Roma

Roma es la capital de Italia, de la provincia de Roma y de la región del Lacio; 2.823.873 habitantes en 2004 (la provincia de Roma cuenta con 5.352 km² y 4.300.000 habitantes). Está emplazada en el valle del río Tíber, a unos 20 km del mar Tirreno. Instalada en principio sobre siete colinas a la izquierda del Tíber, se expandió sin ajustarse a un plan urbanístico por ambas orillas del río, instalándose grandes barrios obreros y plantas industriales en el extrarradio (barrio de San Pablo, Cinecittà). Roma contiene una gran historia.

Demografía

El desarrollo demográfico de Roma durante el siglo XX fue muy notable: 1921, 660.235 hab.; 1951, 1.651.754 hab.; 1961, 2.188.160 hab.; 1971, 2.781.993 hab. Si como núcleo urbano es el primero de Italia, en cuanto a la aglomeración le sobrepasa Milán.

Importancia de Roma

La industria está en desarrollo (mecánica, construcción, tabacalera, química y cinematográfica). La industria hotelera ha adquirido gran importancia por el progresivo aumento del turismo (peregrinaciones).

Roma es un gran centro administrativo y burocrático. Además, es una capital cultural y religiosa, cuenta con varias universidades, civiles y eclesiásticas, y otros centros de enseñanza superior. Es sede de la FAO.

En 1929, por el Pacto de Letrán entre el Reino de Italia y el Pontífice, se estableció en el municipio de Roma el Estado de la Ciudad del Vaticano.

Comunicaciones

La red radial de comunicaciones de Italia converge en Roma, con autopistas Milán-Roma-Nápoles, Roma-Ostia y Roma-L’Aquila Alba Adriatica. Aeropuerto internacional «Leonardo da Vinci» en Fiumicino y de Roma-Ciampino.

El puerto fluvial sobre el río Tíber, al que sólo tienen acceso embarcaciones de muy pequeño calado, no reviste importancia económica.

Arte

Cuando los núcleos latinos que habitaban las colinas del Quirinal, Esquilino y Celio se fusionaron con los del Palatino, fortificaron el recinto habitado, y así se inició la primera fase de la Roma antigua hacia el siglo VIII adC (Roma Quadratta). Durante una segunda fase el perímetro de la ciudad se extendió por el monte Capitolino y por un pequeño valle que lo separaba del Palatino (allí se emplazó el Foro romano). Del siglo VI adC son las primeras construcciones: Palacio Real, Foro, Cloaca Máxima y Tullianum.

Hacia 510 adC se fundó el templo de Júpiter Capitolino, y de la misma época son los templos de Saturno (498 adC), de Cástor (484 adC) y otros. Siguió un período de gran actividad constructiva: templos, basílicas, acueductos y caminos consulares (Vía Apia, Vía Latina, Vía Flaminia, etc.). La verdadera reorganización se llevó en la época de Augusto, bajo cuyo reinado se reconstruyeron templos y monumentos y se levantaron otros nuevos. El incendio de la ciudad, atribuido a Nerón (aunque otras fuentes lo desmienten), en el (68) hizo desaparecer gran cantidad de edificios, reconstruidos poco después por el mismo emperador.

La obra iniciada por Nerón fue continuada por sus sucesores: Vespasiano (Coliseo), Tito, Domiciano (renovación de los templos de Vesta, Augusto y Minerva, del Estadio, el Odeón, en Panteón, etc.). La obra de éste último emperador fue proseguida por Trajano (Foro y Termas), Adriano (puente Elio, templos de Marciana y de Venus, Mausoleo, etc.), Septimio Severo, Caracalla (Termas). En tiempos de Majencio se construyó la basílica homónima, y de Constantino, su sucesor, se conservan el Arco del Triunfo, las Termas Constantinas y las Elenianas.

