Educación profesional y liberal

La oposición entre la educación académica y la formación maestro-aprendiz data de la época de la Grecia clásica. Por aquel entonces, el programa académico de las artes liberales había sido diseñado como parte de la formación profesional para la política. El objetivo principal era el aprendizaje de las habilidades de la retórica como preparación para una carrera en argumentación política. Se trataba de una época en la que no existía una distinción entre la habilidad de hacer algo y la habilidad de hablar de ello.

Sin embargo, con la expansión de las instituciones académicas a comienzos del siglo XIX, la retórica dejó de ser un fin en sí mismo y se convirtió en un medio para la educación. Desde entonces, los métodos retóricos de la formación académica se han aplicado –erróneamente– a diversas habilidades y destrezas muy alejadas de la política que, para aprenderse de forma efectiva, requieren un dominio del “hacer” más que del “decir”.

Creemos que con el apoyo de las TIC, la retórica es una materia que podría contribuir al intercambio participativo dentro del salón de clase, con énfasis en la práctica. Mediante la participación en actividades retóricas, los estudiantes estarían poniendo en práctica lo que se conoce como aprendizaje cognitivo o semiótico, esto es, podrían reconstruir de forma individual las fuentes culturales y utilizarlas como herramientas para la convivencia creativa y responsable dentro del salón de clase, la escuela y la comunidad en general.

Hace ya mucho tiempo que ciertas personalidades importantes vienen denunciando la falsa dicotomía entre la educación técnica y la académica. En 1917, Alfred North Whitehead tituló su discurso presidencial ante la Asociación Matemática de Inglaterra La Educación técnica y su relación con la ciencia y la literatura. En él escribió:

Una buena educación técnica debe, forzosamente, ser académica, y una buena educación académica debe ser técnica: esto es, no hay educación posible si no se imparte tanto una visión técnica como una visión intelectual. (…) La geometría y la mecánica, si se suman a un taller práctico, ganan esa dimensión real sin la cual la matemática es pura verborrea. (Whitehead, 1963)

Las TIC demuestran que la educación técnico-profesional y la educación académica pueden impartirse de forma conjunta; no tiene por qué existir entre ambas una barrera impenetrable. En la educación técnico-profesional, los conocimientos y las habilidades fundamentales no se transmiten a través de una clase en la que el profesor se encuentra en una posición de autoridad, sino por medio de la interacción entre el maestro y el aprendiz.

Durante mucho tiempo, la formación profesional o de oficio se consideró inferior a la educación académica. Sin embargo, en la actualidad los educadores están reconsiderando el papel de este tipo de aprendizaje y reconociendo el valor del mismo como base para una buena formación académica. Fuente: Libro de las Tecnologías de la información y la comunicación en la enseñanza de la UNESCO.