Edgar Degas

Artista francés originario de París, conocido como un maestro en el dibujo de la figura humana en movimiento. En 1855 ingresa en la Ecole des Beaux – Arts y toma clases con un alumno del pintor Jean – Auguste – Dominique Ingres, defensor de la ortodoxia temática desafiada por el realismo de Gustave Courbet y el romanticismo de Delacroix.

En 1860, Degas debuta como pintor clásico con Jóvenes espartanos ejercitándose. En 1861, parece abandonar el clasicismo y centrarse en el ambiente urbano de su París natal. Al año siguiente, comienza a pintar carreras de caballos y pronto, con Mlle Fiocre en el Ballet La Source, desarrolla otra temática propia.

Durante una visita a los Estados Unidos produce una de sus obras de figuras más reconocidas: New Orleans Cotton Office (1873).

Durante esta década, muchas de las figuras grupales de Degas se acomodan en grandes espacios planos. Sin embargo, ya a finales de esos años, comienza a experimentar con las posibilidades de yuxtaposición y superposición de grupos, otorgando mayor interés a las cualidades formales.

En sus últimos años, Degas queda ciego. Quizá su interés en la fotografía haya influenciado en su visión de cámara ultra – rápida, obsesionada con el movimiento.

Se destacó especialmente por sus pinturas, dibujos y bronces de bailarinas y caballos.

Clase de danza en la Opera, 1872

Estilo. Impresionismo Compañera de la Clase de danza, en esta escena vuelve Degas a interesarse por los ensayos de ballet. Ahora ha cambiado de sala, eligiendo las más grande y lujosa de las existentes en el Teatro de la Opera. Aunque el pintor no pudiera asistir a los ensayos por estar absolutamente prohibido, su conocimiento del lugar y su gran imaginación hacen que consiga su propósito.

El maestro de ballet que pide silencio con la mano levantada es Louis Merante, antiguo bailarín; junto a él contemplamos a un violinista que espera que reine el silencio para iniciar el ensayo. La bailarina preparada en la zona izquierda es Mlle. Hugues, quien posó en el estudio de Degas en numerosas sesiones. Al fondo se abre una puerta donde contemplamos otra bailarina y una ventana por la que penetra un ligero rayo de luz. Un pequeño grupo de bailarinas estira sus músculos en la barra de la pared mientras que la mayor parte se centra en la zona derecha, esperando atentamente la actuación de su compañera.

Tras estas figuras contemplamos un gran espejo situado en un arco de medio punto; un pequeño espejo y una nueva puerta completan esta pared. En primer plano aparecen dos sillas, una de ellas ocupada por una bailarina descansando para la que también posó Mlle. Hugues. En la otra vemos un abanico abierto señalando en dirección de la bailarina que va a actuar. Degas ha organizado la composición a través de un círculo vacío que se sitúa en el espacio central.

Alrededor de él se colocan las diferentes figuras, equilibrando perfectamente el espacio gracias a las tonalidades blancas de los trajes. La sensación de profundidad también resulta destacable al recurrir a diferentes espejos y puertas abiertas, jugando con la realidad y la ilusión. Por ejemplo, el rostro de Mlle Hugues reflejado en el espejo parece mirar por encima del hombro a su compañera. La sensación de movimiento es otra preocupación del pintor, conseguida a través de las bailarinas del fondo. Respecto al color, Degas vuelve a tomar como fuente a
James M. Whistler al organizar la escena gracias a las tonalidades blancas de los vestidos. Los rosas de las zapatillas y el negro de algunos lazos complementan perfectamente al blanco, mientras que el color siena de paredes y suelo sirve para contrastar.

El color rojo de la barra, del lazo de una de las bailarinas y del abanico abierto sirve para otorgar el ritmo a la composición, de igual manera que hizo Velázquez en Las Meninas. La luz procede de la derecha, iluminando ligeramente las figuras y creando sombras que se proyectan en el suelo. El efecto atmosférico de una habitación cerrada e iluminada por un ligero haz de luz está perfectamente conseguido al distorsionar los contornos de las figuras, sin olvidar la existencia de una potente base dibujística.

En la década de 1880, cuando comenzó a perder visión, Degas empezó a trabajar con dos medios nuevos que no requerían gran agudeza visual: la escultura y el pastel. En su escultura, al igual que en su pintura, intentó atrapar la acción del momento, y sus bailarinas de ballet y desnudos femeninos están representados en poses que evidencian los esfuerzos físicos de las modelos.

Sus pasteles suelen ser composiciones simples con muy pocas figuras. Se vio forzado a recurrir a los colores brillantes y a los gestos de gran expresividad, prescindiendo de la línea precisa y el cuidado detalle pero, a pesar de esas limitaciones, sus últimas obras son de una elocuencia, expresividad y grandiosidad no alcanzadas por ninguna de sus obras anteriores, como puede verse en la excelente selección de su obra presente en el Museo de Orsay de París.

Degas no gozó de gran fama en su época y su auténtica dimensión artística no habría de valorarse hasta después de su muerte, acaecida el 27 de septiembre de 1917 en París.

Fuente: Apunte Historia del Arte del Siglo XVIII al Siglo XX de la U de Londres