La batalla de cannas

Tuvo lugar el 2 de agosto del año 216 a. C., (218 a. C., entre el ejército púnico, comandado por Aníbal Barca, y las tropas romanas, dirigidas por los cónsules Cayo Terencio Varrón y Lucio Emilio Paulo, en el marco de la Segunda Guerra Púnica.

Desarrollada en la ciudad de Cannas, en Apulia, al sudeste de Italia, la batalla terminó con la victoria del ejército cartaginés, a pesar de la acusada inferioridad numérica de éstos.

Aunque la batalla no supuso la victoria final cartaginesa en la Segunda Guerra Púnica, se la recuerda como uno de los más grandes eventos de táctica militar en la historia, y la más grande derrota de la historia de Roma. C.) y la batalla del Lago Trasimeno (217 a. C.), los romanos decidieron enfrentarse a Aníbal en Cannas con aproximadamente 87 000 soldados romanos y aliados.

Con su ala derecha desplegada cerca del río Aufidus (hoy llamado río Ofanto), los romanos colocaron a su caballería en los flancos y agruparon su infantería pesada en el centro, en una formación con mayor profundidad de lo normal.

Para contrarrestar ese plan, Aníbal utilizó una táctica de tenaza: tras colocar a la infantería, en la que confiaba menos, en el centro, con los flancos compuestos de caballería cartaginesa, sus líneas fueron adoptando una forma de luna creciente, haciendo avanzar a sus tropas veteranas de los laterales.

En el momento álgido de la batalla, las tropas cartaginesas del centro de la formación se retiraron ante el avance de los romanos y, al avanzar éstos, se encontraron sin darse cuenta dentro de un largo arco de enemigos que les rodeaban. Atacados desde todos los flancos y sin vía de escape, el ejército romano fue destruido. Se estima que entre 60 000 y 70 000 romanos murieron o fueron capturados en Cannas, incluyendo al cónsul Lucio Emilio Paulo y a ochenta senadores romanos. C.)

Poco después del comienzo de la Segunda Guerra Púnica, el general cartaginés había logrado llegar a Italia cruzando los Alpes durante el invierno y había vencido rápidamente a los romanos en dos grandes victorias, en la batalla del Trebia y la Batalla del Lago Trasimeno. Los romanos, tras sufrir esas pérdidas, nombraron a Quinto Fabio Máximo como dictador romano para que hiciese frente a la amenaza cartaginesa.

Fabio se embarcó en una guerra de desgaste contra Aníbal, dedicándose a cortar sus líneas de suministro y rechazando el enfrentamiento en una batalla campal.

Esa estrategia, que sería conocida en el futuro como las Tácticas Fabianas, resultó ser muy impopular entre los ciudadanos romanos que, una vez que comenzaron a recuperarse de las victorias cartaginesas, comenzaron también a cuestionar las tácticas de su dictador, que en parte habían permitido reagruparse al ejército cartaginés.

La estrategia de Fabio era particularmente frustrante para la mayoría del pueblo romano que deseaba un rápido final de la guerra con Cartago.

Ante esta situación política, el Senado Romano no renovó los poderes dictatoriales a la finalización del mandato, y devolvió el mando del ejército a los cónsules Cneo Servilio Gémino y Marco Atilio Régulo.

El ejército reunido superaba en tamaño a cualquier ejército anterior en la historia romana hasta esa fecha, y sobre su composición Polibio escribió lo siguiente:

El Senado determinó llevar a ocho legiones al campo de batalla, algo que Roma no había hecho antes, cada legión formada por cinco mil hombres más los aliados.

Polibio

Estas ocho legiones, junto con una estimación de unos 2 400 soldados de caballería romana, formaban el núcleo de un inmenso ejército. Aníbal se representa contando los anillos romanos tomados en la batalla de Cannas, el 216 a.

Con ello se situó estratégicamente entre los romanos y una de sus principales fuentes de suministro. Supuestamente, un oficial cartaginés llamado Gisgo hizo un comentario sobre el gran tamaño del ejército romano.

Aníbal le contestó «Otra cosa que se te ha pasado, Gisgo, es todavía más sorprendente — que aunque haya tantos de ellos, no hay ninguno de entre todos ellos que se llame Gisgo». El comentario de Aníbal despertó la hilaridad de sus inquietos hombres.

