Ordenes, costumbres y caprichos

Queda claro que hay cosas que nos convienen para vivir y otras no, pero no siempre está claro qué cosas son las que nos convienen. Aunque no podamos elegir lo que nos pasa, podemos en cambio elegir lo que hacer frente a lo que nos pasa. Cuando vamos a hacer algo, lo hacemos porque preferimos hacer eso a hacer otra cosa, o porque preferimos hacerlo a no hacerlo. A veces las circunstancias nos imponen elegir entre dos opciones que no hemos elegido: hay ocasiones en que elegimos aunque preferiríamos no tener que elegir.

Casi siempre que reflexionamos en situaciones difíciles o importantes sobre lo que vamos a hacer nos encontramos en una situación difícil. Pero claro, no siempre las cosas se ponen tan feas. A veces las circunstancias son menos tormentosas.

Por lo general, uno no se pasa la vida dando vueltas a lo que nos conviene o no nos conviene hacer. Si vamos a ser sinceros, tendremos que reconocer que la mayoría de nuestros actos los hacemos casi automáticamente, sin darle demasiadas vueltas al asunto has actuado de manera casi instintiva, sin plantearte muchos problemas. En el fondo resulta lo más cómodo y lo más eficaz. A veces darle demasiadas vueltas a lo que uno va a hacer nos paraliza.

Vamos a detallar entonces la serie de diferentes motivos que tienes para tus comportamientos matutinos. Ya sabes lo que es un «motivo»: es la razón que tienes o al menos crees tener para hacer algo, la explicación más aceptable de tu conducta cuando reflexionas un poco sobre ella.

En una palabra: la mejor respuesta que se te ocurre a la pregunta «¿por qué hago eso?». Pues bien, uno de los tipos de motivación que reconoces es el de que yo te mando que hagas tal o cual cosa. A estos motivos les llamaremos órdenes. En otras ocasiones el motivo es que sueles hacer siempre ese mismo gesto y ya lo repites casi sin pensar, o también el ver que a tu alrededor todo el mundo se comporta así habitualmente: llamaremos costumbres a este juego de motivos. En otros casos el motivo parece ser la ausencia de motivo, el que te apetece sin más, la pura gana.

¿Estás de acuerdo en que llamemos caprichos al por qué de estos comportamientos? Dejo de lado los motivos más crudamente funcionales, es decir los que te inducen a aquellos gestos que haces como puro y directo instrumento para conseguir algo: bajar la escalera para llegar a la calle en lugar de saltar por la ventana, coger el autobús para ir al cole, utilizar una taza para tomar tu café con leche, etc.

Nos limitaremos a examinar los tres meros tipos de motivos, es decir las órdenes, las costumbres y los caprichos. Cada uno de esos motivos inclina tu conducta en una dirección u otra, explica más o menos tu preferencia por hacer lo que haces frente a las otras muchas cosas que podrías hacer.

Levantarte para ir al colegio es más obligatorio que lavarte los dientes o ducharte y creo que bastante más que dar patadas a la lata de coca-cola; en cambio, ponerte pantalones o al menos calzoncillos por mucho calor que haga es tan obligatorio como ir al cole, Lo que quiero decirte es que cada tipo de motivos tiene su propio peso y te condiciona a su modo.

Las órdenes, por ejemplo, sacan su fuerza, en parte, del miedo que puedes tener a las terribles represalias que tomaré contra ti si no me obedeces; pero también, supongo, al afecto y la confianza que me tienes y que te lleva a pensar que lo que te mando es para protegerte y mejorarte o, como suele decirse con expresión que te hace torcer el gesto, por tu bien. También desde luego porque esperas algún tipo de recompensa si cumples como es debido: paga, regalos, etc. Las costumbres, en cambio, vienen más bien de la comodidad de seguir la rutina en ciertas ocasiones y también de tu interés de no contrariar a los otros, es decir de la presión de los demás. También en las costumbres hay algo así como una obediencia a ciertos tipos de órdenes.

Las órdenes y las costumbres tienen una cosa en común: parece que vienen de fuera, que se te imponen sin pedirte permiso. En cambio, los caprichos te salen de dentro, brotan espontáneamente sin que nadie te los mande ni a nadie en principio creas imitarlos. Yo supongo que si te pregunto que cuándo te sientes más libre, al cumplir órdenes, al seguir la costumbre o al hacer tu capricho, me dirás que eres más libre al hacer tu capricho, porque es una cosa más tuya y que no depende de nadie más que de ti. Claro que vete a saber: a lo mejor también el llamado capricho te apetece porque se lo imitas a alguien o quizá brota de una orden pero al revés, por ganas de llevar la contraria, unas ganas que no se te hubieran despertado a ti solo sin el mandato previo que desobedeces.

Y si en la situación en que está las órdenes no le bastan, la costumbre todavía menos. La costumbre sirve para lo corriente, para la rutina de todos los días. Tú mismo te pones religiosamente pantalones y calzoncillos todas las mañanas, pero si en caso de incendio no te diera tiempo tampoco te sentirías demasiado culpable. Cuando las cosas están de veras serias hay que inventar y no sencillamente limitarse a seguir la moda o el hábito…

Tampoco parece que sea ocasión propicia para entregarse a los caprichos. En momentos tempestuosos a la persona sana se le pasan casi todos los caprichitos y no le queda sino el deseo intenso de acertar con la línea de conducta más conveniente, o sea: más racional.

OPINIÓN
En este capítulo el autor nos resalta lo que para mi es la responsabilidad o nuestras ganas de vivir (a partir de los ejemplos que nos plantea el libro). Pero sigue sin dejar lo que es la libertad, la cual se sigue aplicando ya que se tienen que seguir tomando decisiones, partiendo de los problemas que se nos vayan presentando en la vida como producto de nuestro propio actuar ; en este capítulo, el autor nos pone de ejemplo a un capitán de barco, el cual tiene que decidir entre cumplir y no cumplir con el trabajo ó podría ser entre la vida y la muerte de el y el resto de la flota ; en este mismo capítulo nos plantea las costumbres, las cuales son las actividades que realiza el hombre normalmente sin pensar en el porque realiza tal actividad como la de levantarse, o ponerse ropa para salir a la calle, las costumbres para mi son los aspectos que existen en la vida de cada uno, los cuales si no existieran en la vida de alguien lo podría considerar como a alguien que no esta bien mentalmente hablando (esto refiriéndome a las actividades de vestirse y otras actividades comunes en la sociedad humana) ; los caprichos los veo como aspectos en la vida de cada persona que según yo en su mayoría no nos llevan a nada muy productivo que digamos, debido a que un capricho es algo que solo le interesa a una persona la cual es la que tiene tal capricho, y no a la sociedad en general aunque este aspecto tratado en el capítulo, creo que es el único que posee de la libertad casi absoluta.

En cambio las ordenes y las costumbres no son actos libres ya que no son pensamientos internos sino son algo que es impuesto por alguien.

Fuente: Apunte de Ética Para el Diseño Gráfico de la U de Londres