Durante los siglos III y IV se mantuvo Roma en todo su esplendor, hasta el año 410, en que fue asaltada y saqueada por Alarico; a partir de este momento se inició su decadencia monumental. Durante los siglos VIII y IX la Roma cristiana se convirtió en la Roma pontificia. Los papas transformaron los antiguos edificios paganos en cristianos y mandaron construir otros nuevos y las grandes basílicas (San Pablo, San Lorenzo, Santa María la Mayor, etc.). En el siglo XI otra invasión (la de los normandos, en 1084) dejó la ciudad en ruinas. Los papas la reconstruyeron y quedó constituida en dos bloques: la ciudad religiosa, que los pontífices reservaron para sí (Vaticano, Ciudad Leonina), y la ciudad seglar, encerrada en la cadena de fortalezas feudales.

Durante los siglos XII y XIII se llevaron a cabo notables mejoras urbanas y se construyeron numerosos palacios y edificios públicos. A este período de esplendor sucedió otro de decadencia (de 1305 a 1378, período aviñonés), durante el cual los monumentos civiles y religiosos estuvieron en total abandono. A partir del papa Nicolás V la ciudad sufrió una gran transformación, y durante los siglos XV y XVI alcanzó una etapa monumental extraordinaria, llegando a la cumbre de su esplendor en tiempo de Julio II. Se amplió el Vaticano, se construyeron y decoraron la Capilla Sixtina y las Logias.

León X abandonó parte de los proyectos constructivos de Julio II y se dedicó con empeño al embellecimiento y reconstrucción de numerosas iglesias y basílicas siguiendo la inspiración de Sangallo, sucesor de Bramante y de Rafael como arquitecto papal. Sixto V fue el verdadero creador de la Roma moderna. Durante el pontificado de Clemente VIII se terminó la demolición de la basílica de San Pedro y la mutación de plano de la actual basílica, de cruz griega a cruz latina (fue consagrada en 1613). El arte barroco culminó durante el pontificado de Urbano VIII gracias a la actividad y genio de Bernini.

Museos

Entre los museos romanos hay que citar:

  • Museos Vaticanos, que incluyen los famosos frescos de la Capilla Sixtina.
  • Galería Nacional de Arte Antiguo, con obras de Piero della Francesca, Fra Angelico y Rafael, entre otros.
  • Museo Borghese, dentro de la Villa Borghese (edificio del siglo XVII) con gran colección de pintura y escultura.
  • Galería Doria Panphili, de cuya colección destaca el retrato de Inocencio X de Velázquez.
  • Museo Capitolino, que conserva la colección de arte más antigua de Europa.
  • Museo Nacional Etrusco, en Villa Giulia, en el que destaca los sarcófagos etruscos.
  • Galeria Nacional de Arte Moderno, donde se conserva una importantísima colección de arte contemporáneo.
  • Museos de las Termas, donde se conserva una importantísima colección de antigüedades romanas.

Origen etimológico

Cuenta la leyenda que los gemelos Rómulo y Remo, hijos de Marte, fueron abandonados al nacer. Afortunadamente, una loba llamada Luperca se encargó de amamantarlos y los bebés crecieron sanos. Sin embargo, siendo adultos, Rómulo mató a Remo y fundó Roma. Hoy en día, el símbolo de la ciudad imperial sigue siendo la loba y los dos niños.

Evidentemente el nombre de Rómulo es posterior al de Roma, creado por los hombres para explicar el nombre de la ciudad. En realidad, Roma significa algo parecido a ‘río’. Aunque puede ser que haya sido un unificador de los pueblos que formarían Roma. A estos periodos de la historia de Roma se los conoce conjuntamente como Antigua Roma. Roma ha sido la capital de la Italia unificada desde 1871. Según la tradición, Roma se fundó el día 11 antes de las calendas de mayo, sería el 21 de abril de 753 adC. Fundada Roma, comenzó a guerrear contra sus vecinos, esta vez por conseguir mujeres, a las que raptaron durante unos juegos en los que invitaron a todos los pueblos vecinos. Vencieron a todos menos a los sabinos, por que la lucha terminó en un tratado de paz conseguido por las mujeres, que no querían perder ni a sus padres ni sus esposos. De este tratado surgiría la unión de los dos pueblos. Rómulo, luego de guerrear contra varios vecinos, desapareció en medio de una tempestad. Según algunas versiones se lo llevaron los dioses, y según dice Tito Livio, algunos pensaron que los senadores, únicos testigos de la desaparición, descontentos con el gobierno de Rómulo lo asesinaron. Así subió al trono, luego de un interregno de un año, Numa Pompilio, hombre insigne que habitaba entre los sabinos.