Normalmente cada uno de los dos cónsules dirigiría su parte del ejército, pero dado que los dos ejércitos estaban unidos en uno solo, la ley romana les ordenaba la alternancia diaria en el mando. Mientras que los romanos se acercaban a Cannas, una pequeña porción de las fuerzas de Aníbal emboscaron al ejército romano, y Varrón repelió con éxito el ataque continuando el viaje aCannas.

Esta victoria, aunque esencialmente se trató más de una escaramuza sin valor estratégico que de una verdadera victoria militar, disparó la confianza del ejército romano y es posible que la del propio cónsul Varrón.

En el segundo de estos dos días (1 de agosto) Aníbal, conocedor de que Varrón estaría al mando al día siguiente, salió del campamento y ofreció batalla a los romanos.

En ese momento Aníbal, conocedor de la importancia del agua del río Aufidus para el ejército romano, envió su caballería al campamento de menor tamaño para acosar a los soldados que salían a abastecerse de agua fuera de las fortificaciones. Según Polibio, su caballería dio vueltas sin oposición al campamento romano, creando el caos y cortando el suministro de agua.

Batalla fuerzas

Las fuerzas combinadas de los dos cónsules sumaban un total 75 000 soldados de infantería, 2 400 de caballería romana y 4 000 de caballería aliada, contando únicamente a la porción de tropas que se utilizó en la batalla campal. Además, en los dos campamentos fortificados había otros 2 600 hombres de infantería pesada y 7 400 de infantería ligera (un total de unos 10 000), por lo que la fuerza total que los romanos llevaron a la guerra equivalía a unos 86 400 hombres.

En el otro bando, el ejército cartaginés estaba compuesto aproximadamente por 40 000 hombres de infantería pesada, 6 000 de infantería ligera y 8 000 de caballería.

El ejército cartaginés estaba compuesto por una amalgama de soldados procedentes de distintas y numerosas regiones. La caballería de Aníbal también tenía distintas procedencias: Había 4 000 númidas, 2 000 hispanos, 4 000 galos y 450 libios y fenicios.

Finalmente, Aníbal contaba con unos 8 000 hostigadores compuestos por honderos baleares y lanceros de diversas nacionalidades. Sin embargo, todas estas cifras son aproximadas y se basan en estimaciones del ejército inicial de Aníbal, que se había ido modificando a medida que afrontaba batallas en la campaña italiana.

En cualquier caso, todos estos grupos específicos aportaban sus distintas capacidades al ejército cartaginés, siendo su factor unificador la unión personal que cada grupo tenía con el líder del ejército, Aníbal.

Equipamiento

Las fuerzas de la república utilizaban el tradicional equipamiento militar romano de la época de las Guerras Púnicas, incluyendo el pilum y los hastae como armas, así como los escudos, las armaduras y los cascos tradicionales.

La caballería pesada cartaginesa llevaba dos jabalinas y una espada curva, así como una fuerte armadura. Los lanceros sí llevaban escudos, jabalinas, y posiblemente espada o, al menos, una lanza diseñada para ensartar a corta distancia.10

Despliegue táctico

El despliegue convencional de los ejércitos en aquella época consistía en situar a la infantería en el centro de la formación, colocando a la caballería en las dos «alas» o flancos laterales. Los romanos siguieron con este sistema de despliegue de forma muy fiel, aunque añadieron una mayor profundidad a su formación mediante la colocación de muchas cohortes, en lugar de optar por dar mayor espacio a su infantería.

Posiblemente los comandantes romanos esperaban que esta concentración de fuerzas permitiese romper rápidamente el centro de la línea enemiga. Varrón sabía que la infantería romana había logrado romper el centro de la formación cartaginesa en la batalla del Trebia, y su intención era recrear esto a mayor escala.

La imagen final que ofrecía el ejército romano mantenía por tanto el estilo clásico. En líneas perpendiculares al río, los romanos presentaban dos bloques en líneas cerradas, el de la infantería ligera delante y el de la pesada detrás.

A su derecha, junto al río, la caballería romana y en el flanco izquierdo la caballería compuesta por aliados de Roma. Varrón pensaba que cuando fuesen presionados por la superioridad numérica del ejército romano, los cartagineses caerían hacia el río y, sin sitio para maniobrar, cundiría el pánico.

Debido a esto, Varrón buscó una batalla en campo abierto, en el que no hubiera posibilidad de que tropas ocultas preparasen una emboscada.

