Metodología y estrategias para acompañar el aprendizaje

El modelo docente que está implícito en esta concepción de profesor que proponemos es más complejo que cualquiera de los que tradicionalmente se conocen (experto, transmisivo, técnico, etc.), puesto que contempla a la vez una doble dimensión o perspectiva: la propia como profesor, con todas las implicaciones y tareas que eso conlleva, y la del estudiante, como sujeto activo y decisorio del proceso. Las tareas, funciones, roles y competencias atribuidas a un profesor en un entorno en línea (Álvarez, Guasch y Espasa, 2006) deben considerar la tipología de estudiantes que se encuentran en el aula, cuáles son sus intereses y sus capacidades para aprender.

La especificidad que adquieren la interacción y la comunicación en línea por parte del profesor no debe pensarse sólo desde su rol, sino que debe plantearse desde el conocimiento específico de lo que debe hacer el estudiante para aprender en ese momento. A partir de un ejercicio de empatía el docente debe hacer lo posible por comprender cómo los estudiantes de un determinado grupo aprenderán de forma más eficiente y satisfactoria. Es una de las primeras reflexiones que Ana y Jorge han realizado. Hasta el momento, cuando diseñaban su plan docente o de aprendizaje, siempre situaban el eje de éste en los contenidos a desarrollar, en lo que el docente va a realizar para enseñar lo mejor posible aquello que el estudiante debe aprender.

Pero, ¿por qué no situar el plan docente como el recorrido de aprendizaje del estudiante? Cabe destacar que este diseño didáctico desde el aprendizaje del estudiante no debe hacerse sólo a nivel cognitivo, sino también en el socioafectivo y en el técnico, este último muy importante en un entorno en línea. Muchas veces, los recursos de las plataformas virtuales en las universidades ofrecen posibilidades de gestión técnica exclusivamente al profesor, pero en muy pocos casos el estudiante tiene capacidad para gestionar técnicamente el espacio. Los entornos abiertos, como los que configuran los recursos de la web social, avanzan precisamente en el sentido contrario, y toman una dirección en la que el usuario controla completamente su entorno. Veremos eso más adelante con el ejemplo de los PLE. Las plataformas virtuales de las universidades deberían experimentar una evolución en este sentido, una mayor capacidad de los usuarios para poder configurar el espacio y, a la vez, una mayor capacidad para el profesor para dar a los estudiantes privilegios de administración del entorno en el momento en el que las actividades así lo requieran.

Una de las primeras acciones que han pensado Jorge y Ana es la de ir desarrollando variaciones en el plan de aprendizaje para que éste tenga como motor la actividad de los estudiantes. Por ejemplo, en la asignatura de Ana y Jorge, Matemática financiera, podrían establecerse inicialmente una serie de temas en el programa docente. Han pensado en publicar este programa en el aula virtual al empezar el curso y como actividad inicial de la formación propondrán un ejercicio de revisión y reflexión por parte de los estudiantes sobre este plan propuesto.

Para ello, diseñan una actividad en el campus virtual que consiste en los siguientes pasos:

1. Exponer la propuesta de temas a tratar dentro del plan docente y como actividad inicial del curso, pidiendo a los estudiantes mediante un mensaje que lo revisen.

2. La revisión se puede plantear de formas muy diversas. Podemos exponer unos determinados temas en una wiki o un documento en línea compartido y pedir a los estudiantes que de cada tema hagan una contribución sobre lo siguiente:

  • Exponer lo que saben sobre cada uno de los temas.
  • Incluir bajo el título del tema la información relacionada que puedan encontrar en Internet.
  • Elaborar una lista de otros temas que puedan relacionarse con ese.
  • Revisar qué conceptos matemáticos se vinculan a cada tema.
  • Explorar situaciones reales de la práctica de la economía y las finanzas en las que cada tema o concepto podrá utilizarse.
  • Pedir que los estudiantes puntúen la importancia de cada tema del 0 al 10 según sea para ellos su interés e importancia para la asignatura.

3. Finalmente, la actividad puede finalizar con un texto de conclusiones que haga el profesor sobre el trabajo realizado y un tiempo posterior de discusión sobre ese texto de todos los miembros del grupo en un foro virtual. El profesor podrá saber con la actividad del grupo los conocimientos previos que los estudiantes tienen en los temas que se plantean para la asignatura y con qué competencias de búsqueda, selección y reelaboración de la información cuentan, así como cuáles son sus prioridades e intereses respecto a la materia. A partir de esta información, el profesor podrá replantear el programa inicial del curso. Otra de las estrategias posibles que fomenta la proactividad de los estudiantes en un entorno virtual es darles la responsabilidad de que sean ellos los encargados de preparar un tema o concepto del currículum de la asignatura, con el objetivo de facilitar el aprendizaje de los demás compañeros.

