Luz natural y artificial

Estamos rodeados por un mundo lleno de grandes imágenes que fotografiar, aunque muchas ocasiones no se pueden aprovechar debido a que la luz es demasiado escasa y resulta inadecuado usar luz artificial. Pero lo que muchos fotógrafos olvidan es que la cantidad de luz disponible es mucho menos importante que su calidad, es decir, el modo en que su dirección y suavidad revelan la forma, el color, etc.

Es posible hacer buenas fotografías bajo la más tenue de las luces. Todo lo que se necesita es un tiempo de obturación suficientemente lento. El diafragma puede dejarse abierto para asegurar que llegue suficiente luz a la película. El único inconveniente es que no resulta posible sujetar la cámara a pulso a velocidades tan bajas, por lo que sólo un soporte estable asegurara que las fotografías no se estropeen por el movimiento de la cámara.

Un trípode es la mejor alternativa, ya que permite seleccionar cualquier tiempo de exposición, por largo que sea, así como diafragmas cerrados para crear la máxima profundidad de campo.

Desdichadamente, cuando más pesado es el trípode, más estable es, razón por la que no se trata de un accesorio cómodo de llevar siempre encima.

Una alternativa ligera es el monopié, con el que se pueden emplear velocidades de obturación entre cuatro y ocho veces mayores que a pulso, además de resultar menos incomodo en lugares llenos de gente. Otra opción es buscar una superficie sobre la que apoyar la cámara, como una mesa, el techo de un automóvil, etc. Para evitar vibraciones con estos soportes alternativos, la cámara debe accionarse con el autodisparador o con un cable.

Fuente: Apuntes Laboratorio Fotografía en Blanco y Negro de la U de Londres