Lavado quirúrgico

El lavado quirúrgico es el primer paso que se ha de seguir para ingresar a la sala como miembro del equipo estéril. El objetivo es que manos y antebrazos estén limpios y tan libres como sea posible de microbios.  La piel elimina sus capas córneas externas en forma constante y los estratos inferiores de la piel están en permanente multiplicación. En estas capas habitan bacterias que son flora residente normal.
El lavado de manos y antebrazos tiene como fin eliminar mecánicamente la flora transitoria arrastrándola con agua y jabón y eliminar en lo posible la concentración de la flora residente con el uso de antisépticos.  El tiempo de lavado influye en los resultados del arrastre mecánico y los antisépticos que se adicionan reducen el tiempo y lo hacen más efectivo.

Los lavabos de cirugía están en el área gris y cercanos a las puertas de las salas de operaciones. Se prefiere que sean individuales, amplios y con profundidad suficiente para que no salpique el agua sobre la misma persona que se lava. La ropa mojada produce contaminación de la bata estéril que se coloca encima.
El agua  llega a los surtidores que se accionan por dispositivos mecánicos que se manejan con las rodillas o el pie, para no tener que cerrar el flujo del agua con las manos después de lavadas. Estos lavamanos no se emplean para enjuagar o lavar instrumentos, ya que existen artesas y lavabos destinados a este efecto.
Una jabonera también accionada con pedales surte el jabón adicionado con antisépticos.  El lavado se hace con cepillos estériles reusables, empacados en forma individual.