Introducción a la esterilización

La prevención de la infección es sin duda alguna el requisito obligatorio de la práctica quirúrgica y, por lo tanto, es una base para el establecimiento de las técnicas quirúrgicas correctas. El control de la infección, por cierto, no está limitado a la esterilización de instrumentos, suministros y accesorios solos o al establecimiento de una buena rutina de cambio de apósitos en la clínica o en el consultorio privado.

Igualmente importante es la conciencia de la necesidad de la reducción de los gérmenes patógenos en el ambiente general y, por supuesto, el cirujano responsable siempre está alerta a la necesidad de prevenir la infección cruzada entre el personal que circula, reduciendo los microbios en el aire y ambiente, y eliminando el error humano y el descuido que tienden a interrumpir la cadena de la asepsia.

Actualmente la tecnología física sigue siendo preferible a los métodos químicos para la esterilización del instrumental y los materiales. El calor húmedo sigue siendo el medio más confiable y menos costoso de destruir los microbios
indeseables.

Hay otros métodos físicos, menos efectivos que el vapor, tales como la filtración, la radiación y el ultrasonido, pero esto generalmente se emplea donde la aplicación del vapor saturado no resulta factible. En el campo de la esterilización pueden establecerse rápidamente algunos hechos concretos que es importante que sean comprendidos por el
estudiante de cirugía.

Por una parte, la retórica utilizada no debe ser confusa o permisiva. De este modo. Se establece aquí que esterilización va a significar la destrucción total de la vida microbiana y viral. Los vocablos que a menudo se relacionan con la esterilización, tales como antisepsis y desinfección, deben ser reconocidos claramente como representantes de estados menos que estériles, que por lo tanto no logran cumplir los requerimientos totales de la esterilidad. Como principio básico de asepsia, puede haber sólo una forma de esterilización, que es la destrucción completa de los patógenos.

Del mismo modo, un viricida mata a los virus, un fungostático reduce la velocidad de crecimiento de un hongo, y así sucesivamente. Los microorganismos patógenos que forman esporas proveen la prueba definitiva de la eficacia de las prácticas de esterilización y, con respecto a esto, el vapor saturado ha demostrado ser el esporicida más práctico, más económico y más corrientemente efectivo.