Los pueblos que habitaban en la península itálica serán los siguientes: los latinos, que ocupaban la llanura entre el río Tíber y los montes Albanos. Al norte del Tíber se encontraban los etruscos, más arriba del Tíber, este separaba a los umbros al sur y los etruscos al norte. Al este y sureste del Lacio se encontraba la cadena Apenina que seria el dominio de pastores nómadas emparentados entre sí, los sabinos, samnitas, marsos, volscos, cámpanos en Nápoles, ausones y oscos. Todavía más al sur los lucanos y bruttios.

El origen de los pueblos que a su vez originaron a Roma, se puede rastrear mediante la lingüística. La cual divide a las lenguas indoeuropeas y las de otro origen.

Entre las primeras se encuentra el latín, el veneto, etc. Se comprobó que las lenguas europeas y asiáticas tenían un cierto parentesco, y se tuvo la convicción durante mucho tiempo, de que el parentesco delataba un origen étnico común, la existencia de un pueblo indoeuropeo y de una cuna común de su civilización. Se creía que la unidad original de este pueblo experimento una dislocación y que los grupos integrantes se fueron separando del conjunto, llevando en su emigración el dialecto hablado en su patria. Pero ya esta teoría está desechada. Las divergencias e interferencias que se descubren en Italia parecen haberse dado siempre, por muy remota que sea la génesis de los pueblos portadores del indoeuropeo; es decir, a través de una lenta elaboración étnica y cultural, durante la edad neolítica (4800-1800). Al parecer según P. Bosch, los movimientos convergieron a partir, al menos, de dos centros: la región del río Danubio en el centro de Europa y la región del norte de Asia menor y parte del Cáucaso. Aproximadamente por entonces, según los lingüistas y los arqueólogos, el latín (introducido también por pueblos provenientes de la región danubiana) haría su aparición en Italia. Cada vez es mayor la resistencia frente a la hipótesis de una Italia pre y protohistórica que acogería en su territorio a masivos grupos étnicos con su original unidad, mantenida a lo largo de la emigración. Más bien se insiste sobre las condiciones de infiltración, dispersión y cruzamiento en que se realizaría la intervención de elementos extranjeros.

El nombre de Roma

El nombre del pueblo generalmente se considera referirse a Rómulo, pero hay otras hipótesis. Una de ellas se refiere a Roma, cual sería la hija de Aeneas o Evandrus. Estudios recientes parecen darle preferencia a una proveniente raíz indo-europea con significado de «río»; Roma en ese caso significaría «el pueblo sobre el río».

Roma es también llamada las urbes, y este nombre (que después en latín significaría genéricamente cualquier otro pueblo) viene de urvus, la ranura cortada por un arado, aquí, por la de Rómulo.

