La entrevistas

La reportera estadounidense Kristin Gilger dice: “Una entrevista bien hecha es la base de todos los reportajes y textos de calidad”.

Una entrevista se define como la información, opiniones o experiencias que un informante comparte con un reportero en el curso de su conversación.

La pequeña diferencia entre una entrevista y una conversación ordinaria es que en la primera el reportero controla la dirección del interrogatorio.

Los reporteros con experiencia han descubierto que hasta el funcionario más renuente a conceder una entrevista puede ser convencido si ellos se anticipan a las excusas y objeciones que éste puede presentar.

El reportero puede proponer que se reúnan en el lugar y a la hora más adecuados para la persona con quien desea hablar.

Tiene temor porque piensa que la entrevista irá en menoscabo de su imagen.

Tratar a las personas con respeto y explicarles en detalle por qué se les pide la entrevista ayuda a mitigar la ansiedad de los informantes.

No sabe qué decir.

El reportero tiene que explicar con claridad por qué necesita el punto de vista de esa persona en particular para redactar la historia.

Es difícil de contactar.

Es frecuente que el reportero necesite recurrir a una secretaria o un funcionario de relaciones públicas para tener acceso a la persona a quien desea entrevistar.

Si sospechan que su solicitud no fue transmitida, algunos reporteros escriben una carta al informante o le hacen una llamada telefónica, ya sea a la hora del almuerzo o después del horario de oficina, para establecer el contacto.

Cuando haya conseguido la entrevista e investigado a la persona y el tema, aún tendrá que hacer otros preparativos.

La mayoría de los reporteros elaboran una lista de preguntas o temas y la llevan consigo, pero no la leen durante la entrevista. De hecho, sólo consultan la lista hacia el final para asegurarse de no haber olvidado algo importante.

Las preguntas atinadas nos pueden redituar respuestas inesperadas, riqueza informativa y sorpresas. Las preguntas mal planteadas nos hacen dudar que haya valido la pena tomarnos la molestia de hablar con esa persona.

La primera pregunta de una entrevista es importante porque establece la tónica de lo que vendrá después. A muchos periodistas les gusta comenzar con una pregunta “para romper el hielo” y permitir que el entrevistado se relaje.

También deben estar libres de cualquier juicio personal para no revelar el punto de vista del reportero. Esa es la diferencia entre “¿qué opina usted de eso?” e “imagino lo que usted pudo haber pensado de eso”.

Aunque es importante hacer preguntas atinadas, también lo es guardar silencio y dejar que el entrevistado hable. Lo que usted escuche le puede sugerir preguntas adicionales que tal vez no se le habían ocurrido. Todas las respuestas fueron “no”.

Siegel dice que estuvo a punto de perder una buena historia por hacer preguntas demasiado concretas. Reconoce que una forma mejor de iniciar la entrevista habría sido: “Hábleme acerca de ese hombre”.

Los reporteros pueden hacer entrevistas en persona, por teléfono o en línea, ya sea por correo electrónico o en mensajes instantáneos.

n la entrevista personal, el reportero capta en forma más completa al individuo. La entrevista en persona permite también que el reportero juzgue la credibilidad del informante a partir de su porte. ¿La persona se muestra nerviosa o cómoda?

Las entrevistas telefónicas requieren menos tiempo y a algunos reporteros les parece más fácil tomar buenas notas cuando no tienen que preocuparse por mantener el contacto visual con si informante. Las entrevistas por correo electrónico son útiles para contactar con personas

en lugares lejanos, pero el reportero no puede oír lo

Fuente: Manual de periodismo independiente de Deborah Potter