Aníbal también formó su tropa en dos líneas, pero no las hizo compactas. La infantería púnica de Aníbal se posicionó en las alas, justo en el extremo de su línea de infantería. Su ventaja, por tanto, no eran las picas, sino la experiencia de su infantería, muy veterana tras tantas batallas, que permaneció cohesionada y atacó los flancos romanos.

Asdrúbal dirigía a la caballería íbera y celtíbera del ala izquierda del ejército cartaginés (ubicada al sur, cerca del río Aufidus).

La fuerza de Asdrúbal fue capaz de derrotar rápidamente a la caballería romana ubicada al sur, atravesar la retaguardia de la infantería y enfrentarse también a la caballería aliada romana que estaba luchando con los númidas.

Las fuerzas combinadas de Asdrúbal y Hannón dispersaron a la caballería romana, lo que les permitió acosar a la infantería desde la retaguardia.

Aníbal colocó a su caballería, compuesta principalmente de caballería hispana y de caballería ligera númida, esperando que pudieran derrotar rápidamente a la caballería romana de los flancos y que girasen para atacar a la infantería desde la retaguardia, mientras ésta intentaba atravesar el centro de la formación cartaginesa.

Sus veteranas tropas africanas (que además contaban con armaduras romanas ganadas en batallas anteriores) atacarían entonces desde los flancos en el momento crucial y rodearían al ejército romano.

Esta confusión fue también alimentada por el bombardeo con proyectiles que estaba recibiendo el ejército romano: este bombardeo, si bien sólo producía heridas leves, hacía que los laterales del ejército romano tratasen de refugiarse acercándose al centro de la formación, lo cual provocó una situación en la que las tropas romanas estaban demasiado cercanas las unas a las otras como para poder utilizar con efectividad sus armas, incrementando el número de bajas.

Acontecimientos

A medida que los ejércitos avanzaban uno hacia el otro, Aníbal fue extendiendo de forma gradual el centro de su línea. La línea de compañías de flanqueo iba estrechándose cada vez más a medida que se prolongaba, siendo su objetivo utilizar a los africanos como fuerza de reserva y comenzar la lucha con los celtas y los hispanos.

Polibio describe un centro cartaginés muy débil, desplegado en curva con los romanos en el centro y las tropas africanas en los flancos y en formación diagonal.

Se cree que el propósito de esta formación era romper el impulso frontal de la infantería romana y retrasar su avance hasta que se produjesen otros acontecimientos que permitiesen a Aníbal desplegar su infantería africana de la forma más efectiva posible.

En cualquier caso, algunos historiadores han tachado a este relato de fantasioso, y comentan que la curvatura del ejército cartaginés se pudo deber, o bien por la curvatura natural que se produce cuando una línea de infantería avanza, o bien a la propia reacción del ejército cartaginés al enfrentarse al choque con el pesado centro de infantería romana.

Cuando los ejércitos se encontraron, la caballería se lanzó en un fiero ataque sobre el ejército romano.

Polibio nos describe la escena comentando que «cuando los caballos hispanos y celtas del ala izquierda colisionaron con la caballería romana, la lucha que se produjo fue verdaderamente barbárica».

La caballería cartaginesa rápidamente venció a la inferior caballería romana del flanco derecho y les sobrepasaron.

En ese momento, una porción de la caballería se dividió del ala izquierda y dio un rodeo atravesando la retaguardia romana hacia el flanco derecho, en dónde atacó a la caballería romana de ese flanco desde la retaguardia.

Destrucción del ejército romano

Por otro lado, mientras que los cartagineses derrotaban a la caballería romana, los dos ejércitos principales, compuestos por la infantería de ambos bandos, avanzaron el uno contra el otro en el centro del campo de batalla. En este aspecto, es importante tener en cuenta que los dos ejércitos levantaban mucho polvo al desplazarse, lo que amplificaba el efecto del viento.

Además del polvo, otro factor importante de la batalla fue la falta de sueño de las tropas: debido a la distancia entre los campamentos y el campo de batalla, es muy posible que ambos ejércitos se hubiesen visto obligados a dormir muy poco tiempo.

En particular, los romanos sufrían la falta de una buena hidratación previa a la batalla, causada por el ataque de Aníbal a su campamento el día anterior que les había impedido suministrarse del río.

Los cartagineses dispusieron una línea con unos 800 honderos baleares para intentar frenar el avance de las tropas romanas, pero no tuvo éxito.

