Funcion de la valoración de los resultados del aprendizaje en el proceso de enseñanza

En muchas oportunidades se considera erróneamente a la evalua­ción como la última fase del proceso de enseñanza, el que comienza con la determinación de objetivos y termina con la evaluación de los mismos. En este caso la evaluación cierra un proceso, el papel del docente consiste simplemente en juzgar a los alumnos, él permanece fuera del proceso evaluativo. En una concepción funcional y actual, se establece que la evalua­ción está presente en todos los momentos de la tarea de enseñar, en íntima interdependencia.

Para probar esta afirmación, analizaremos cada una de las fases de la tarea docente y la función de la evaluación en cada una de ellas. El primer paso en el proceso de enseñanza consiste en identificar y definir objetivos en términos de cambios deseables en la conducta del alumno, determinar qué clase de resultado de aprendizaje se bus­ca, qué conductas mostrarán los alumnos al finalizar un proceso de aprendizaje.

La importancia de este paso es vital para la evaluación, ya que sólo después de establecer con claridad los objetivos, se podrá juzgar el progreso de los alumnos hacia ellos. Pero al mismo tiempo ¿cuál es el papel que la evaluación juega en la formulación de objetivos? La evaluación previa de los alumnos es fundamental para formular los objetivos, y la evaluación continua y posterior permitirá replantear los objetivos formulados, si éstos resul­taron demasiado elevados o simples, para el grupo de alumnos con el que se trabaja. Es decir, que existe una interrelación entre objetivos y evalua­ción. Por un lado, es necesaria una clara formulación de objetivos para realizar una evaluación eficaz y, en un sentido inverso, la inter­pretación de los resultados de la evaluación ayuda a replantear obje­tivos.

El segundo paso en la enseñanza consiste en planificar las situa­ciones de aprendizaje en armonía con los objetivos establecidos. La interacción con la evaluación, en esta fase, se da de la siguien­te manera: la evaluación es una actividad de aprendizaje que debe ser planificada, pero al mismo tiempo, de los resultados de la evalua­ción podrá surgir un replanteo en las situaciones planificadas.

La tercera fase en la tarea docente reside en conducir las expe­riencias de aprendizaje planificadas; aquí también se da la interrelación con la evaluación, ya que ésta es una experiencia de aprendiza­je realizada por los alumnos, pero al mismo tiempo los resultados de la evaluación permiten replantear las experiencias realizadas.

La cuarta tarea consiste en determinar el progreso de los alumnos hacia los objetivos establecidos; en esta fase se realiza la evalua­ción. Aquí también hay interdependencia, pues los resultados obtenidos permiten juzgar la evaluación. Por ejemplo, puede suceder que la gran mayoría de los alumnos de un curso fracase en una prueba. Al juzgar este hecho posiblemente se pueda comprobar que la prueba fue muy difícil o poco válida. Es decir que al evaluar podemos juz­gar la calidad de los instrumentos usados para realizar la evaluación.

En síntesis, podemos decir que el papel de la evaluación en la enseñanza, es servirle de fundamento, permitir un mejoramiento constante y garantizar una acción racional y eficaz. Existe actualmente una palabra que sintetiza la esencia del concepto de evaluación hasta ahora desarrollado: «feed -back » reali­mentación. Este término tomado de la teoría de la comunicación se refiere al proceso por el cual, ante un mensaje del emisor, el receptor emite una señal, que indica si captó o no el mensaje; para que se dé realimentación, el emisor debe captar la señal emitida por el recep tor y continuar la comunicación sobre la base de dicha señal. Por ejemplo, si ésta indica que el receptor no comprendió, será necesario repetir el mensaje con otras palabras, citar ejemplos, etc.

Por lo contrario, si la señal demuestra que el receptor captó el mensaje, se podrá continuar con el proceso de comunicación. La evaluación, fundamentalmente, cumple en la enseñanza una función de realimentación, pues los datos recogidos al evaluar los resultados de aprendizaje son las señales que emiten los alumnos (en este caso receptores del mensaje del docente). Dichas señales indican si aprendieron o no, quiénes tuvieron problemas, en qué medida se produjo el aprendizaje, etc. Según sea la señal, el docente deberá ade­cuar su tarea futura, repetir el mensaje en forma total o parcial, utilizar distintas técnicas, continuar adelante de acuerdo con lo pre­visto, etc.

Fuente: Susana Avolio de Cois (1987), Evaluación del proceso de enseñanza-aprendizaje, Buenos Aires: Ediciones Marymar