Rayos

El rayo es una descarga eléctrica producida por una diferencia de potencial eléctrico (cargas positivas y negativas) que salta, durante una tormenta, entre el suelo y una nube del tipo cúmulo-nimbo, o entre dos nubes (en este caso se produce un resplandor que se llama relámpago).

Al causar un rápido calentamiento y enfriamiento del aire que atraviesa, provoca el trueno.

La mayoría de las descargas se producen en el interior de las nubes, entre las partes donde se acumulan la mayoría de las cargas negativas (en la parte inferior de la nube) y aquellas en las que hay mayoría de cargas positivas.

Las descargas que saltan desde las nubes al suelo (en donde predominan las cargas positivas) consisten en una “transferencia” de electrones desde la nube al suelo.

Son los llamados “rayos negativos”. No obstante, la transferencia de electrones se produce, a veces, en el sentido contrario, produciendo los “rayos positivos”, con mucha mayor intensidad que los negativos.

Antes de “caer” el rayo de produce una primera descarga de pequeña magnitud que ioniza un estrecho canal de aire desde la nube hasta un elemento fácilmente conductor de las cargas de signo contrario existentes en el suelo. Por ese canal, pasa después la descarga propiamente dicha con una corriente eléctrica de hasta 300.000 amperios.

Su clásico aspecto es el de árbol con un tronco principal y numerosas ramificaciones que pueden caer, casi simultáneamente, en un radio de 8-10 Km.

También se conoce un fenómeno llamado “rayo de bola”, una esfera luminosa de unos 20 cm de diámetro y origen eléctrico, que se mueve lentamente y evitando obstáculos hasta que choca con algo produciendo una ruidosa explosión.

El poder del rayo está en un intenso calor y en la carga de energía eléctrica que llega al suelo a través de puntos susceptibles de conducir la electricidad con la mínima resistencia y en la distancia más corta, afectando a las personas alcanzadas de la misma forma que puede hacerlo un cable de alta tensión (quemaduras, parada cardio-respiratoria), destruyendo árboles, iniciando incendios y dañando las instalaciones electrónicas y las redes y aparatos eléctricos.

Recientes investigaciones llevan a pensar que el mayor peligro para los incendios forestales parece estar en una componente de corriente continua que alarga en el tiempo la transferencia de la descarga al suelo (“rayos calientes”).

Más conocidas son las llamadas “tormentas secas” que consisten en la caída de rayos sin que se registren precipitaciones de agua posteriores que puedan apagar los incendios provocados por aquellos.

Se calcula que, en todo el planeta, caen en torno a 50 o 100 rayos por segundo. En la provincia de Albacete, el número de rayos que caen cada año oscilan entre 0,1 y 0,4 rayos por Km2.

Los rayos han causado en España, desde 1941 hasta 1979, alrededor de 2.000 muertos (1,6 muertos por año y millón de habitantes).

El Instituto Nacional de Meteorología dispone desde 1992 de una moderna red (con varias estaciones, una de ellas en Albacete) que permite detectar los rayos que caen en todo el territorio nacional.

Todavía no alcanza una precisión que permita un mínimo de operatividad en cuanto a la detección de incendios forestales y daños en instalaciones.

Fuente: Manual S.E.P.E.I. de Bomberos, Publicaciones de la Diputación de Albacete