E. Consumo y valoración poscompra

Si se ha comprado el producto, hay que consumirlo y evaluar si la compra ha sido un acierto o un error, es decir, si se está satisfecho o decepcionado después de la compra y el consumo.

Si ha sido un acierto, se habrá logrado fidelizar al cliente, y la próxima vez que necesite comprar este producto es muy posible que repita la experiencia y vuelva a comprarlo. Es más, es posible incluso que, si la experiencia ha sido muy positiva, lo comparta con amigos y familiares.

En el caso de que la experiencia haya sido negativa, el cliente puede reaccionar de diversas maneras:

Activa. En este caso, además de no volver a realizar la compra, comunica a familiares y amigos su descontento o escribe una reclamación al establecimiento, fabricante y ante organismos de defensa del consumidor.

Pasiva. En este caso, sencillamente no vuelve a realizar la compra.

El proceso de decisión de compra responde a la pregunta «¿Cómo se compra?». Así, se puede diferenciar entre las compras de complejidad baja y alta:

– Las compras de complejidad baja son aquellas que realizamos habitualmente y cuyo esfuerzo económico es bajo. Por ejemplo: una barra de pan.
– Las compras de complejidad alta son aquellas que requieren reflexión y cuyo esfuerzo económico es alto. Por ejemplo: un coche.

En todo caso, la complicación será menor cuando:

– La compra sea rutinaria o habitual.
– El riesgo de equivocarse sea pequeño.
– Tengamos una experiencia previa y conozcamos el producto.
– Mayor sea el conocimiento de las marcas.

El proceso de decisión de compra responde a determinadas fórmulas de venta, de entre las cuales destaca la fórmula AIDA:

Atención. Consiste en presentar el producto de una manera atractiva, es decir, llamar la atención del cliente mediante la presentación y las características del producto. Para ello, se utilizan varias herramientas: el precio, el envase, degustaciones las cuales tendremos ocasión de conocer detalladamente a lo largo de este libro.

Interés. Consiste en que el cliente coja un producto y no otro. Para ello, se trata de llamar la atención del cliente: que se acerque al lineal, mire el producto, lo coja y, si quiere, observe sus propiedades. En los establecimientos de libre servicio es funda-mental que sea el propio producto el que despierte el interés del cliente porque no hay vendedores que puedan mostrártelo.

Deseo. Consiste en despertar expectativas, deseo. Así, una vez que el cliente cuenta con información sobre el producto, obtenida gracias al propio producto o bien al asesoramiento del vendedor, este decida que desea comprarlo.

Acción. Consiste en actuar, es decir, proceder a la compra del producto, una vez que se ha tomado la decisión.