¿Qué hacer desde la intervención docente para fomentar un ambiente de respeto?

El trabajo colaborativo es un excelente recurso, el docente debe concebir que no se trata de un trabajo en equipo en donde los niños se sientan juntos pero cada uno resuelve lo suyo o bien, que uno de ellos sea el líder y los demás sólo lo observen sin opinar ni participar. El desafío es diseñar actividades que impongan un verdadero trabajo de cooperación; resolución de un problema de conteo, un experimento, o la escritura de un cuento.

Basta con que se les asigne una tarea cooperativa que provoque conflictos sociocognitivos y favorezca la evolución de las representaciones, los conocimientos, los métodos de cada uno mediante la confrontación con otras maneras de ver y hacer. La confrontación de puntos de vista estimula una actividad metacognitiva de la que cada uno saca beneficio, incluso si esto no desemboca en una acción colectiva.

La función del docente es estar atento al intercambio de los niños y a su participación interactiva. La enseñanza entre iguales bajo un entorno de aprendizaje cooperativo favorece las relaciones entre diferentes ritmos de aprendizajes. Posibilitando, entre otros: la convivencia en donde por medio de actividades lúdicas, entienden las reglas del juego; realización de una tarea común que puede provocar satisfacción y reconocimiento; entender las perspectivas de otros; aprender, ayudado o imitando, algo que pronto hará en forma autónoma y lo comprenderá. Del mismo modo, adquirirá responsabilidad del propio aprendizaje y descubrirá cómo aprender mejor.

Implementar el currículo en forma equilibrada: períodos de trabajo intenso seguido de momentos relajados como jugar o hacer una actividad menos exigente; motivar a los niños a seguir aprendiendo a partir de que identifique los aprendizajes que ha adquirido; enseñarlo a responsabilizarse de sus propios aprendizajes; motivarlo a identificar sus logros; procurar aprendizajes lúdicos, significativos, divertidos; dejar atrás la enseñanza memorística y abstracta; sin consistencia en horarios y rutinas; lo cual requiere plantear con claridad a los niños las expectativas del docente ante el desarrollo de las actividades y diversificar formas de organizar al grupo.

Planificar considerando las capacidades y necesidades de los niños al mantener la flexibilidad en la enseñanza; considerando una amplia gama de estrategias como darles tiempos para la palabra: externar ideas, pensar en voz alta, establecer la retroalimentación verbal, activar su desarrollo intelectual al usar el lenguaje como vehículo para el aprendizaje.

Fuente: Guía para la Educadora Preescolar SEP