Ética profesional concepto

La moral es una, aunque comporte puntos de vista diversos. Tanto la moral natural como la moral más intransigentemente teológica, o desemboca en la vida, o no sirve para nada.

La decepción de los estudiantes que se inician en u n curso de filosofía moral proviene de que buscan sinceramente una regla que abarque toda su vida, y terminan sólo vislumbrando algunas nociones fragmentarias. Les inquieta, y a veces les desespera que en algunos casos se convierte en desértica y mastodóntica digestión de principios, cuando su preocupación más honda y lacerante en la vigilia de su graduación es el problema de su vida profesional.

Pero la vida profesional es problema capaz de preocupar solamente en tres sentidos:

– ¿Cómo se triunfa social y económicamente?
– ¿Cómo se triunfa científicamente?
– ¿Cómo es posible conjugar estos triunfos sin com prometer la conciencia y la dignidad humana?

Aparte de una exigencia metodológica intrínseca de las ciencias morales, la ética profesional ha nacido en parte del buen deseo de colmar esa laguna.

Los cursos de ética profesional, cada vez más extendidos y reclamados en las universidades de más prestigio, son evidentemente la manera más noble de cumplir con su responsabilidad educativa y de responder a la confianza y a las esperanzas que familias y naciones depositan angustiosamente en lo que el pueblo nombra con respeto y simpatía: la Universidad.

La Etica profesional se suele definir como la “Ciencia normativa que estudia los deberes y los derechos de los profesionistas en cuanto tales”.

La palabra ética, confirmada por diccionarios y académicas con el sentido de “parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre”, no es tan preciso en el significado como la palabra moral.

Moral polariza y concreta de tal manera las obligaciones internas de la conciencia que, incluye al menos parcialmente, las obligaciones derivadas del orden jurídico.

En otras palabras: el concepto medular de la ética profesional es el concepto demoralidad. Todos los principios normativos y las aplicaciones prácticas de su casuística deben estar impregnados e impulsados por la moral. Pero erraría quien hiciera objeto de la ética y responsabilidad profesional solamente a las obligaciones impuestas por la moral o el derecho natural, con exclusión de cualquier otra exigencia de índole jurídica o social.

Por la jerarquía y trascendencia social y humana de la profesión, tiene un relieve particular:

1.- El derecho; la legislación o prescripciones jurídicas de cualquier comunidad.
2.- La sociedad; entendida como solidaridad humana dentro de cualquier orden.
3.- La tradición, que siendo el legado razonable, y a veces heroico de las generaciones precedentes, no merece un tratamiento grosero ni ofensivo; ni siquiera la común postergación de la indiferencia y el olvido.
4.- La cortesía y urbanidad, que sin afectar directamente a ninguna virtud tantas veces del buen nombre del profesionista, con perjuicio o beneficio de la misma profesión. De aquí la importancia que daremos a la “dignidad personal”, al tratar de la competencia moral del profesionista.