Derecho a la libertad

Sin duda el enfoque con el que se aborde el tema de la libertad define mucho la forma de pensar sobre otros temas colaterales.

Existen diversas formas, algunas contradictorias, de entender el papel de la libertad en el desarrollo del ser humano:

– Como libertad individual en todos los órdenes: comprar, vender, poner negocios, expresar opiniones o circular por los distintos lugares.
– Como la facultad de la persona para autodeterminarse conscientemente, lo que implica la formación de un pensamiento crítico y fundamentado capaz de gobernar la voluntad en función de las distintas opciones cotidianas.
– Desde una óptica más social, la libertad como dinamismo presente en las luchas humanas dirigidas a eliminar todo aquello que oprime al ser humano: la ignorancia, el hambre, la falta de democracia, las relaciones humanas destructivas.

Como modo de iniciar la reflexión, ya que existen diferentes combinaciones de lo anteriormente expresado, se podría señalar que el ser humano se desarrolla en condiciones que no elige: se nace en determinada familia que tiene o no carencias económicas; en una zona geográfica con características naturales precisas; el idioma que se aprende en la infancia no se escoge; algunas personas padecen cáncer u otras enfermedades no voluntarias; existen determinadas leyes propias de cada sociedad que norman la conducta; y se acude a la escuela que generalmente queda más cerca o que asignan el padre y la madre.

Durante largos periodos de la vida experimentamos situaciones que no dependen de nuestra elección y a partir de los cuales vamos construyendo otras condiciones por voluntad propia. El hombre y la mujer no están condenados a seguir caminos hechos, ni se les programa como a una máquina y menos están de terminados como otros seres naturales.

Es más, una de las facultades que nos caracteriza a los seres humanos es la capacidad para decir sí o no a los caminos que se nos presentan y también, a darnos razones para elegir determinada opción sobre otras. Cuando se decide incursionar en el campo de las alternativas nuevas o insuficientemente exploradas, entran en juego otras facultades como la exploración creativa de soluciones.

La libertad tiene que ver con todo ello y de modo muy amplio se puede entender en dos niveles:

El nivel más elemental para entender el significado de la libertad es la ausencia de restricciones para obrar conforme a la propia decisión con la consabida contraparte de que la libertad personal encuentra su límite en el derecho y la libertad de la otra persona. Hacer lo que les venga en gana a las personas como robar, explotar, ser corrupto, lucrar con las necesidades de los demás, destruir el medio ambiente, incluso atentar contra la propia salud, aunque sea opción «libre» no se justifica ni es bueno para una sociedad.

En este nivel se encuentran algunas de las libertades que nuestra Constitución garantiza:

  • Libertad de creencias
  • Libertad para profesar o no, una religión
  • Libertad de expresión
  • Libertad de ocupación
  • Libertad de asociación
  • Libertad de educación
  • Libertad de tránsito.

Estas libertades también consagradas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, deben encontrar su correspondencia en los esfuerzos gubernamentales y ciudadanos para hacerlas posibles. De poco sirve que sean un conjunto de valores aceptados si no se tiene los medios necesarios para hacerlas efectivas: la libertad de expresión, ¿Es útil proclamarla si en los medios masivos, potentes canales de comunicación e información, tiene acceso sólo una corriente ideológica, algún grupo político en particular o expresan los reducidos intereses comerciales de la empresa que la patrocina?, la libertad de ocupación ¿es compatible con un país que tiene problemas graves de desempleo?.

A todas las libertades les corresponde la consecución de los medios pertinentes para eliminar los obstáculos que impiden su verdadera realización social. Éste es el primer nivel, el de las restricciones, la libertad como ausencia de obstáculos, pero hay un segundo nivel sobre la libertad que se relaciona con un nivel interior de la persona: el vínculo entre la acción libre y la reflexión (o la conciencia como le dicen otros).

No hay un consenso establecido de lo que es bueno para todos y todas; hay diferentes puntos de vista sobre los mismos asuntos. Esto se llama pluralidad y es un valor reconocido en el enfoque de los derechos humanos: salvo en los asuntos donde evidentemente existe un mal que debe atacarse sin tregua, las alternativas de solución a los problemas deben ser discutidos entre los diferentes actores, reconociendo, cuando así sea pertinente, la validez de las diferentes visiones otorgándoles a cada una un peso en la alternativa construida. La libertad es madre de la diversidad.

De la pluralidad de opiniones, creencias y soluciones sobre los problemas que tiene los seres humanos, surge la necesidad del diálogo, la fundamentación de las ideas y el consenso en torno de las respuestas a preguntas como ¿Por qué pienso que esto es lo mejor? ¿Lo que el otro me dice, es mejor que mi solución? ¿Cuál es la consecuencia de una acción o de otra?

Es éste el segundo nivel de la libertad: la facultad que tienen el hombre y la mujer, para pensar y ejercer su punto de vista desechando otros que considera menos valiosos o equivocados. Así, la libertad sólo puede darse como fruto de una conciencia abierta a afectar y a dejarse afectar por las otras personas que piensan diferente. La decisión libre implica también el asumir responsablemente las consecuencias de las elecciones que se hacen en la vida; cuando alguien ha decidido consiente y libremente sobre algo, podrá hacerse cargo de lo que resulte de tal decisión, es decir la libertad implica responsabilidad.

De ahí que la educación juegue un papel muy importante para promover la libertad en los estudiantes y le dé prioridad al combate de los fanatismos, prejuicios, discriminación, por demás arraigados en ciertos tipos de cultura que inhiben en la decisión consiente. Así entendida, la libertad es la capacidad de decirle sí, con pensamiento y acciones congruentes, al desarrollo pleno del ser humano.