Productos de la combustión

Cuando se desarrolla una combustión, la reacción entre el combustible y el comburente provoca la emisión de calor, llamas, humos y gases.

Calor:

No existe una definición exacta del calor. La teoría hoy aceptada generalmente nos dice que se trata del movimiento rápido de las moléculas que forman la materia.

Llamas:

Las llamas son gases incandescentes que se producen:

– Cuando arden combustibles gaseosos.
– Cuando se queman combustibles líquidos, aunque en realidad lo que arde realmente es el gas inflamable que emiten de forma continua.
– Cuando se queman combustibles sólidos que se descomponen por pirólisis emitiendo gases inflamables que son los que realmente arden. Los combustibles que no se descomponen de la forma indicada (como el coque) arden sin llama.

Humos:

Se componen de partículas de diferente tamaño y color, incompletamente quemadas, que son arrastradas por corrientes de convección y se hacen visibles obstaculizando el paso de la luz hasta impedirlo por completo.

Por experiencias de Bomberos, se reconoce que un 60% de incendios con los que se tienen que enfrentar, no se distinguen las manos extendidas frente al rostro.

El humo puede también ser inflamable cuando se encuentra con una adecuada proporción de calor y de oxígeno.

El humo es irritante para el aparato respiratorio y para los ojos. Su color depende de las sustancias que arden y de la cantidad de oxígeno presente.

En función de los materiales que arden, los humos pueden presentar una coloración concreta. A título de ejemplo, podemos citar:

Humos blancos: Combustión de productos vegetales, forrajes, piensos, etc…
Humos amarillos: Sustancias químicas que contienen azufre, com bustibles que contienen ácido clorhídrico y nítrico.
Humos grises: Compuestos celulósicos, fibras artificiales, etc…
Humo negro claro: Caucho.
Humo negro oscuro: Petróleo, fibras acrílicas,…
Igualmente, el humo irá mezclado con gases tóxicos que modificarán su color. Siempre a título orientativo, podemos utilizar la siguiente regla:
Humo blanco. Arde libremente.
Humo negro. Falta de oxígeno.
Humo amarillo, rojo o violeta. Existe la posibilidad de gases tóxicos.

Hay que incidir en el hecho de que la adopción de esta norma es meramente orientativa, ya que puede darse el caso de que un determinado color enmascare a otro y, por tanto, no detectar su presencia, por lo que no debemos descuidar las medidas de protección que debamos adoptar.

Gases: Cuando arde un combustible, se descompone en una serie de productos que, por sí mismos o tras reaccionar con los componentes del aire, provocan la emisión de una serie de gases cuyos principales riesgos suelen ser su toxicidad y su temperatura.

Sin lugar a dudas, el enemigo principal con el que se tiene que enfrentar el Bombero en su labor ante un incendio, es la formación de gases, ya que estos ponen en peligro su propia supervivencia.

Las estadísticas demuestran que el mayor número de víctimas mortales son consecuencia directa de las emanaciones del incendio y no a causa de las llamas. La naturaleza de estos gases dependerá del tipo de combustible que arda, lo que dificulta una exposición detallada de estos riesgos.

Algunos de esos gases pueden detectarse mediante un determinado olor. Sin embargo, el hecho de que no aparezca un olor específico no significa que no se encuentre presente.

Existe la posibilidad de que esté enmascarado por otro olor más fuerte. Por su especial peligrosidad, a continuación relacionamos aquellos más peligrosos

Monóxido de carbono (CO): Se desprende de todos los combustibles orgánicos, sobre todo cuando la combustión se realiza con deficiente suministro de aire (fuegos confinados, combustión incompleta).

Tiene un olor y sabor muy débil, lo que aumenta su peligrosidad. Produce asfixia y se combina con la hemoglobina de la sangre (portadora de oxígeno) para formar la carboxihemoglobina, arrebatando a la sangre el oxígeno que el cuerpo necesita.

Una persona que permaneciera realizando un ejercicio moderado (andar), en una atmósfera con tan sólo un 0.05 % de monóxido de carbono, padecería síntomas graves al cabo de una hora y media, ya que la concentración de carboxihemoglobina en su sangre alcanzaría el valor del 40 %. Un 0,1% de monóxido de carbono en el aire puede producir la muerte, en las mismas circunstancias, en tres horas.

Anhídrido carbónico (CO2):

Se desprende en combustibles orgánicos cuando la combustión se realiza en ambientes aireados (combustión completa).

Aunque es un gas inerte, se debe considerar peligroso ya que:

– Al ser más pesado que el aire, desplaza al oxígeno.
– Produce aumento del ritmo de la respiración y, por tanto, se inhala más cantidad de gases tóxicos.
– Es narcótico, provocando jaquecas, somnolencia, confusiones, pudiendo llegar al coma profundo.
– Sulfuro de hidrogeno: Se desprende cuando arden materias orgánicas que contienen azufre, lana, gomas, caucho, cuero.

Huele a huevos podridos. En concentraciones altas produce mareos y parálisis respiratoria.

– Dióxido de azufre (SO2):
Se origina en la combustión de materias que contienen azufre.
Es irritante intenso, intolerable aún en concentraciones muy inferiores a las mortales.

Amoniaco:

Se desprende cuando arden combustibles que contienen nitrógeno: lana, seda, plásticos.
Olor insoportable y acre. Tiene efectos irritantes para ojos y nariz. Largas permanencias en concentraciones altas provocan desde lesiones en la córnea hasta complicaciones pulmonares.

Cianuro de hidrógeno:

Se desprende cuando arden lana, seda o plástico. Huele a almendras amargas. Es altamente tóxico y rápidamente mortal, produciendo parálisis respiratoria.
En contacto con la humedad de la atmósfera se transforma en ácido cianhídrico.

Cloruro de hidrogeno:

Se desprende en combustiones de materias plásticas que contienen cloro. Es irritante, tóxico y corrosivo ya que al contacto con la humedad del ambiente se transforma en ácido clorhídrico.

Dióxido de nitrógeno (NO2):

Aparece en la combustión de nitrato de celulosa, nitrato amónico, y cuando el ácido nítrico entra en contacto con otros materiales (madera, metales,).

Se identifica por su color marrón rojizo y es altamente tóxico, pudiendo aparecer sus efectos incluso bastante tiempo después de haberlo respirado.

Acroleína: Se produce en la combustión de productos petrolíferos (aceites lubricantes, grasas, asfaltos) y puede aparecer en fuegos de materiales comunes tales como la madera y el papel.
Es altamente tóxico y mortal a determinadas concentraciones.

Fosgeno:

Es un gas altamente tóxico que se produce en la combustión de los productos clorados y en la utilización de tetracloruro de carbono al ponerse en contacto con el calor.

Fuente: Manual S.E.P.E.I. de Bomberos, Publicaciones de la Diputación de Albacete