Definiciones tradicionales y orígenes de la ciudadanía

La ciudadanía tiene que ver con la pertenencia a un grupo o comunidad y con los derechos y las responsabilidades que se asocian a tal membresía. Además de ser una condición que confiere derechos y obligaciones, la ciudadanía es también una práctica a través de la cual las personas son capaces de participar para dar forma a sus sociedades. Implica no sólo derechos y responsabilidades, sino también interacción e influencia dentro de la comunidad.

El concepto de ciudadanía se originó en el pensamiento político occidental sobre liberalismo y democracia y se basa en la noción del individuo como miembro de una nación-estado democrática. Describía la relación entre el individuo y el Estado, en la cual el individuo podía asegurarse protecciones y participar en la vida pública y la toma de decisiones de la nación. El “verdadero ciudadano” fue concebido originalmente como uno capaz de luchar y morir por su país. Conforme los contextos históricos cambiaron, este ciudadano guerrero se convirtió en votante democrático en el contexto de las luchas por el sufragio universal y, en el siglo pasado, en el individuo que podía intercambiar contratos en el mercado – ahora como ciudadano-consumidor.

Todos estos “ciudadanos” han sido, en distintos tiempos, los miembros “verdaderos” y “plenos” de la comunidad o el grupo – aquéllos cuyos roles indicaban membresía y que eran los más altamente valorados y reconocidos.

Los derechos ciudadanos en el pensamiento occidental fueron tradicionalmente concebidos como derechos civiles y políticos que permitían a la gente involucrarse en el debate político y la toma de decisiones en el ámbito público. La ciudadanía otorgaba una condición legal a esos derechos, brindando así al individuo los medios para exigirlos y también una vía por la cual buscar reparaciones en caso de que fueran violados (Lister 2003b).

La ciudadanía, conferida igualitariamente a todas las personas que alcanzan “membresía” a la nación, se basa en una persona neutra y abstracta, sin género, raza, clase, etnicidad o cualquier otra relación social que indique personas reales, vivas. La igualdad, por tanto, implica que todos los ciudadanos y las ciudadanas son iguales y tienen las mismas necesidades. La ley, que garantiza los derechos de las y los ciudadanos, es en sí misma vista como neutra, a ser aplicada igualitariamente cada ciudadano y ciudadana. Tales conceptos son conocidos como ciudadanía “universal”.

Fuente: Informe general de género y ciudadanía. Bridge development-gender