Mapas conceptuales

Los mapas conceptuales constituyen una estrategia de relación de conceptos y construcción de significados percibidos. Los experimentan los estudiantes en mayor o menor medida a tenor de la profundidad de los nuevos conceptos o de las nuevas relaciones proporcionales que hayan captado del impacto que tengan de ellos.

Los mapas conceptuales facilitan la comprensión básica de un texto y su estructuración jerárquica, es decir, facilitan la organización del pensamiento con la creación de estructuras clave, o fundamentales o de más alto nivel que permitan interpretar el pensamiento de la persona y los acontecimientos objeto de estudio.

Los mapas conceptuales ayudan a hacer más evidentes los conceptos clave o las proposiciones que se van a aprender, a la vez que sugieren conexiones entre los nuevos conocimientos y los que el alumno ya sabe. La ordenación jerárquica muestra el conjunto de relaciones entre el concepto principal y otros subordinados a él.

Lo más característico de los mapas conceptuales es que se representan en un gráfico, un entramado de líneas que confluyen en una serie de puntos. Con ellas se consigue la construcción del propio conocimiento, en el que intervienen, además de la información, las percepciones, los valores, las creencias y otros componentes emocionales. Su elaboración conlleva un proceso de categorización de un documento al construir estructuras jerarquizadas de pensamiento formadas por conceptos clave y relacionados.

Consideramos como elementos esenciales en un mapa conceptual:

  • Es altamente motivador en el proceso de asimilación de contenidos, debido a que el alumno ha de jerarquizar la información. Le implica una actitud activa.
  • Ayuda al alumno a descubrir los conceptos clave dentro de una disciplina, y le sugiere lazos de conexión entre lo que ya sabe y el conocimiento que quiere aprender.
  • Constituye una estrategia eficaz para indagar los conocimientos previos de los alumnos sobre un tema determinado.
  • Ayuda a los alumnos a estructurar la información, relacionando de una forma no arbitraria (jerárquica) los nuevos conceptos con los que ya sabe, porque el significado de lo que se desea aprender se percibe con más facilidad cuando la información está organizada, posee una estructura y sus principales ideas están relacionadas entre sí. Este proceso se desarrolla en una secuencia descendente: se parte de los conceptos más generales o inclusivos, y de los conceptos intermedios, hasta llegar a los más específicos con el fin de descubrir las relaciones de diferente naturaleza que mantienen entre sí.
  • Es un instrumento para que profesor y alumnos compartan significados, discutiendo los representados en ellos y llegando conjuntamente a un pacto negociado o acuerdo final sobre las soluciones dadas por las distintas partes. De este modo se contribuye también a establecer un clima cooperativo, participativo y democrático en la clase. Así lo demuestra también Luque Sánchez (1999) en la realización de su tesis doctoral.
  • Es muy útil como estrategia para hacer un resumen del contenido que se ha de aprender, mejorando la comprensión.
  • Al conseguir el alumno una mayor simplificación y comprensión de lo que tiene que aprender, se logra mejorar el recuerdo. La misma presentación visual implica una conceptualización de los aspectos más importantes.
  • Propicia que el alumno adquiera una actitud favorable para aprender significativamente. Proporciona una especie de sincretismo informativo, que favorece la comprensión y evita la pérdida de tiempo que supone la lectura y retención de palabras innecesarias para la asimilación de contenidos.
  • Se utiliza como instrumento de evaluación o diagnóstico del conocimiento estructural de los estudiantes.

Fuente: Libro de Estrategias innovadoras para una enseñanza de calidad, autor Ma. Luisa Sevillano García, editorial Pearson.