No violencia en educación preescolar

Un ámbito democrático estará caracterizado por los rasgos socio afectivos y de respeto y de la no violencia. Desafortunadamente en años recientes, la violencia ha matizado muchos de los contextos a los que pertenecen los planteles de educación preescolar, ubicándose algunos en zonas catalogadas de alto riesgo.

Ante estos escenarios, además de dolorosos, preocupantes; la escuela como un elemento importante de la comunidad en la que está inserta, no puede permanecer indiferente y el primer paso será reconocer el tipo de relaciones interpersonales que prevalecen y se promueven entre alumnos, docentes y familias. Un escenario de violencia no es propicio para un aprendizaje.

La violencia se expresa de varias formas, no solamente son golpes, heridas, robos o vandalismo. En el interior de las escuelas se identifica cuando se ataca la libertad de expresión de los alumnos, su libre movimiento o se atenta contra su dignidad; cuando se les impone quedarse sentados por horas, permanecer callados y “atentos”, cuando se les limita su capacidad de soñar e imaginar.

En general, los planteles de educación preescolar son espacios en donde los niños pueden sentirse seguros; es responsabilidad de los docentes corresponder a esa confianza, procurando un clima que no genere relaciones de violencia; aun en aquellos que presenten mayores dificultades.

Muchos niños y niñas han aprendido a responder con violencia y creen que es el único recurso, o por lo menos el más efectivo para ganar y resolver conflictos, ya que en los medios de comunicación, en los videojuegos e incluso en la historia se presenta la estrategia como una estrategia válida. Debemos recordar que la violencia es aprendida y por lo tanto es posible aprender otras formas de reaccionar ante los conflictos o las situaciones de crisis.

La tarea no es sencilla, pero lo menos deseable derrotarse sin ofrecer alternativas viables. Iniciar luchar contra la violencia desde el interior del plantel es la más inmediata; esto significa privilegiar la palabra, estableciendo diálogos entre alumnos y docentes; abordar colectivamente el significado de los actos de violencia presentes en el entornos, descartando explicaciones simplistas y superficiales, ahondando en ellas a través del trabajo reflexivo; reinventar reglas y principios de civilización. De igual importancia, será identificar con honestidad la violencia simbólica y física que ejerce la escuela sobre los niños y sus familias con el fin de evitarla.

Impulsar la prevención de la violencia y al mismo tiempo combatir las formas en que la violencia se expresa en el aula y escuela, requiere de múltiples acciones y de involucrar a los alumnos, docentes y familias. Entre los elementos a considerar para desarrollar un plan de acción se sugieren: fomentar la cultura de la legalidad: en la escuela se inicia con la resolución de los conflictos, las normas, interacciones que se dan entre la comunidad escolar y el tipo de disciplina que se establece.

“Se recomienda propiciar una experiencia vivencial en la que el alumnado ponga en práctica su capacidad de analizar y juzgar las normas que se aplican en su entorno; proponga normas justas apegadas a los principios democráticos y a los

Derechos Humanos; identifique de manera autocrítica las leyes y los derechos que no respeta; analice las consecuencias de no respetar las normas y denuncie los delitos, las faltas administrativas y las faltas de respeto.”

Fuente: Guía para la Educadora Preescolar SEP