La actividad contemplativa infantil

Las primeras acciones infantiles son acciones contemplativas. Podemos pensar, entonces, que los niños van construyendo su mundo y su entorno familiar a partir de diferentes elementos.

Llamamos “mundo” como forma genérica para definir el entorno cotidiano de un bebé o un niño pequeño, que está habitado por las personas que lo cuidan y se vinculan con él, los espacios, los objetos concretos y reales con los que interactúa, los sonidos que forman parte de su ambiente, las emociones y las sensaciones de sus experiencias personales.

La constitución del niño se va produciendo a medida que organiza sus experiencias dentro de las estructuras en donde vive: familia y escuela, por ejemplo. Se trata de una forma de comprensión primaria con los niños y las niñas pequeños que nos permite tener conductas de abrigo, alimento y acunamiento en función de las señales que captamos en ellos.

Sobre estas comprensiones, los niños van construyendo el sentido de lo real y lo esperable en las interacciones sociales. También, van desarrollando sentimientos de mayor o menor seguridad y confianza en las figuras adultas con quienes interactúan.

La preocupación inicial y las conductas suficientemente buenas permitirán que se vaya instalando un espacio de encuentro entre ambos participantes. Se utiliza acá el concepto de experiencias sensibles en sentido winnicottiano (1972), experiencias que tienen lugar en el espacio transicional, asociadas a vivencias espontáneas y creativas que son sede del jugar y posteriores experiencias sensibles y culturales que tendrán lugar a lo largo de la vida.

Freud (1896) se refiere a la peculiaridad de estos momentos, ya que los niños pequeños no pueden poner en palabras estas experiencias iniciales, y la define como lo “intraducido” . Por el contrario, si el entorno no resulta ser suficientemente favorable desarrollará medios para adaptarse también a su entorno social con mayor o menor dificultad, podrá enfermarse y hasta dejarse morir si la realidad le resulta insoportable y no logra encontrar a nadie que se haga responsable de su vida.

Mallinckrodt (2000) señala que aquellos niños que ogranl desarrollar sentimientos de seguridad durante la infancia pueden explorar el entorno físico y, ante alguna situación interna o externa que les genera inseguridad, tienen la posibilidad de recurrir a alguna figura de sostén.

En otra condición, se encuentran aquellos niños y niñas que son ignorados o rechazados como forma habitual de vínculo. Estos niños “desactivan” sus intentos de solicitar sostén ycontención afectiva, acostumbrados a la escasa o nula respuesta ante sus demandas.

Otro tipo de características se observan en las interacciones de niños pequeños cuando los adultos que se ocupan de la crianza son inseguros o contradictorios, como forma bastante estable de relacionarse con ellos.

En estos casos, se observa que generalmente los niños desarrollan conductas de hipercontrol y exageran las expresiones de desamparo cuando éstas aparecen.

Durante los primeros años de vida, los niños pequeños organizan sus conductas adecuándose a las cualidades y las características de las personas, los objetos con los que interactúan y las diversas situaciones en donde se encuentran. Adultos y niños van construyendo conjuntamente su manera de entenderse.

Esa comprensión les permite compartir y anticipar ciertas acciones como por ejemplo: el momento del baño, el paseo, el cuento,el juego, el trabajo y las rutinas diarias de los padres. Durante el segundo año de vida, los avances en las coordinaciones y las regulaciones motoras de los niños darán lugar a un mayor control sobre su cuerpo y el florecimiento de las posibilidades expresivas, el juego simbólico, el lenguaje y el grafismo (Piaget, 1981).

Los niños pequeños van aprendiendo, también, a comprender las conductas, las emociones de los otros y el entorno social en el que viven. No tiene capacidad para decodificar segundas intenciones en los mensajes.

Cuando el contexto que rodea al niño no favorece estas acciones de comprensión conjunta y cotidiana, las señales que recibe el pequeño “se separan” y carecen de sentido transformándose en elementos dispersos que lo desbordan y generan estados de angustia y desconsuelo.

Cuando nos enojamos por ejemplo porque no come e imponemos algún tipo de sanción, hay algo que se cortó y todos los elementos de ese conjunto carecen de sentido para el niño, le aparecen desarticulados: cuchara, mano, comida, gritos, boca retando… la unidad de sentido, el formato de interacción conjunta está como “estallado” , son percepciones sueltas, el entorno se torna incomprensible. El adulto es responsable del entorno que le ofrece al niño y el ser mediador y guía para que pueda encontrar el sentido. Fuente: Libro de grandes temas para los más pequeños de la OMEP