Aprendizaje autónomo

Aprendemos a aprender para convertirnos en aprendices autónomos (Aebli, 1998, p. 151). Quien ha aprendido a aprender no necesita ya de alguien que le guíe en el aprendizaje, se ha convertido en un aprendiz autónomo, capaz de aprender por sí mismo. Hay quienes entienden el plan de aprendizaje como un camino para preparar al alumno hacia la autonomía.

¿En qué situaciones es deseable o necesario?

Aprendizaje autónomo para aprender más. Se sabe que, en la medida en que el alumno continúe trabajando independientemente de nuestras clases, aprende y experimenta más allá de lo que le transmitimos directamente.

  • Aprendizaje autónomo como preparación para el siguiente nivel escolar. Los estudiantes —según los niveles educativos— deben leer libros, comprenderlos, realizar otras tareas para rendir cuenta de ellas en los exámenes.
  • Aprendizaje autónomo como preparación para el trabajo. Se constata que en la vida laboral moderna, con los grandes cambios sociales, con la introducción de continuas innovaciones, con los cambios tecnológicos y de mercado, se exige una adaptación permanente por parte de los trabajadores. Una buena parte debe hacerlo por sí mismo, mediante lecturas, observación y preguntando.
  • Aprendizaje autónomo para poder responder con las obligaciones de la vida ciudadana y de la vida privada. Un saber fundamentado se consigue sólo con base en el estudio individual.
  • Aprendizaje autónomo para hacer más enriquecedor el tiempo libre. El saber hacer adquirido enriquece la vida. El aprendizaje autónomo le posibilita al hombre organizar adecuadamente su tiempo libre.

El aprendizaje autónomo, a mi entender, pivota sobre tres ejes:

  1. El componente de saber: conocer el aprendizaje propio, tener una idea clara de los procesos de aprendizaje correctos. Es lo que en los últimos años se ha llamado saber metacognitivo. Metacognición es el saber sobre el saber. Deberíamos hablar de metaaprendizaje, metacomprensión, metasolución de problemas, metaejercicio/asimilación y metamotivación. Saber sobre mi proceso ideal de aprendizaje y sobre mi proceso real de aprendizaje, con sus cualidades y debilidades.
  2. El componente de saber hacer: aplicar prácticamente procedimientos de aprendizaje. Se pretende que los estudiantes desencadenen por sí mismos el aprendizaje y que los puedan dirigir correctamente.
  3. El componente de querer: estar convencido de la utilidad del procedimiento del aprendizaje y querer aplicarlo. Los estudiantes deberán estar de tal manera convencidos de su utilidad que realizarán el aprendizaje sin que nadie se lo pida y cuando nadie los controle.

Aebli (1998, pp. 153 y ss.) categoriza en cinco formas básicas el aprendizaje autónomo para adquirir la capacidad de:

  • Establecer contacto, por uno mismo, con cosas e ideas (leer y observar).
  • Comprender por uno mismo fenómenos y textos.
  • Planear por uno mismo acciones y solucionar problemas por uno mismo.
  • Ejercitar actividades por uno mismo, poder manejar información mentalmente.
  • Mantener por uno mismo la motivación para la actividad y para el aprendizaje.

No todo el aprendizaje autónomo es de por sí aprendizaje aislado. Las personas continúan aprendiendo fuera de la escuela —en muchas ocasiones— porque se integran en grupos y asociaciones, colaboran y aprenden en el trabajo en común.

Fuente: Libro de Estrategias innovadoras para una enseñanza de calidad, autor Ma. Luisa Sevillano García, editorial Pearson.