La estética: una ciencia y un servicio de salud

¿Es la odontología estética una ciencia de la salud o un servicio de salud? ¿O es el epítome de la vanidad plasmado en una sociedad superficial?. La respuesta a estas preguntas se halla en los hechos científicos aportados por miles de estudios, que demuestran la relación directa o indirecta de que tener una mejor imagen es un ingrediente clave para una autoimagen positiva, que a su vez se relaciona con una buena salud mental.

Los autores de una encuesta reciente que incluyó a casi 30 000 personas señalan la relación entre el bienestar psicosocial y la imagen corporal. Estos autores encontraron que sentirse atractivo, en forma saludable da lugar a menos sensaciones de depresión, soledad e inutilidad. Este estudio también halló que cuanto más precozmente se mejora el aspecto físico, más probable es que la persona viva con autoimagen positiva. Sheets afirma que «una autoimagen negativa puede ser evolutivamente más incapacitante que un defecto físico». Por ejemplo, era más probable que adultos que referían haber sido humillados en la infancia tuviesen una imagen propia negativa frente a aquellos que no lo habían sido.

Según Paetzer, el rostro es la parte más importante del cuerpo a la hora de determinar el atractivo físico. Específicamente, «la jerarquía de la importancia de los componentes faciales parece ser la boca, los ojos, la estructura facial, el cabello y la nariz«. Por lo tanto, resulta evidente que no sólo habría que realizar odontología estética, sino que ésta debería llevarse a cabo lo más prevozmente posible. No es necesario que todos los odontólogos dominen cada uno de los tratamientos existentes. Sin embargo, todos ellos deberían comprender las ventajas, los inconvenientes, los resultados posibles de los tratamientos, el mantenimiento necesario y las expectativas de vida de cada modalidad terapéutica.

El derivar un paciente a otro especialista cuando el otro odontólogo es capaz de satisfacer los deseos del paciente no sólo es ético, sino también necesario para mantener una buena relación con el paciente. El paciente seguramente volverá a usted con confianza y lealtad, agradecido por su buen juicio al haberlo derivado para un tratamiento estético específico.

Un buen ejemplo sería un paciente con dientes amarillentos por la edad, si usted no realiza el blanqueamiento de dientes vitales como uno de los tratamientos rutinarios de odontología estética, remita al paciente a un colega que ofrezca este tratamiento. Es muy probable que el paciente vuelva a su consulta para proseguir los tratamientos rutinarios. De hecho los pacientes le apreciarán más al advertir que usted está más preocupado por el bienestar de ellos que por el suyo propio.

Fuente: Libro de Odontología estética por Ronald E. Goldstein, volumen 1.