El Sacro Imperio

La destitución de Rómulo Augústulo supuso la desaparición del Imperio romano de Occidente. No obstante, la idea de imperio se mantuvo presente en ciertos sectores relevantes de la nueva sociedad y, conforme los nuevos Estados fueron evolucionando, sin duda debido al influjo de la Iglesia, fue surgiendo la idea del Sacro Imperio Romano.

La constitución del Sacro Imperio Romano tuvo lugar, «oficialmente», a mediados del siglo X (en el 962). Sin embargo, puede decirse que había surgido el día de Navidad del año 800, cuando el papa León III, en agradecimiento por los servicios prestados, coronó a Carlomagno como Emperador de Occidente.

Nacía así la idea de un imperio único y universal, con capital en Roma y regido por dos señores, uno temporal, el Emperador, y otro espiritual, el Papa. Se trataba de la unión de la espada —la fuerza temporal— y la cruz —la fuerza espiritual.

La realización del Sacro Imperio Romano nunca fue posible. No obstante, durante el si-glo XIII, se produjo cierta aproximación. Los papas Inocencio III y Gregorio IX impusieron su autoridad a los emperadores y la Universidad de París, bajo la autoridad de la Iglesia, imponía su autoridad cultural al resto de universidades —Oxford, Bolonia, Salamanca, etc.—. Sin embargo, en el siglo siguiente, todo se vino abajo.

La situación precipitó empujada, en lo político, por el incipiente surgimiento de los sentimientos nacionales; en lo religiosos, por el debilitamiento del papado —el Cisma de Occidente.