Cuando ambos ejércitos estaban uno en frente de otro se inició una auténtica lluvia de lanzas entre los hostigadores. Tras ese inicio comenzó la batalla cuerpo a cuerpo.

Conociendo la superioridad de la infantería romana, Aníbal dio instrucciones para esta retirada, creando un semicírculo cada vez más estrecho que iba rodeando a las fuerzas romanas. Los romanos empujaron en su ataque y el centro de Aníbal cedió terreno, curvándose hacia atrás, ocupando el centro romano el espacio desalojado por el centro cartaginés.

Con ese movimiento, Aníbal convirtió la fuerza de la infantería romana en una debilidad: A medida que las tropas avanzaban, el grupo de tropas romanas comenzaban a perder cohesión debido a que los soldados comenzaban a empujar los unos contra los otros hasta que llegaron a situarse tan próximos los unos a los otros que no tenían espacio ni para maniobrar con sus armas.

Además, en su intento de romper cuanto antes la línea de tropas gálicas e hispanas, los romanos habían ignorado (puede que también debido al polvo) a las tropas africanas que se habían colocado sin oposición en los extremos de la formación cartaginesa.

La caballería cartaginesa, por su parte, ya había conseguido eliminar a la caballería romana de los dos flancos, y cargó contra el centro de la formación romana desde la retaguardia.

El ejército romano, con sus flancos eliminados, formó una cuña que iba introduciéndose cada vez más dentro del semicírculo cartaginés, metiéndose de lleno en una ubicación en la que la infantería africana controlaba ambos flancos.

En este momento, Aníbal ordenó atacar a su infantería africana, rodeando por completo a los romanos en lo que se convertiría en el primer ejemplo bélico conocido de movimiento de tenaza.

Cuando la caballería cartaginesa atacó a los romanos por la retaguardia y las tropas africanas asaltaron la formación desde las alas, el avance de la infantería romana quedó detenido bruscamente. Los romanos estaban atrapados, y sin vía de escape.

Tras esta batalla los romanos, impresionados por la eficacia de la espada ibera, adoptarían una similar para sus tropas (el conocido como gladius hispaniensis). Más adelante, cuando ya no había soldados romanos con capacidad de resistencia al enemigo, procederían a masacrar a los romanos sin obstrucción alguna.

Finalmente, puede que más de 75 000 romanos de una fuerza original de 87 000 resultasen muertos o capturados, totalizando más del 85% del ejército total. De los que participaron en la batalla, puede que el 95 % de los romanos y aliados muriesen o fueran capturados.

Se perdieron más vidas romanas en Cannas que en cualquier otra batalla posterior, exceptuando quizás la batalla de Arausio del año 105 a. C.18 19 20 Además, Cannas es la segunda batalla con mayor porcentaje de bajas de toda la historia de Roma, situándose sólo por detrás de la batalla del bosque de Teutoburgo (año 9 d. Hasta las invasiones mongolas, 1 500 años después, la batalla de Cannas estuvo entre las diez batallas más costosas en término de vidas humanas de la historia, e incluso hoy en día todavía permanece dentro de las cincuenta batallas más letales de la historia. (…) Pues según los informes dos ejércitos consulares y dos cónsules se habían perdido; no existía ya ningún campamento romano, ningún general, ningún soldado; Apulia, Samnio, casi toda Italia estaba a los pies de Aníbal.

Tito Livio comentando la reacción del Senado tras la derrota

Durante un cierto periodo de tiempo, los romanos se encontraron completamente expuestos y desorganizados.

Fue una completa catástrofe para los romanos. La aristocracia romana solía llevar un anillo de oro que atestiguaba su pertenencia a las clases altas,y Aníbal, tras la batalla, hizo que sus hombres recogieran más de 200 anillos de los cuerpos del campo de batalla, enviando su colección a Cartago como muestra de su victoria.

Aníbal, tras apuntarse una nueva gran victoria (tras la batalla del Trebia y la batalla del Lago Trasimeno), había derrotado en total a un equivalente a ocho ejércitos consulares.

En tan sólo tres temporadas de campaña, Roma había perdido a un quinto de la población total de ciudadanos mayores de diecisiete años (cerca del doce por ciento de su población activa).

Además, el efecto desmoralizador de su victoria fue tal que la mayor parte del sur de Italia se unió a la causa de Aníbal.

