El Imperio ruso

Rusia era un inmenso territorio que contaba con características muy especiales. Al igual que en el Imperio austro-húngaro convivían distintas etnias, idiomas, tradiciones históricas y religiones (luteranos, católicos, ortodoxos). A lo largo del siglo XIX permaneció al margen de los acontecimientos europeos: no vivió el proceso industrializador y políticamente quedó fuera de los cambios revolucionarios burgueses. Era gobernada por zares, que concentran todos los poderes, ya que era autoridad religiosa y no estaba limitado por un parlamento o una constitución. Para ejercer este poder se apoyaba en la burocracia imperial, la iglesia ortodoxa y en un numeroso ejército.

Económicamente pervivía la ruralización, lo que otorga un protagonismo especial a la masa campesina y a la nobleza. Ésta, favorecida por la propiedad de la tierra (latifundios), monopoliza los altos cargos en el ejército y la administración, además de la permanencia del régimen de servidumbre. En un panorama como el descrito, tanto la burguesía como el proletariado jugaban un papel secundario. La llegada al trono del zar Alejandro II se relaciona con la derrota rusa en la Guerra de Crimea. Las medidas liberalizadoras que impone se deben más a la evidencia mostrada por la guerra de una necesidad de modernización que a una aproximación convencida al liberalismo. Su gobierno supondría una lejana imitación de los modelos políticos de Europa occidental, que materializa en una serie de iniciativas que contaron con la oposición de sectores tradicionalistas.

Industrialización

Se caracteriza por el gran protagonismo del estado, que se convierte en promotor, debido a que no existía en Rusia un importante grupo empresarial ni un mercado consolidado. Como en otros procesos industriales, el ferrocarril jugará un papel muy importante, mejorando el transporte interno y, por lo tanto, beneficiando tanto el mercado interior como el exterior.

También se tuvo que desarrollar la banca para financiarla, permitiendo la creación de bancos privados y de la atracción de capitales extranjeros. Los sectores con mayor desarrollo serán el textil y el metal con importantes yacimientos en el sur. El petróleo, concentrado en la zona de Bakú, atrajo gran cantidad de inversiones extranjeras.