Los actores sociales

Unas relaciones laborales sanas dependen fundamentalmente de la legitimidad de los actores sociales. Las organizaciones de trabajadores y de empleadores necesitan ser representativas y reflejar los intereses de todos sus miembros, prestando especial atención a las necesidades de hombres y mujeres por igual, de minorías étnicas, de los grupos indígenas, de los discapacitados y de otros grupos que se encuentran tradicionalmente fuera del ámbito de representación de las organizaciones de trabajadores y de empleadores.

Con el fin de garantizar una mejor participación de los grupos marginales, y por tanto vulnerables, deberían incluirse disposiciones que garanticen su implicación y representación en el sistema de relaciones laborales y en las comisiones de negociación, siempre que sea posible.

Además, para asegurar una participación efectiva en las relaciones laborales, las partes deben estar capacitadas para el diálogo, la consulta y la negociación, lo que implica conocer los procedimientos y disponer de las informaciones pertinentes para comprender la situación en la que se encuentran los trabajadores y la empresa, con el fin de poder estimar las necesidades y posibilidades de mejora de las condiciones de trabajo y de la productividad en un marco de respeto a la justicia social.

Desde estos primeros requerimientos para conseguir buenas prácticas de relaciones laborales, es necesario contar con organizaciones de trabajadores y empleadores:

  • Legítimas: por ley y por práctica (inscritas, con estatutos, etc.).
  • Representativas (de la mayoría de los trabajadores y empleadores).
  • Con funcionamiento interno en el respeto a la democracia y a los principios de libertad sindical.
  • Capacitadas para ejercer sus funciones. Plurales, representando a todos los trabajadores en forma plural y variada que reflejen en sus estructuras internas la diversidad real de las organizaciones. Con un programa claro y adecuado a las necesidades de sus representados y a las políticas internas.
  • Con cultura de concertación.
  • Capaces de incidir en el desarrollo de los temas sociales en el país.
  • Con unidad de acción en sus programas a nivel nacional, respetando la autonomía original de cada organización.

Fuente: Rueda Catry Marleen, Vega Ruíz María Luz, Manual de Buenas prácticas de Relaciones laborales en las Américas, Organización Internacional del Trabajo 2005 Primera edición 2005.