Organizar el compostaje en la escuela

Disponemos de recursos suficientes para que no haya excusas. La Fundación Tierra a través de su tienda virtual (www.biohabitat.net) proporciona composteros de jardín y vermicomposteros. También podemos fabricarlos nosotros, como hemos comentado. La idea es fomentar que la escuela sea un espacio de aprendizaje activo en el compostaje.

Quizá se podría organizar una red de escuelas implicadas en el compostaje. El compost obtenido se puede usar en el huerto escolar, en el jardín, o repartir entre los alumnos. Desde el mes de febrero a junio se podría organizar un auténtico concurso interescolar de producción de compost, destinado quizá a un proyecto de restauración de un espacio natural degradado. En muchas escuelas se hace la fiesta del árbol y se plantan plantones.

En un momento de máxima actualidad por la desertización planetaria, la fertilización del suelo adquiere un relieve especial. Tanto si se promueve el compostaje como el vermicompostaje el resultado es que nos dotamos de un producto ecológico con el cual podemos obsequiar a la naturaleza. El vermicompostaje es un proceso lento y tiene el problema de requerir la vigilancia continuada de la colonia de gusanos, también en verano. Sin embargo, se podrían organizar turnos entre diferentes alumnos de la escuela para cuidarla en función de las vacaciones de cada uno.

Visita a una planta de compostaje

La materia orgánica se puede convertir en un eje curricular que enlace no sólo temas sociales como los residuos sino también las ciencias naturales. Con un simple termómetro podemos explorar la evolución del proceso de compostaje y finalmente valorar dónde podremos aplicarlo. En una salida al bosque podemos recoger hojarasca y otros restos y comparar el proceso de descomposición respecto a las mezclas que pondríamos a compostar. Podemos hacer analíticas sencillas de la calidad de la materia orgánica presente entre un suelo forestal y el compost obtenido. Pero el compostaje también es una buena excusa para reflexionar sobre la vida y la muerte y valorar como la llamada tecnoesfera o burbuja artificial en que vivimos no puede encajarse en la ecoesfera. Posiblemente, el compostaje nos da la medida para detectar los productos que podemos fabricar sin dañar el medio.

Los plásticos compostables, por ejemplo, ¿porqué no están mas extendidos, si su descomposición es muy sencilla? ¿Por qué al pensar en una vivienda sostenible la primera imagen es la de la energía renovable y nadie se plantea un water compostero o un sistema de saneamiento de aguas residuales que fabrique biogas en el sótano de la vivienda? Si queremos calidad ambiental no podemos ser ajenos al compostaje.

Poner en marcha un proceso de compostaje en la escuela también permite la oportunidad de incluir esta experiencia en el currículum en los campos de las ciencias experimentales y sociales y las matemáticas.

El metano, por ejemplo, es un gas con importante efecto invernadero que se produce en la descomposición aneróbica de los vertederos; el compost ayuda a reducirlo. El estudio de los hongos, gusanos y bacterias en el compost nos ayudará a comprender la complejidad biológica del suelo y sus procesos.

A compostar!

La progresiva contaminación de las aguas subterráneas por los fertilizantes químicos abre las puertas a plantear la necesidad de una nueva manera de entender la agricultura. Todos los cálculos sobre la cantidad de nitrógeno que puede recibir el suelo si aplicamos compost o cómo llegar a la relación C/N idonea son excusas para ejercicios matemáticos prácticos y de gran interés. Finalmente, nuestros comportamientos sociales y la reducción de residuos plantean oportunidades para un debate en muchos aspectos de una nueva ética socioambiental.

Fuente: Manual de compostaje de la Fundación Terra.