Concepto de las nuevas estrategias educativas

Uno de los pilares de la educación del presente siglo, que la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI presidida por Delors (1996) indica, es «el aprender a conocer». No es de extrañar que en estos comienzos de siglo, en que existen recursos, informaciones, conocimientos teóricos y técnicos evolutivos sin precedentes, que circulan por múltiples medios y hasta los rincones más insospechados del planeta, se plantee a la educación la necesidad de dotar a las personas de estrategias que permitan no dejarse sumergir por las corrientes de informaciones en muchos momentos efímeras y conservar el rumbo del desarrollo individual y colectivo. No basta con que cada persona acumule al comienzo o en alguna etapa de su vida gran reserva de conocimientos. Debe formarse para actualizar, profundizar y enriquecer ese saber a lo largo de su vida, y adaptarse a un mundo que avanza de forma vertiginosa y que está en permanente cambio.

Aprender para conocer supone, en primer término, aprender a aprender, ejercitando la atención, la memoria y el pensamiento. Desde la infancia, sobre todo en las sociedades dominadas por la imagen televisiva, el estudiante debe aprender a concentrar su atención en las cosas y las personas. La vertiginosa sucesión de informaciones en los medios de comunicación y el frecuente cambio de canal de televisión atenta contra el proceso de descubrimiento, que requiere una permanencia y una profundización en la información captada. Este aprendizaje de la atención puede adoptar formas diversas y desarrollarse en múltiples ocasiones de la vida (juegos, visitas a empresas, viajes, trabajos prácticos, asignaturas científicas, naturaleza, etc.) (Informe a la UNESCO, 1997).

¿Qué se necesita en el aula para provocar ese proceso del aprender a aprender? Aun
reconociendo que no existe un proceso único de aprendizaje sino que existen muchos procesos de aprendizaje y en cada uno, a su vez, se distinguen varios subprocesos podemos hablar de diversas fases, dimensiones, frecuencias. Hans Áebli (1998) distingue estas dimensiones:

  • Tener una idea de su realización correcta.
  • Intentar realizarla por uno mismo.
  • Observarse en su realización y discutir la observación.
  • Formular como autoinstrucciones del aprendizaje reglas de dirección y control.
  • Llevar éstas a la práctica con nuevos contenidos.
  • Juzgar el proceso del aprendizaje y su resultado.

En esta misma línea, Tedesco (2000) manifiesta que hacer explícito que los argumentos lógicos que se presenten permitan articular una proposición con otra, con cierta coherencia lógica, con cierta consistencia interna, sin que haya contradicción entre lo que se dice en diferentes momentos de la argumentación, siendo parte del proceso de aprender a aprender. Si un sujeto es consciente de esas operaciones, si es capaz de reflexionar sobre las mismas, está dando el salto de lo cognitivo a lo metacognitivo, está aprendiendo a aprender, está comenzando a ser consciente de lo que él tiene que hacer para seguir aprendiendo.

Curiosidad, interés y motivación son actitudes que hay que hacer explícitas en este
proceso de aprender a aprender. A partir de este análisis, se pregunta Tedesco: ¿cuáles son las competencias que debe tener un nuevo docente?

  • Competencias vinculadas con la idea de lo institucional. Para trabajar en equipo, para comunicar lo que se sabe, para ejercer el liderazgo en algunos momentos y en algunas cosas, y ser parte de un equipo en otros, para evaluar a los alumnos, para diagnosticar problemas, para anticiparse a ciertas situaciones.
  • Competencias vinculadas con lo pedagógico. Capacidad de comprender, de fortalecer al otro, de guiar, de escuchar.
  • Competencias vinculadas a la responsabilidad de los resultados.

Desarrollar en los alumnos capacidad para realizar su propio aprendizaje, porque
aprender a aprender, aprender a lo largo de toda la vida, implica que el estudiante va a tener que ser cada vez más responsable de su aprendizaje, va a tener que estar tomando decisiones sobre qué buscar, cómo organizarlo, dónde ir a buscarlo, qué líneas seguir en términos de aprender. La constancia en las estrategias iniciadas es otra dimensión estudiada últimamente. Wolters y Rosenthal (2000) publicaron en el volumen n.º 33 del International Journal of Educational Research resultados de un estudio que habían realizado sobre las relaciones entre el punto de inicio en la fijación de decisiones y su permanencia en las mismas. Buscaban con ello poner en práctica estrategias que regulasen la constancia de los estudiantes en los trabajos iniciados. Los resultados indicaron que las tareas de valoración, orientación a metas de aprendizaje y orientación individual a metas de rendimiento se mostraban muy eficaces.

Fuente: Libro de Estrategias innovadoras para una enseñanza de calidad, autor Ma. Luisa Sevillano García, editorial Pearson