La política

La palabra «Política» proviene del vocablo griego polis que, esencialmente, significa «ciudad» y, por extensión, «asentamiento permanente de seres humanos».

La estructura política de la antigua Grecia se hallaba construída sobre la base de pequeñas comunidades, altamente independientes y virtualmente soberanas, nucleadas alrededor de los más importantes centros urbanos.

La urbe, es decir: la polis, se convirtió así en la unidad orgánica esencial de las comunidades aglutinadas a su alrededor.

En consecuencia, toda la actividad relacionada con la organización de esas comunidades se refería principalmente a la polis misma.

De allí el nombre de política que se le dio a la ciencia, estudio o tratado relacionado con la vida de la polis.

La política es una actividad propia de los seres humanos. Mediante ella, los hombres se organizan socialmente, pues crean y modifican normas de convivencia que tienden a la búsqueda de objetivos comunes para todos los miembros de la comunidad.

Por tanto, la política intenta hacer extensivo el ideal de buena vida que presenta la ética a toda la sociedad. Gracias a este ideal, los individuos que forman la comunidad podrían llegar a ser felices.

Sin embargo, ambas ramas de la filosofía se encuentran con un problema. El problema radica en que, en todas las sociedades, las personas tienen intereses individuales.

En el fondo, cada individuo persigue su propia felicidad pues, en el mundo real, no todos pueden alcanzar el ideal de «buena vida» que defiende la ética.

Así pues, a diferencia de la ética, la política debe conformarse con crear leyes e imponer orden. Si cada uno busca lo que es útil o placentero para sí, la ley es imprescindible para imponer la paz con la que sueña la ética.

Por su parte, la paz sólo se alcanza si disminuyen las exigencias personales y se renuncia a un nivel de vida muy alto en beneficio de aquellos miembros de la sociedad menos favorecidos.