La leyenda del origen de Roma

Los orígenes remotos de la ciudad de Roma, se pierden en la leyenda; siendo seguramente anteriores año 754 a.C en que ulteriormente las autoridades romanas fecharon su fundación. Del mismo modo, siendo improbable que su fundación haya surgido de una acción explícita y deliberada, las tradiciones romanas posteriores adornaron su surgimiento con diversas leyendas, recogidas especialmente por el historiador romano Tito Livio, que vinculan el origen de Roma a un linaje de dioses y héroes. Finalmente, Rómulo construyó refugios en el monte Capitolino para esclavos y criminales fugados y llevó a cabo el rapto de las Sabinas, mujeres de otra tribu del Tíber, para que los hombres que se le habían unido tuvieran sus esposas. Después de algunas guerras entre ellos, las Sabinas le declararon su rey. Rómulo fue el primer Rey de Roma y dice la leyenda que fue llevado a los cielos por su padre Marte, y que fue venerado como el dios Quirino. Según la leyenda de los orígenes de Roma, un hijo del héroe troyano Eneas, (hijo de Marte, el dios de la guerra y de una princesa latina), Ascanio, había fundado sobre la orilla derecha del río Tíber la ciudad de Alba Longa; ciudad latina sobre la cual reinaron numerosos de sus descendientes, hasta llegar a Numitor y su hermano Amulio. Este último destronó a Numitor; y para evitar que tuviera descendencia que pudiera disputarle el trono, condenó a su hija Rea Silvia a permanecer virgen como vestal, sacerdotisa de la diosa Vesta. Sin embargo, Marte, el dios de la guerra, engendró en Rea Silvia a los mellizos Remo y Rómulo. Por ese motivo, al nacer los mellizos fueron arrojados al Tíber dentro de una canasta, la cual encalló en la zona de las siete colinas situadas cerca de la desembocadura del Tíber en el mar; siendo recogidos por una loba llamada Luperca que se acercó a beber, y que los amamantó en su guarida del Monte Palatino, hasta que fueron hallados y rescatados por un pastor cuya mujer los crió. Cuando fueron mayores, los mellizos restituyeron a Numitor en el trono de Alba Longa, y decidieron fundar, como colonia de Alba Longa, una ciudad en la ribera derecha del Tíber, en donde habían sido amamantados por la loba; y ser sus Reyes. Cerca de la desembocadura del Tíber existían las siete colinas: los montes Capitolio, Quirinal, Viminal, Aventino, Palatino, Esquilino y Celio. Rómulo y Remo discutieron acerca del lugar donde fundar la ciudad; y resolvieron la cuestión consultando el vuelo de las aves, a la usanza etrusca. Mientras sobre el Palatino Rómulo divisó doce buitres volando, su hermano en otra de las colinas sólo vio seis. Entonces, Rómulo, con un arado trazó un recuadro en lo alto del monte Palatino, delimitando la nueva ciudad, y juró que mataría a quien lo traspasara. Despechado, su hermano Remo no obedeció y cruzó despectivamente la línea, ante lo cual su hermano le dio muerte, quedando entonces como el único y primer Rey de Roma. Según la versión de la historia oficial de Roma antigua, eso había ocurrido en el año 754 adC o más bien antes de nuestra era Roma comenzó su historia como una aldea más entre las otras muchas de pastores y campesinos que se repartían las colinas y minúsculos valles de la zona. Si hemos de creer a Livio, ya entonces era muy especial, pues sus míticos fundadores tenían algo de divino; pero el propio escritor también confiesa que le parece lógico que los pueblos rodeen sus orígenes con leyendas y patrañas. Los primeros habitantes fueron posiblemente un conglomerado de gentes de distinta procedencia que vivían al margen del desarrollo económico y cultural de sus prósperos vecinos, es decir, los etruscos al Norte y los campanios y los griegos al Sur. Los arqueólogos han descubierto los restos de un primitivo poblado del siglo VIII adC en el Palatino y enterramientos a sus pies. A partir del núcleo original, el poblamiento debió irse extendiendo por las laderas de las colinas próximas y, un siglo después, por el valle que había entre ellas.

Localización de Roma

En la carta anterior, se muestra claramente, la localización de Roma, antes de su gran auge sobre todas las naciones existentes en esa región, en especial, Grecia.

Esta pequeña ciudad floreció y se desarrolló hasta llegar a ser considerada durante la época previa a la República, superior a sus vecinos, haciéndose cada vez más fuerte a medida que se apoderaba de más territorios. Ya en la República, alrededor del año 270 a.C. Roma dominaba toda la península Itálica y seguía su expansión. Este imperio que a partir del siglo I adC sería gobernado por emperadores, creció y absorbió ciudades y territorios que hoy en día comprenden más de 40 países con 5.000 km, de un extremo a otro. Roma realizaba celebraciones en el Coliseo romano. Allí realizaban luchas de gladiadores. Al pasar frente al soberano al mando, los gladiadores exclamaban Ave, César, Morituri te salutant que significa «¡Hola, Emperador, los que vamos a morir te saludamos!». Además en las celebraciones muy especiales, en la parte interior del Coliseo habían fieras como tigres o leones. Era cuando los gladiadores en combate llegaban a un punto muy alto de soportar la pelea; en ese momento el que estaba al mando decía si moría o no, con señas. Cuando el soberano decidía que muriera, ponía su dedo pulgar hacia abajo. Cuando decidía por la supervivencia del vencido ponía su pulgar hacia arriba. Así era la forma con la que terminaban las peleas en el Coliseo romano.