En definitiva, que el estudiante adquiera en ese momento un rol parecido al del profesor que facilitará y acompañará el aprendizaje de sus compañeros y compañeras. Si el estudiante asume la responsabilidad, el proceso resultará altamente significativo para él y habrá muchas posibilidades para que desarrolle diversas competencias relacionadas con los contenidos trabajados. Por ejemplo, en una actividad de este tipo planteada en el contexto de una titulación como Ingeniería Informática, cada estudiante, o cada pareja de estudiantes o cada pequeño grupo tendrá que preparar un programa o aplicación, un uso concreto de una aplicación o una funcionalidad de un software en cuestión. El profesor guiará la preparación que haga el estudiante, pero éste deberá buscar material y recursos. También se puede reelaborar y crear material nuevo si fuera necesario para el éxito del aprendizaje de los compañeros.

Diseñando este tipo de estrategias para enseñar y que los demás aprendan, los estudiantes experimentan un proceso de reflexión muy interesante sobre su propio proceso de aprendizaje. Respecto a los recursos tecnológicos que integran las plataformas virtuales, éstos podrán utilizarse de forma muy diferente y los estudiantes deberán reflexionar y decidir cómo usarlos para la preparación de su tema. También se puede establecer en estas dinámicas una estrategia de evaluación del grupo al trabajo del estudiante o grupo de estudiantes que han preparado el tema. El papel del profesor será el de ayudar y acompañar la preparación (exploración, diseño, elaboración, etc.) de la acción de enseñanza que hará el estudiante. Las acciones que el estudiante debe realizar se relacionan con la adquisición de competencias generales y fundamentales para cualquier ámbito de conocimiento y/o estudio. Sin duda, esta estrategia de cesión de la responsabilidad para la enseñanza es también un escenario muy adecuado para el aprendizaje colaborativo y la construcción conjunta del conocimiento, estrategia didáctica. Las posibilidades para aprender y las estrategias que de estas posibilidades se derivan en los escenarios como los anteriormente planteados suponen un cambio importante en la forma en la que los estudiantes adquieren su conocimiento. En los actuales entornos en línea el proceso de aprendizaje puede conllevar un proceso notablemente distinto al que suponen las propuestas tradicionales en un aula universitaria presencial.

Pero realmente lo que provoca un cambio metodológico no son por sí mismos la cantidad de recursos o la existencia y la configuración y/o estructura del entorno virtual. Las cosas pueden seguir haciéndose como siempre y los planteamientos metodológicos pueden mantenerse sin cambios en casi cualquier entorno tecnológico, de la misma forma que pueden cambiar o no en un entorno presencial (Bautista, Borges y Forés, 2006). La realidad es que las nuevas formas de aprender sólo podrán tener lugar si el profesor tiene esa voluntad de cambiar, las piensa y las diseña y planifica para finalmente implementarlas, enseñando a los estudiantes a llevarlas a cabo y disponiendo los máximos elementos para que así ocurra.

Por otra parte, como hemos podido ver en el capítulo anterior, un estudiante en un entorno en línea espera que la interacción con el profesor sea fluida y sistemática. Por esta razón, la sistematización en la atención al estudiante, a sus dudas y sus necesidades de orientación para el aprendizaje deben formar también parte fundamental dentro del conjunto de estrategias docentes en un entorno virtual. La situación contraria y muy negativa al estudiante acompañado, sin duda, es el estudiante abandonado. Por ello, el feedback inmediato es fundamental.

El estudiante necesita saber si progresa de forma adecuada, precisa sentir que sus dudas tienen respuestas inmediatas y tiene que saber que el profesor está haciendo un seguimiento constante de sus actividades. La tutorización y seguimiento en un entorno virtual es fundamental y requiere de una formación especifica (Silva, 2011). Hay que diseñar y moderar los entornos virtuales teniendo en cuenta el origen social y cultural de los estudiantes, los tipos de contri-buciones que deben realizar, planificar su frecuencia, los espacios más adecuados, las herramientas más apropiadas, etc. En el modelo que proponemos, otra cuestión importante y fundamental para el éxito en el proceso de aprendizaje en línea es que el profesor no olvide el background que habitualmente presentan los estudiantes respecto a sus experiencias de aprendizaje en el aula presencial y virtual de las universidades.

En gran medida, un alto porcentaje de los estudiantes estarán habituados a que se les dirija y se les proponga un único itinerario para recorrer en la acción formativa, más que un escenario con posibilidad múltiple de elección y opciones distintas para afrontar, protagonizar y adaptar el proceso a los propios intereses y necesidades de aprendizaje. Nadie más que el propio sujeto que aprende, con los conocimientos adecuados y capacidad para reflexionar sobre su propia tarea, puede disponer el escenario y los recursos de aprendizaje para que estos le sean significativos. El profesor debe pone en práctica estrategias para que los estudiantes aprendan a aprender significativamente. Será entonces cuando el profesor podrá acompañar realmente el aprendizaje del estudiante en un entorno en línea.

Fuente: Bautista Guillermo, Evolución y retos de la Educación virtual, Construyendo el E-learnig del siglo XXI, Editorial UOC, Barcelona.