda entrampado:

– O bien pierde su capacidad de adaptarse a los cambios necesarios para recuperar un estado de equilibrio dinámico (es decir, los cambios la sobrepasan).
– O bien se rigidiza ante los cambios y no los acepta e incorpora, y se mantiene en su estado previo.

Cuando se alude en una familia a la presencia de un paciente índice, no hay que pensar que el problema que presenta es sólo individual o que simplemente está afectando por alguna enfermedad. Es necesario entenderlo en el contexto y formando parte de un sistema con ciertas características (relaciones, tipos de límites, tipos de subsistemas, funciones estrategias de adaptación, etc.), y que de acuerdo a ellas, está permitiendo el surgimiento de ciertos problemas a través de sus interacciones, y en donde todos sus miembros, las interacciones entre ellos y las interacciones establecidas con sus ambientes están implicados.

La idea es que las intervenciones diseñadas e implementadas se orienten a ayudar a la familia y a sus miembros a buscar nuevas formas para adaptarse a los cambios con los que se enfrenta.

El sistema familiar, para mantener este estado de equilibrio dinámico u homeostasis, posee mecanismos de control, a través de los cuales se asegura su permanencia en el tiempo, mantiene sus límites como sistema y se adapta a los cambios propios del ciclo vital (internos) y a los cambios sociales (externos a la amilia).

Estos mecanismos de control funcionan a través de la retroalimentación, concepto cibernético que se refiere a que el sistema utiliza los resultados de su funcionamiento como información que le permite ajustar sus propias reglas. Esta retroalimentación puede ser positiva o negativa.

La retroalimentación negativa implica que el sistema, frente a una señal de cambio, corrige su desempeño, volviendo al funcionamiento original.

Esta forma de retroalimentación lleva, por lo tanto, una dirección inversa a la del cambio que la originó. La retroalimentación positiva implica que el sistema, frente a una señal de cambio. modifica aún más su propio funcionamiento. Es decir, esta retroalimentación actúa en la misma dirección que el cambio que la originó.

Ambas formas de retroalimentación coexisten en un sistema, puesto que son parte de sucesiones circulares de acontecimientos causales que mantienen su adaptación. Permiten así que el sistema por una parte evolucione y por otra mantenga la estabilidad necesaria para su funcionamiento.

Fuente: Manual de pediatría por el Dr. Eduardo Carrasco Bertrand de la escuela.med.puc.cl