Surrealismo

Movimiento literario dentro del vanguardismo, surge en Francia en la segunda década del siglo XX. Surrealismo significa sobre o más allá de lo real. Buscaban un mundo en donde encontrar los elementos contradictorios de la vida y donde se logre una imagen que participe de inmediato en una síntesis, en un automatismo psíquico. Algunos autores son: García Lorca, Bretón y después se les unió Dali. En la cinematografía Luis Buñuel.

Nacido en Francia sobre los cimientos del dadaísmo e impulsado por sus ex miembros André Breton, Max Emst, Hans Arp y demás representantes del grupo Dadá en París, el Surrealismo desplaza la dimensión de absurdidad dadaísta hacia los dominios del inconsciente, «fundando su estética en las fuentes ocultas de la imaginación«.

Bajo tales presupuestos teóricos se preconiza el empleo de recursos oníricos y automáticos (experimentado largamente por los dadaístas) para la libre creación de formas, relanzando un tipo de collage como fórmula lingüística exclusiva y, con él, la obsesiva práctica de la asociación de imágenes sólo aparentemente irracional es (ya sea creando antagonismos visuales por un simple cambio de contexto, o por la absurda relación entre título y obra) a escalas o texturas sorprendentes por su aparente contradicción (el peine de Magritte que apenas cabe en una habitación, los relojes blandos de Dalí, etc.).

René Magritte, 1952

Este movimiento, fündado en París en 1924, ha ejercido -y ejerce todavía- un extraordinario magnetismo entre una gran parte de diseñadores gráficos e ilustradores que suelen incorporar variantes surrealistas a sus personales repertorios o tratamientos de la imagen. Los «collages fantásticos» del dadaísta (y más tarde surrealista) Marx Ernst y las insólitas composiciones de René Magritte han sido pasto preferido de escuelas y tendencias, nutriendo la cartelística polaca y alemana desde los años cincuenta para acá, la nueva ilustración publicitaria del Push Pin Studios, la fotografía publicitaria y la ilustración de revistas y libros,etc.

Los frecuentes trabajos publicitarios ejecutados por Magritte en tiempos en que ya había pintado algunos de sus cuadros más famosos demuestran que aunque parte de la publicidad de hoy siga inspirándose en el pintor belga, fue él mismo el primero en utilizar el simbolismo surrealista en la publicidad.

El indudable efecto sorpresa que cualquier imagen inesperada produce a los ojos – y en este aspecto los surrealistas fueron maestros- ha sido rentabilizado por la mayoría de metáforas elaboradas en publicidad desde 1924 (especialmente en forma de anuncios y carteles), como el arquetipo iconográfico más eficaz en el superpoblado campo de acción de esta clase de productos gráficos. El Surrealismo sigue, pues, teniendo un gran futuro en el diseño publicitario.

En efecto, mientras la publicidad precise obtener toda la atención del transeunte o espectador -siquiera sea un instante- para depositar en su inconsciente sus efímeros e interesados mensajes, seguirá haciendo uso de cuantos recursos visuales estén a su alcance. Para los publicitarios existe además en el Surrealismo un especial hechizo: fue el movimiento que logró bucear hasta las más ocultas e inexpugnables fuentes del subconsciente, objetivo principalísimo de toda la estrategia publicitaria de consumo.

A partir de un fenómeno artístico cultural como fue Dadá, el surrealismo empieza en 1924 en París. Allí, el escritor francés André Breton publica el Primer Manifiesto del Surrealismo y define el nuevo movimiento como «automatismo psíquico puro a través del cual nos proponemos expresar, ya sea verbalmente o por escrito, o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento«.

En principio era un movimiento de y para escritores, pero de inmediato se vislumbraron las enormes posibilidades que tenían para la pintura y la escultura. Pronto se distinguieron dos modos de hacer arte surrealista. De una parte, los pintores que seguían defendiendo el automatismo como mecanismo libre de la intervención de la razón; entre los más destacados están Joan Miró y André Masson.

De otra, cada vez adquirió más fuerza la opinión de quienes creían que la figuración naturalista podía ser un recurso igual de válido. Sin duda, Salvador Dalí llevaría al límite el poder rupturista de la figuración, pero también cabría mencionar a René Magritte, Paul Delvaux o Yves Tanguy, éste último más interesado en las formas viscosas, líquidas. El arte surrealista investigó nuevas técnicas, como el frottage, la decalcomanía, el grattage, el cadáver exquisito o la pintura automática. También se interesó el surrealismo por la expresión de colectivos a los que apenas se había prestado atención en el pasado.

El arte de los pueblos primitivos, el arte infantil, de los dementes o de los aculturizados fue revalorizado desde entonces. Su duración es ciertamente muy extensa, desde 1924 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Además su capacidad de promoción fue excepcional, se celebraron exposiciones en todo el mundo. Como consecuencia del surrealismo y la abstracción, la pintura contemporánea norteamericana lideró a partir de 1945 el arte mundial.

Fuente: Apunte Historia del Arte del Siglo XVIII al Siglo XX de la U de Londres