La III República

La derrota francesa de 1870 significa el inicio de la III República francesa. La presencia de tropas prusianas lleva a los parisinos a organizar la resistencia y a la proclamación de la Comuna, pero en el resto de Francia no se respaldan los acontecimientos, creándose en Versalles un Gobierno de Defensa Nacional en el que destacan dos grupos: los conservadores dirigidos por Thiers, cercanos a opciones monárquicas, y los republicanos dirigidos por Gambetta. El desarrollo de la III República se caracterizó por la inestabilidad, gobiernos fugaces y existiendo importantes contrastes entre grupos que acceden al poder. A pesar de ello, en estos momentos se consolidarán en Francia las conquistas liberales.

En un primer momento el poder estuvo en manos de los grupos monárquicos. En las elecciones de febrero de 1871, realizadas mediante sufragio universal, vencen de manera apabullante. Se dividían en legitimistas, seguidores del conde de Chambord, nieto de Carlos X, y orleanistas, seguidores del nieto de Luis Felipe de Orleans, conde de París. La presidencia de la misma quedó en manos de Thiers. Tuvo que enfrentarse a los problemas de la Comuna, a la que venció y reprimió brutalmente. La división entre monárquicos, con posturas enfrentadas, provocó que no fuese posible restaurar la monarquía.

Desde 1879 la dirección política de la república pasa a la burguesía, es la llamada República conservadora. Fue el momento de su consolidación, reduciéndose la influencia de los monárquicos. Se aprueban una serie de leyes fundamentales que crearon la Constitución de la III República, la más duradera de la historia de Francia. En ella se supera gran parte del control napoleónico contemplándose libertades de asociación o prensa y la defensa de derechos individuales. Los republicanos se dividían en oportunistas y radicales.

La crisis económica de 1882 provocó descontento social y generó un periodo de gran inestabilidad que dio protagonismo a los grupos monárquicos y nacionalistas, como el del general Boulanger. Este hecho, junto a una serie de escándalos como el affaire Dreyfus, favorecieron la formación de una coalición de izquierdas opuesta a monárquicos, autoritarios y nacionalistas.

Desde 1899 se desarrolla la República radical, en la que el gobierno está en manos de la coalición de izquierdas, que implantará medidas anticlericales y sociales. A lo largo de la III República se mantuvo el crecimiento económico iniciado en el II Imperio (la red de ferrocarriles se amplió hasta los 30 500 km) y también se consolidó el proceso de expansión territorial. Los distintos gobiernos de la República mostraron iniciativas sociales semejantes a las de otras democracias europeas.