Derecho a la Justicia

Aunque íntimamente ligadas, existen dos formas de abordar el problema del derecho a la justicia: desde los conceptos o a partir de la realidad social. Cualquiera que sea el camino elegido, se llegará a la misma conclusión contundente: el problema de la justicia se encuentra en el plano de las prioridades más importantes y urgentes de la sociedad contemporánea.

La razón para afirmar lo anterior es fácilmente comprensible: la justicia, posiblemente sólo por debajo del amor, es la virtud que expresa el nivel máximo al que aspira el ser humano, tanto en las relaciones del hombre con el hombre, como del hombre con las cosas.

El atributo de justo o injusto es aplicable a toda actividad humana. Como tal pueden calificarse: las relaciones obrero-patronales, las transacciones comerciales, el vínculo entre los países, el carácter de ciertas leyes, la aplicación de las mismas, la actitud de los profesores o de los estudiantes, la forma cómo se tratan personas de distinto sexo, nacionalidad, raza o religión, La aspiración de todo ser humano con -la consiguiente responsabilidad que ello implica- es recibir un trato justo en todos los órdenes de la vida.

Si atendemos la realidad nacional, desde las opciones que ofrece el panorama de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, existen un par de aspectos que llaman la atención:

  • La impartición de justicia y
  • La satisfacción de las necesidades básicas.

El primer punto se refiere a la aplicación de normas jurídicas que salvaguarden el derecho a la igualdad ante la ley: a no ser arbitrariamente detenido, preso, ni desterrado; al amparo contra actos de la autoridad que violen las garantías individuales y sociales, y el derecho a que se presuma la inocencia mientras no se pruebe la culpabilidad, entre otros.

El segundo punto abarca el problema de la justicia social, que se origina no sólo de acciones individuales injustas, sino de los sistemas locales, nacionales e internacionales y las estructuras que los soportan que tienen como condición de funcionamiento las mismas relaciones injustas.

Si entendemos a la justicia como la virtud de atribuirle a cada quién lo suyo, de acuerdo a lo que la dignidad humana demanda, observaremos con preocupación que el fenómeno de la injusticia permea la vida cotidiana de amplios sectores de la población: se arrancan confesiones judiciales a punta de torturas, existen juicios poco nítidos, el dinero agiliza los trámites legales, hay problemas graves de vivienda, hay muertes por desnutrición, los niveles de deserción escolar están por encima de lo deseado, los salarios son de hambre.