Noción del ser humano

¿Quién es en este mundo el sujeto de la realización o cumplimiento de las exigencias que dimanan de los valores? Evidentemente esta pregunta se contesta diciendo que es el hombre, quien debe configurar su conducta de tal modo que en esa conducta se cumplan las exigencias normativas que derivan de los valores.

Esta constatación nos lleva de la mano a localizar el Derecho en la realidad de lavida o existencia humana.

Aquí, la expresión «vida humana» no es tomada en el sentido de biología antes bien en la acepción de biografía: vida humana es todo cuanta uno piensa, siente, hace, anhela, sufre, goza, etc., todo cuanto a uno le pasa, todo cuanto le preocupa, todo aquello con lo que tiene que contar positiva o negativamente, todo cuanto uno decide.

Y, además, la vida es siempre la vida de cada uno, la mía, exclusivamente propia, individual, única, intransferible, incanjeable, insustituible.

Pero todo eso que constituye la vida humana (lo que pensamos, sentimos, deseamos, disfrutamos, sufrimos, etc.) no sería vida humana si uno no se diera cuenta de ello. La vida tiene la peculiarísima característica de saberse a sí misma, de cobrar conciencia de sí propia, de darse cuenta simultáneamente de unos mismo y del mundo en el cual uno está.

Eso de lo cual se da uno cuenta es una realidad dual : es un darse cuenta simultáneamente de sí mismo y del mundo, contorno, circunstancia o ámbito. Tenemos conciencia del propio yo y del mundo a la vez, sin que lo uno tenga prelación sobre lo otro, ni lo otro sobre lo uno. Vivir es encontrarnos en un mundo de cosas que nos sirven o que se nos oponen, que nos atraen o que repelemos, queamamos u odiamos, que utilizamos, o modificamos, o destruimos; es encontrarnos en un mundo de cosas, preocupándonos de ellas, ocupándonos de ellas y con ellas. La vida consiste en la coexistencia del yo con mi mundo, de mi mundo conmigo como elementos inseparables, inescindibles y correlativos.

La vida humana, mi vida, la vida de cada uno, consiste en la coexistencia del yo con su mundo, del mundo con el yo, del mundo conmigo; en la coexistencia y compresencia del sujeto con los objetos y de los objetos con el sujeto, como elementos inseparables, inescindibles, correlativos.

Porque yo no soy, si es que no tengo un mundo de qué ocuparme, de cosas que pensar, que sentir, que desear, que repeler, que utilizar, que descartar, que conservar, que transformar o que destruir. Pero por otra parte, para mí no hay mundo sin yo mismo; se entiende, para mí, que me planteo el problema; para cualquiera que se lo plantee; porque yo soy el testigo del mundo, de mi mundo, y, en tal mundo, me hallo en trato con éste, ocupándome con él y de él.

Eso que llamamos el mundo, en verdad es mi mundo, el cual se halla constituido desde luego por ingredientes objetivosbien que seleccionados y organizadoscorrelativamente a mi yo, en una especialperspectiva. El mundo de cada sujeto, tal y como éste lo tiene ante sí, resulta de una acción del yo, seleccionadora yorganizadora de una perspectiva; acción que no implica una deformación de los objetos.

Pero la vida o existencia humana no queda caracterizada solamente como unsaberse, como un darse cuenta de sí mismacomo un tener conciencia simultánea del propio yo y de los objetos a sualrededor, sino que además la vida humana consiste en un hacerse a sí propia. En efecto, la vida no es una cosa yahecha, ni es tampoco un objeto con trayectoria predeterminada (como el satélite o como el ciclo biológico de un organismo) .

La vida no tiene una realidad ya hecha, preconfigurada, como la de la piedra, ni es tampoco, cual dije, una ruta prefijada como la órbita de un planeta o como el desarrollo del ciclo vegetativo de la planta. La vida es todo lo contrario, es algo completamente diverso: es un hacerte a sí misma, porque la vida no nos es dada hecha; es tarea; tenemos que hacérnosla en cada instante cada uno de los seres humanos. Y esto no sólo en los casos de conflictos graves, sino siempre y en todo momento; en todo momento, por lo menos virtualmente.

Vivimos sosteniéndonos a nosotros mismos, llevando en peso nuestra propia existencia, que, en cada instante, se encuentra en la forzosidad de resolver el problema de sí misma. Una vida o existencia que simplemente se contemplase a sí misma, que viese el sujeto y los objetos, como sería el caso de una bala que tuviera conciencia, no seria vida, porque sería meramente un estar ahí o un moverse predeterminadamente en una trayectoria.

Pero las cosas no son así. Aunque no nos es dada la posibilidad de escoger el mundo en el que va a hacerse nuestra vida – y ésta es la dimensión de fatalidadde nuestra existencia- pues hemos sido arriados precisamente a este mundo concreto,sucede que nos encontramos siempre en tal mundo con un cierto margen de franquía o de holgura, con un horizonte vital de posibilidades o potencialidades, entre las cuales tenemos que elegir – y en esto consiste su dimensión de libertad.

La vida humana es siempre un hacer algo concreto, positivo o negativo -pues el no hacer nada es en definitiva un hacer vital, un decidirse por una de las posibilidades (ciertamente por la más pobre de ellas). Y el hacer vital consiste en un determinar qué voy a ser, qué voy a hacer en el próximo instante. La vida consiste en un tener que decidir en cada momento lo que vamos a hacer en el siguiente, o lo que es lo mismo lo que vamos a ser; la vida consiste en un hacerse a sí propia resolviendo en cada instante sobre su futuro.

Vivir es cabalmente estar ocupados en algo, pre-ocupados; vivir es tener planteado constantemente el problema de uno mismo con el mundo que le rodea y es tener que irlo resolviendo en cada momento. Nuestra vida es decidir nuestro hacer, decidir sobre sí misma, decidir lo que vamos a ser; por tanto, consiste en ser lo que aún no somos; consiste en empezar por ser futuro, en ocuparnos en lo que hemos de hacer, o, lo que es lo mismo, en preocuparnosen el doble sentido de esta palabra, como anticipación de una ocupación y en tanto que cuidado o cuita.

El hacer humano, en tanto que humano, en la raíz de sí mismo, no consiste en la actividad de sus procesos fisiológicos, ni tampoco en la de sus mecanismos psíquicos; pues tanto aquellos procesos como estos mecanismos son meros instrumentas, utensilios, trebejos, con los cuales y mediante los cuales el hombre efectúa sus haceres.

La esencia de todos los humanos haceres no radica en los instrumentos anímicos y corporales que intervienen en la actividad, sino que consiste en la decisión del sujeto, en su puro querer, que es previo al mecanismo volitivo. Ese puro querer, esa determinación radical y primera, pone en funcionamiento, dispara los mecanismos de que el hombre dispone (su imaginación, su razón, sus apetencias, su voluntad, sus brazos, etc.).

Tanto es así -que no se confunde el hacer humano con sus medios o instrumentos- que solemos decir: ponerme a razonar, ponerme a imaginar,ponerme a andar, etc. Lo humano está en el ponerse aLo que radicalmenteprocede de mí, es el ponerme a hacer todas esas cosas (el razonamiento, la imaginación, el andar, etc.), que son mecanismos, actividades, instrumentos. Propiamente la vida radica en la decisión que tomamos de hacer esas cosas.