Creación de nuestro propio marco cultural

El todo es más grande que la suma de sus partes. En numerosas investigaciones se ha demostrado que es la cultura de la colaboración y no la de la competencia lo que mejora el rendimiento de los equipos. Esto es especialmente cierto en el mundo empresarial actual, donde muchos de los equipos corporativos tienen carácter de “virtuales”, funcionan a distancia y a la vez tienen que tratar con los problemas de responsabilidad y recursos.

La competencia se da cuando las personas trabajan hacia objetivos mutuamente excluyentes; para que una se realice, otra debe perder. Como consecuencia, la gente se siente frustrada y amenazada, ven al otro como el obstáculo para sus fines egoístas y la hostilidad y la baja productividad hacen estragos en la organización.

Por el contrario, una cultura de la colaboración crea las condiciones para una productividad superior. Las personas triunfan cuando los demás triunfan, se ayudan mutuamente en la realización del objetivo común, comprenden las prioridades del otro.

La clave para fomentar una cultura de la colaboración está en compartir los objetivos y roles. Los objetivos compartidos cimentan la unidad de un equipo y deben ser el fundamento de todas sus actividades. Por esto hay que animar al personal a cooperar entre sí y a reconocer que la contribución de cada uno es importante para el resultado. Una de las mejores maneras de hacerlo es crear y distribuir un organigrama funcional en el cual se detallen brevemente las responsabilidades de cada persona.

Fuente: Libro “La verdad sobre la gestión del cambio” por William S. Kane