Jacobo Robusti “Tintoretto”

Tintoretto es el apodo que ha hecho famoso a Jacobo Robusti, el otro gran maestro, junto a Tiziano, de la Escuela veneciana del Renacimiento italiano.

Nacido en Venecia en el año 1518, era hijo de un tintorero de sedas, de donde le viene el sobrenombre. Sobre el principio de la vida artística de Tintoretto hay mucha leyenda; se dice que entró en el taller de Tiziano pero fue expulsado por el maestro a los diez días porque envidiaba sus dibujos, así que abrió un taller en el que se ofrecía con el eslogan: «El dibujo de Miguel Ángel y el color de Tiziano».

Lo más probable, abandonando aspectos legendarios, es que iniciara su aprendizaje con algún pintor manierista que le puso en la pauta del nuevo estilo. En 1539 ya se establece como maestro y su pasión por pintar es tal que pinta casi gratuitamente, cobrando sólo el material y algo para mantenerse; esta actitud atrae a una importante clientela que levanta los recelos del gran Tiziano.

Tintoretto se convierte en el pintor de los escorzos y de las diagonales: la violencia de sus obras es tan personal que hace que sean identificadas de manera fácil. Se puede decir que es el Rubens veneciano.

Su fama aumentó en proporción a los encargos, lo que le obligó a abrir un importante taller en el que trabajaban sus hijos Domenico y Marco, y su hija Marietta, más conocida como la Tintoretta. El

Palacio Ducal y las grandes Scuolas son sus principales clientes, destacando la decoración realizada para la Scuola Grande di San Rocco, en la que se puede apreciar al mejor Tintoretto.

Casado con Faustina Episcopi desde 1550, su vida se desarrolla entre su casa y su estudio, ambos en el mismo edificio, la Fondamenta dei Mori. El 31 de mayo de 1594 fallecía Jacobo Robusti, el Tintoretto, en la Venecia que le vio nacer y triunfar.

Susana en el baño

La historia de Susana será de las más representadas por los artistas del Renacimiento y el Barroco al ser una perfecta excusa para estudiar la anatomía femenina, sin renunciar en esta imagen al interés por el color y la luz típicamente venecianos.

Dos ancianos libidinosos espiaban a la casta joven mientras se bañaba, llegando a realizar proposiciones deshonestas que Susana rechazó por lo que fue falsamente acusada de adulterio, delito castigado en aquella época con la muerte.

Gracias a la intercesión de Daniel la joven se salvó y los ancianos fueron condenados a la misma pena. Susana se presenta en la zona derecha de la composición, recibe un intenso rayo de luz que resalta la belleza de sus carnes, elaboradas con un exquisito dibujo al igual que los objetos que emplea para su aseo.

Los ancianos se ubican en la zona de la izquierda, tras un seto de rosas que al prolongarse hasta el primer plano involucra al espectador en la acción. Al fondo observamos el paisaje difuminado por efecto de la luz, en una atmósfera que será una de sus principales aportaciones a la pintura barroca.

Fuente: Apuntes Historia del Arte del Renacimiento al Siglo XVII