Orientaciones metodológicas generales para favorecer el desarrollo de las competencias

El desarrollo y trabajo en competencias se debe encuadrar dentro de la concepción constructivista y social del aprendizaje. Este enfoque sostiene que el conocimiento no es una copia de la realidad, sino una construcción del ser humano que lo realiza a partir de los esquemas que ya posee. Por tanto, el conocimiento no es una recepción pasiva, sino es el resultado de la actividad de la persona, la cual se lleva a cabo en contextos sociales. Es por ello por lo que:

  • Se debe situar al alumnado en condiciones para que construya los conocimientos a partir de lo que ya sabe, de los conocimientos adquiridos anteriormente, buscando a su vez su interés y motivación hacia los aprendizajes que debe realizar.
  • Se deben atender con especial atención los aspectos relacionados con la organización de las interacciones sociales, tanto con el profesorado, que deberá adoptar un papel de facilitador de los aprendizajes más que el de un transmisor de contenidos, como del resto de alumnos y alumnas, agentes también fundamentales en los procesos de aprendizaje.
  • Se deben fomentar las interacciones del alumnado con el medio físico y social con el fin de movilizar sus esquemas y conocimientos previos. Lo que va a determinar los aprendizajes no van a ser los contenidos disciplinares, sino las situaciones en las que el alumno o alumna utiliza los saberes para resolver la tarea. Es decir, se trata de articular, combinar y transferir los aprendizajes sobre el saber, saber hacer y saber para resolver situaciones funcionales complejas.

Efectivamente, adquirir una competencia supone haber aprendido sobre algo y movilizar los aprendizajes adquiridos ante una determinada situación o problema. El aprender “sobre algo” supone atender a dimensiones relativas al “saber” (hechos, conceptos, principios), “saber hacer” (procedimientos, habilidades, destrezas) y “saber ser” (actitudes, motivación, disponibilidad).

Estos aprendizajes deben traducirse en actividades que impliquen al sujeto de forma conjunta, integrándolos (saber, saber hacer y saber ser) y aplicándolos con eficacia a una situación y contexto concretos. Es en las respuestas que se dan a las situaciones problemáticas donde se demuestra la competencia. De esta manera, el aprendizaje por competencias supone para el estudiante un proceso de organización y reorganización de sus conocimientos para transferirlos a nuevas situaciones o realidades.

Las resoluciones de situaciones, problemas…, pues, juega un papel esencial en el enfoque de la educación por competencias, ya que sin ellas las competencias serían sólo virtuales y no podría darse el paso desde la potencia al acto. Constituyen la ocasión para ejercerlas, para comprobarlas y evaluarlas en el alumnado, a la vez que éste puede dar funcionalidad y sentido a lo que aprende a partir de ellas.

Por otra parte, la inclusión de las competencias básicas como referentes comunes a todas las áreas y materias curriculares debe suponer una ruptura con la organización compartimentada del currículo y hacer que el conjunto de profesores y profesoras que imparte clase a un mismo grupo sea responsable de que cada estudiante alcance las competencias, que son comunes a todas ellas. También se debe trabajar por extender la corresponsabilidad del desarrollo de las competencias en el alumnado a otras instancias, entre las que sobresalen, por su importancia, las familias las cuales tienen una incidencia educativa fundamental para la adquisición de competencias tales como las social y ciudadana o la autonomía e iniciativa personal.

En definitiva, de la presencia de las competencias básicas en el currículo, se derivan un replanteamiento de la función docente, nuevas formas de organización y coordinación entre el profesorado de las diferentes áreas, materias y etapas de la educación básica, y la necesaria colaboración entre el personal docente y las familias para trabajar en sintonicen los procesos de enseñanza.