Isabel I la Católica

Isabel I la Católica (1451-1504), reina de Castilla (1474-1504), durante su reinado se produjo el descubrimiento europeo del continente americano y la unión dinástica de la Corona de Castilla con la Corona de Aragón bajo la Casa de Trastámara.

Unión dinástica

El acuerdo alcanzado, en 1468, entre el rey de Castilla Enrique IV y su hermana Isabel, por el que ésta era reconocida como heredera de los reinos de Castilla y León (esto es, de la Corona de Castilla) tuvo lugar en el cerro de Guisando, junto al grupo escultórico homónimo, en la actual localidad abulense de El Tiemblo.

El 2 de enero de 1492 se completaba la definitiva reconquista del último bastión musulmán, en lo que habría de convertirse en España, a manos de los reyes cristianos Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, conocidos como los Reyes Católicos. Esta pintura historicista del siglo XIX, realizada por Francisco Pradilla, representa la rendición de la ciudad de Granada por parte del último rey Nazarí, Boabdil, a los Reyes Católicos.

Nacida el 22 de abril de 1451 en la localidad abulense de Madrigal de las Altas Torres, era hija del rey castellano Juan II y de la segunda esposa de éste, Isabel de Portugal (hija a su vez de Juan, infante portugués, y nieta del rey de Portugal Juan I el Grande). En 1469 se casó con Fernando II de Aragón y cinco años después, a la muerte de su hermano, el rey Enrique IV, entabló una guerra contra los partidarios de su sobrina Juana la Beltraneja por la sucesión al trono castellano (la llamada guerra de Sucesión de Castilla).

Su triunfo en dicho conflicto sucesorio supuso la definitiva unión dinástica de las coronas aragonesa y castellana. Isabel I y Fernando II inauguraron un Estado moderno en los reinos que habrían de acabar por conformar España. Con ambos terminó la empresa medieval de la Reconquista, se inició el camino hacia la unidad territorial —que se consumaría de alguna manera con su bisnieto, el rey Felipe II— y surgió la monarquía autoritaria con una nueva organización interna.

En esta serie de mapas pueden seguirse las principales fases de la Reconquista, que se prolongó desde el 718 hasta 1492. Durante aquel extenso periodo, los territorios de la península Ibérica controlados por los musulmanes desde comienzos del siglo VIII fueron paulatinamente recuperados por los diversos reinos cristianos surgidos de forma simultánea al propio proceso reconquistador.

La nobleza, que acató el triunfo de Isabel I en la guerra de Sucesión de Castilla, finalizada en 1479, fue también su colaboradora en el nuevo régimen, viendo consolidado su dominio económico y social, y generalizada legalmente la institución del mayorazgo. En un momento de calma internacional, los Reyes decidieron terminar con el último bastión musulmán en Europa occidental mediante la conquista del reino Nazarí, obtenida merced a su victoria en la guerra de Granada (1481-1492), que repoblaron con más de 35.000 castellanos. En eso consistió el Tratado firmado por los Reyes Católicos de Castilla y Aragón y el rey portugués, Juan II, en 1494. Aquí podemos ver la reproducción de la primera página del mismo, cuyo texto completo se conserva en el Archivo General de Indias (Sevilla, España).

Aunque la obra de Fernando II e Isabel I es prácticamente inseparable, fueron decisiones tomadas preferentemente por la Reina las acciones encaminadas a la consecución de la unidad religiosa mediante el establecimiento de la nueva Inquisición (1478), dirigida en principio contra los conversos que judaizaban en Andalucía y extendida después por todos los reinos; la expulsión de los judíos (1492), medida complementaria de la anterior, que obligaba a éstos mediante decreto a convertirse o emigrar; y la conversión de otras minorías religiosas como los moriscos de Granada, a los que trató de atraer mediante la tolerancia y las predicaciones de fray Hernando de Talavera y, al no conseguirlo, impuso los métodos más severos de Francisco Jiménez de Cisneros (más conocido como el cardenal Cisneros), provocando rebeliones de 1499 a 1501, seguidas de conversiones en masa al catolicismo.

Voluntad de Isabel I fue asimismo mantener una amistad cada vez más estrecha con Portugal, mediando ella personal y directamente en sus relaciones y en los matrimonios de su hija Isabel con el infante Alfonso, heredero del trono de Portugal (1490) y, tras la muerte de éste, ocurrida en 1491, con el rey portugués Manuel I el Afortunado (1495), así como la de su otra hija, María de Aragón, con el propio Manuel I, dos años después de que éste enviudara en 1498. Aunque después de las primeras empresas colombinas, ni ella ni su marido, que siguieron protegiendo a Cristóbal Colón, se volcaron en la empresa, Isabel I marcó su impronta por el empeño de que se cristianizara a los indígenas y de que no fueran esclavizados según las normas jurídicas vigentes.

Política internacional

En política internacional, aceptó las directrices de Fernando, heredadas de las relaciones internacionales ejercidas por la Corona de Aragón. La tradicional amistad con Francia fue sustituida por el acercamiento al Sacro Imperio Romano Germánico y a Inglaterra, con los que se concertaron los enlaces matrimoniales de sus hijos Juan (casado en 1497 con Margarita de Austria, hija del emperador Maximiliano I), Juana (la futura reina de Castilla y de Aragón, más conocida como Juana I la Loca, que contrajo matrimonio en 1496 con Felipe el Hermoso, asimismo hijo del emperador Maximiliano I) y Catalina de Aragón (casada sucesivamente con el heredero inglés, Arturo, en 1501, y con el futuro rey de Inglaterra, Enrique VIII, en 1509).

Con tropas y dinero castellanos, Fernando pudo hostilizar a Bretaña (1488-1490), defender el Rosellón y la Cerdaña devueltos por el rey francés Carlos VIII y llevar a cabo la conquista de Nápoles, gracias a las campañas emprendidas entre 1494 y 1504. Fruto de esta política mediterránea sería el título de Reyes Católicos que les concedió en 1496 el papa Alejandro VI. La reina Isabel I falleció el 26 de noviembre de 1504 en la localidad vallisoletana de Medina del Campo. Le sucedieron al frente del trono castellano su hija Juana I la Loca y su yerno Felipe I el Hermoso, si bien, en 1506, tras el fallecimiento de éste, Fernando II se convirtió en regente de la Corona de Castilla.