Llenado

El primer paso en el enlatado y previo al llenado es el lavado del envase. La forma más adecuada de hacerlo es invertir el bote y lanzar le un chorro de agua caliente o en algunos casos, un cepillado rotatorio.

Los botes deben entonces permanecer invertidos para evitar contaminación y favorecer el drenado hasta llegar al llenado. El llenado es una fase crítica para todos los productos. Debe ser controlado cuidadosamente para que cada envase reciba la cantidad correcta de alimento y cumpla lo establecido por la legislación o las normas prácticas.

También se debe prevenir la pérdida del material, especialmente de jarabes y salmueras que originan efluyentes fuertes. Debe vigilarse el espacio de cabeza, porque afecta al comportamiento del bote durante la esterilización y al vacío final del envase. Si el espacio de cabeza es demasiado pequeño se desarrollará una presión excesiva en el envase y puede dar lugar a una deformación del bote durante el enfriamiento cuando el interior del recipiente alcanza la máxima presión interna al eliminar la presión del vapor.

Por el contrario si el espacio de cabeza es demasiado grande el vacío durante el enfriamiento puede ser suficiente como para succionar las paredes interiores del cuerpo originando el aplastamiento del envase («panelling«).

Muchos productos se pueden llenar semiautomática o automáticamente, sin embargo, para productos tales como espárragos, ruibarbo y remolacha en rodajas, es necesario el llenado a mano. La velocidad de llenado condiciona los niveles de producción, especialmente cuando se emplean esterilizadores continuos.

La mecanización más rápida supera los 300 botes por minuto y a menudo con equipos hidrostáticos se necesitan dos o más líneas de llenado en paralelo. Normalmente se emplean llenadoras sólido/líquido para algunos productos constituidos por pequeños trozos, tales como judías verdes, habas, macedonias (mezcla de hortalizas, algunas en cubos) y cebollas, que llevan un líquido de cobertura como salmuera, jarabe, jugo o salsa (de tomate o de otro tipo).

Los envases son introducidos en la máquina sobre una pequeña cinta transportadora y transferidos directamente por medio de un alimentador sincronizado hacia la cabeza llenadora de sólidos.

El bote, mientras se mueve, recibe la cantidad prefijada de producto pasando luego a la cabeza llenadora de líquido yendo colocados los botes sobre plataformas elevadoras hasta los lugares de llenado. Aquí se llenan por gravedad dejando un espacio de cabeza predeterminado, pasando después a la cerradora.

La máquina standard tiene doce capacidades de medida para proporcionar la cantidad requerida de producto sólido y hasta veinte válvulas para llenado de líquido. Puede llegar a conseguirse un ritmo de llenado de 350 botes por minuto. Un dispositivo de llenado más simple para velocidades inferiores consiste en un transportador-llenador en línea recta que consta de una simple tolva llenadora seguida de una cabeza múltiple para líquido. Este tipo es útil en operaciones de envasado de frutas.

Otra llenadora que es muy popular actualmente es la «Telesol«, diseñada en principio para frutas y hortalizas y que alcanza más de 300 botes por minuto. Consiste en una mesa giratoria circular con tolvas de llenado montadas cerca de la periferia.

El producto es alimentado directamente sobre la mesa y el sobrante es acumulado en el centro y reconducido a las tolvas de llenado. Las llenadoras de pistón o émbolo constan de un tanque cilíndrico con cilindros externos de medida en los que el producto es drenado a medida que el tanque gira.

Mientras el producto es admitido en cada cilindro la válvula de llenado está cerrada. Después ésta se abre por la acción de un elevador y el producto es descargado por el pistón. Acto seguido el elevador cierra la válvula. La capacidad de estas máquinas oscila desde 250 botes por minuto, para un modelo de 12 cilindros, hasta 550 botes para una de 22 cilindros.

Fuente: Apuntes de Industrialización de frutas y hortalizas de la UNIDEG