Pensar brutalmente

Quienes trabajan en Apple saben exactamente dónde están, cuáles son sus objetivos y con qué rapidez tienen que actuar. También saben cuáles son las consecuencias de sus errores. La claridad constante es lo que impulsa una organización como Apple. Steve Jobs pedía comunicación clara y concisa a sus interlocutores y él también la ofrecía.

Dirigía su empresa como si no hubiera tiempo que perder, lo cual reflejaba muy bien la realidad de Apple. Aunque para algunos resulte incómodo y violento, al menos les permite saber dónde están exactamente. Les facilita dedicar todo su tiempo al progreso en lugar de a tener que descifrar lo que se les está diciendo realmente.

Después de haber levantado NeXT de la nada, Steve estaba preparado para lanzar el primer producto de la compañía, el NeXT Computer. Encargó la campaña a la agencia de publicidad Chiat/Day. Como era un momento muy delicado, el director de la agencia, Ralph Ammirati, decidió contratar a uno de sus diseñadores freelance favorito para que los ayudara a desarrollar un diseño especial para la campaña de NeXT. La elección de Ralph fue una mujer muy dulce con un gusto exquisito, una pared llena de premios de diseño y un deseo ardiente de dar a Steve algo grande.

No obstante, esta diseñadora dijo que Steve tendría que hacer zag cuando los demás estaban haciendo zig. Su idea era lanzar la esperada campaña de altísima tecnología a través de una imagen claramente nada tecnológica. Diseñó varios anuncios con mucho texto situado alrededor de una serie de imágenes que proclamaban las características del ordenador NeXT. Pero, en lugar de utilizar una fotografía moderna para mostrar el ordenador más avanzado del mundo, decidió utilizar una serie de ilustraciones antiguas, tipo grabados, en blanco y negro.

Aunque el error parece evidente, en aquel momento, cuando se trataba de que la agencia hiciera algo realmente diferente, muchos publicistas muy buenos pensaron que era una magnífica idea. Pero, al verlo, Steve Jobs se quedó perplejo. Convocó una reunión para la semana siguiente, que acabó siendo muy incómoda. Él lo sabía y ellos lo sabían, pero aun así decidieron enseñárselo. Dijo que algo así era inaceptable y que no quería que se repitiera nunca más. Para ellos fue una experiencia beneficiosa que les permitió saber qué habían hecho mal y qué no debían hacer en el futuro.

Fuente: Libro Increíblemente simple por Ken Segall