Consideración de las emociones

La Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI, presidida por Delors (1996), en su Informe a la UNESCO indica que uno de los cuatro pilares de la educación para los próximos tiempos será aprender a vivir con los demás. Es una constatación que concurre cada vez en las escuelas de estudiantes de diferentes etnias, religiones, ideologías políticas, etc. (este hecho es extensivo a todos los niveles educativos, también el universitario). Si estos grupos, personas, compiten unos con otros o no están en una situación equitativa en el espacio común, ese tipo de contacto puede agravar las tensiones latentes y degenerar en conflictos.

En cambio, si la relación se establece en un contexto de igualdad y se formula proyectos comunes, los prejuicios y la hostilidad subyacente pueden dar lugar a una cooperación más serena e, incluso, a la amistad. Medina y Sevillano (1991) ya realizamos un trabajo sobre el análisis del clima sociorrelacional en el aula. Consideramos que cuando se generan y fomentan actitudes positivas por parte de los profesores (justicia, igualdad, empatía, autonomía, confianza, seguridad y cooperación entre los alumnos), se está posibilitando y potenciando un ambiente
grato de aprendizaje.

Perspectiva de la inteligencia emocional

Las emociones humanas han sido tenidas poco en cuenta en el ámbito docente. Una razón puede haber sido la creencia bastante generalizada en que las emociones entorpecían el logro de objetivos importantes. En el ámbito de las emociones ha sido un avance el concepto de «inteligencia emocional». A partir de esta noción ya es posible hablar de educación emocional y diseñar estrategias tendentes a conseguir entre los estudiantes emociones positivas. Una estrategia emocional bien diseñada se compone de métodos de enseñanza que fomentan las emociones positivas y ayudan a vencer las negativas. Las emociones se definen como conjuntos complejos de interacción de factores subjetivos y objetivos, transmitidos por los sistemas neuronales hormonales, y pueden generar lo siguiente:

  • La aparición de vivencias afectivas como sentimientos de placer o de disgusto.
  • La creación de procesos cognitivos como efectos perceptivos emocionalmente relevantes, valoraciones, clarificación de procedimientos.
  • Comportamientos expresivos bien dirigidos y adaptados.

 

Miedo

El miedo como anticipación de algo malo que puede suceder es frecuente. En el contexto docente los miedos a los exámenes, a ser preguntado, a hacer el ridículo no son infrecuentes. Si por ejemplo ante un examen se espera un fracaso, se reacciona con miedo. Este hecho desencadena las estrategias docentes siguientes:

  • Asegurar el éxito en el aprendizaje. Es preciso poner en juego todas las técnicas y actividades que ayuden a reducir los problemas cognitivos y motivacionales. Se puede también hacer que los estudiantes entiendan, comprendan y asuman que los fallos se pueden corregir y que de los errores se puede aprender.
  • Aceptación de errores como posibilidad para aprender. Los estudiantes deben aprender a aceptar que cometen errores y que pueden comentarlos públicamente. Cuando lo hacen suelen recibir apoyo y comprensión por parte de compañeros y profesores. Si los errores se tratan de esta forma, generan una catarsis emocional que se traduce en efectos positivos sobre el aprendizaje.
  • Creación de una situación desinhibida. Una sobrecarga informativa negativa lleva al miedo ante el fracaso, a la inseguridad y a un miedo vital generalizado. Los estudiantes pueden desactivar este peligro si parte de la clase se dedica a realizar análisis y crítica de las informaciones. El pensamiento crítico ayuda a relativizar, pero puede generar pesimismo. Es, por tanto, bueno poner en marcha estrategias que hagan ver la belleza de la vida, de la naturaleza, del arte, las cualidades de los compañeros, etc.

Envidia

Rheinberg (1993) recomienda como estrategias, para que en el aprendizaje se aminoren, las siguientes:

  • Comparaciones positivas bajo normas individuales y criteriales, y no sociales.
  • Justicia y transparencia en la valoración y calificación de trabajos y actividades. Todo ello debe ser objetivo y objetivable. Los estudiantes deben conocer los criterios que se aplican en la evaluación de sus saberes para así evitar la sospecha de envidia hacia otros que por su simpatía pueden resultar beneficiados.
  • Sinceridad y apertura en las comunicaciones entre estudiantes-profesor, y estudiante- estudiante.
  • Evitar la concesión de privilegios de manera desigual.

Resumiendo, las estrategias tendentes a contrarrestar el sentimiento y las emociones de envidia hacen referencia a las cuatro causas principales de las mismas: comparaciones sociales, injusticia, relaciones inseguras y privilegios arbitrarios.

Enfado

  • Estimulación de controles del enfado. Es preciso identificar y nombrar los desencadenantes del enfado, la identificación de los identificadores de enfado, la utilización de advertencias cuando haya enfado, la aplicación de medidas de trasparencia y el diálogo que aminore los enfados.
  • Visiones flexibles de las cosas.
  • Expresión, manifestación constructiva del enfado. Se realiza discutiendo los diferentes puntos de vista. Los estudiantes tienen el derecho de manifestar su enfado cuando se les ha ocasionado perjuicios. Su enfado debe ir dirigido a los causantes y no a terceras personas inocentes. La finalidad debe ser el cambio y la mejora de la situación. La manifestación del enfado debe producirse poco después de la producción del mismo.

Fuente: Libro de Estrategias innovadoras para una enseñanza de calidad, autor Ma. Luisa Sevillano García, editorial Pearson.