Papel del Higienista

El higienista puede ser el segundo, tercero o cuarto miembro del equipo de tratamiento que visita al paciente. Sin embargo, por lo general es la primera persona que trata al paciente y, por lo tanto, debe tener mucha experiencia en técnicas higiénicas y en recabar investigación de forma sutil adoptando siempre una actitud tranquilizante. En numerosas ocasiones, el higienista desarrollara una relación especial con el paciente. Esta relación puede aportar información crucial para lograr el éxito del tratamiento o prevenir el posible fracaso.

El higienista deber ser suficientemente inquisitivo y observador para ayudarles a descubrir hábitos potencialmente dañinos y comunicarlos tanto al paciente como a usted. Dichos hábitos incluyen el mordisqueo de los labios, mucosa yugal o uñas, masticación de hielo u objetos extraños o rechinamiento dentario. Una vez limpios los dientes, podemos y debemos determinar los deseos del paciente respecto al tratamiento estético. Es posible hacer observaciones respecto a tinciones evidentes, restauraciones necesarias, coronas mal ajustadas, etc.

El higienista  debe prestar atención a aquellos detalles que indiquen el interés del paciente en la odontología estética. Un paciente que se cubre la boca al reír está haciendo uso de una comunicación no verbal de vital importancia. Los labios tensos sobre los dientes, las mejillas contraídas o una lengua presionada contra un diastema también son signos inconscientes del paciente, directa o indirectamente expresan la preocupación del paciente por su aspecto físico. El higienista debería comunicar estar observaciones al odontólogo en privado.

Es posible que en la primera visita el paciente vea al dentista durante un periodo de tiempo comparativamente breve. Esto depende de la disponibilidad y deseo del paciente de aprovechar más horas para la “segunda visita” el mismo día. Si el paciente viene de las afueras de la ciudad, suele ser recomendable planificar la primera y segunda visitas el mismo día para reducir el tiempo y los costes del transporte.

Fuente: Libro de Odontología estética por Ronald E. Goldstein, volumen 1.