Tras la batalla, Maharbal, el comandante de la caballería númida, urgió a Aníbal para aprovechar la oportunidad de marchar inmediatamente contra la ciudad de Roma. Sabes sin duda, Aníbal, cómo vencer, pero no sabes cómo hacer uso de tu victoria».

Sin embargo, Aníbal tenía buenos motivos para juzgar de forma distinta la situación estratégica tras la batalla: Tal y como apunta el historiador Hans Delbrück, debido al gran número de víctimas mortales y heridos entre sus filas, el ejército púnico no estaba en condiciones de realizar un asalto frontal contra Roma.

Una marcha contra la ciudad del Tíber habría sido una demostración inútil que habría acabado con el efecto psicológico que la batalla de Cannas había tenido entre los aliados romanos. Incluso si su ejército se encontrase en perfectas condiciones, un asedio de la ciudad de Roma habría obligado a Aníbal a subyugar una considerable zona de Italia para asegurar sus suministros y cortar los del enemigo.

Sin embargo, y a pesar de las múltiples catástrofes que Roma había sufrido, el Senado romano se negó a parlamentar. Tan duras fueron las medidas adoptadas que se prohibió pronunciar la palabra «paz», y el luto se limitó a tan sólo treinta días, estando las lágrimas en público permitidas únicamente a las mujeres.

Los romanos, tras experimentar esta derrota catastrófica y perder otras batallas frente a Aníbal, habían aprendido la lección: durante el resto de la guerra en Italia no volverían a enfrentarse a Aníbal en batallas campales, sino que volverían a retomar las Tácticas Fabianas que Quinto Fabio Máximo les había enseñado y que resultaron ser la única forma posible de hacer que Aníbal abandonase Italia.
Una flota romana transportó al ejército hasta el continente africano y, en la batalla de Zama, el general Publio Cornelio Escipión el Africano lograría derrotar a Aníbal, marcando el final de la Segunda Guerra Púnica.

Importancia histórica

Efectos en la doctrina militar romana

La batalla de Cannas tuvo una gran importancia en la historia de la estructura del ejército romano y en la organización táctica del ejército republicano. Durante la batalla, los romanos asumieron una formación clásica muy parecida a la de la falange griega, lo que facilitó su derrota en la trampa diseñada por Aníbal.

Dada su incapacidad de maniobrar de forma independiente al grupo principal del ejército, los romanos no pudieron responder a la maniobra envolvente de la caballería cartaginesa. Además, las estrictas normas aplicadas por el Senado romano requerían que el alto mando del ejército alternase entre los dos cónsules electos, lo cual restringía la consistencia estratégica del ejército combinado.

En segundo lugar, la batalla de Cannas sirvió como lección de que era necesario recuperar un mando unificado del ejército. Tras varios experimentos políticos, Publio Cornelio Escipión el Africano fue nombrado comandante en jefe de los ejércitos romanos en África, y se le aseguró el cargo por toda la duración de la guerra.

Además, la batalla dejó expuestos los límites del ejército basado en una milicia de ciudadanos. Tras la debacle de Cannas, el ejército fue evolucionando gradualmente para terminar convirtiéndose en una fuerza profesional: el núcleo del ejército de Escipión que luchó en la batalla de Zama estaba compuesto por veteranos que se habían enfrentado a los cartagineses en Hispania durante casi dieciséis años, durante los cuales se había ido moldeando para crear una gran fuerza militar.

Importancia en la historia militar

La batalla de Cannas tiene gran importancia en la historia militar tanto por las tácticas implementadas por Aníbal como por su importancia en la historia militar de la antigua Roma.

La batalla supuso la derrota más grave de la República de Roma hasta la batalla de Arausio y, en sí misma, adquirió una significativa reputación dentro del campo de la historia militar. Sobre el particular, el historiador Theodore Ayrault Dodge escribió lo siguiente:

Pocas batallas de la antigüedad están tan marcadas por la habilidad como la batalla de Cannas. La batalla en sí misma, desde el punto de vista del bando cartaginés, es una obra de arte, no habiendo ningún ejemplo superior, y pocos iguales, en historia militar.

El movimiento envolvente de Aníbal en la batalla de Cannas a menudo es visto como uno de los más grandes movimientos de batalla de la historia, y es citado como el uso con mayor éxito del movimiento de tenaza en la historia occidental que haya sido registrado con detalle.