Mito alimenticio quinto

Nos encontramos ante una encrucijada trágica. El incremento necesario en la producción de alimentos sólo puede lograrse a costa de la integridad ecológica de nuestros recursos para la producción de alimentos.

El uso de pesticidas tendrá que aumentar, aunque re presenten grandes riesgos. Será preciso extender los cultivos sobre las tierras marginales, incluso al precio de una erosión irreparable. Si en verdad nos proponemos atender las legítimasnecesidades de alimentos de la gente ¿no será acaso indispensable aumentar el uso de pesticidas? Dada la urgente necesidad de producir más alimentos, ¿tendremos que aceptar los riesgos ambientales y de salud que parecen inevitablemente asociados al empleo de productos químicos mortíferos?

Para adoptar una posición respecto a esta cuestión crucial, es útil averiguar, ante todo, en qué grado depende de los pesticidas la producción actual de alimentos en el mundo. En Estados Unidos, alrededor de 554 millones de kilos de pesticidas se descargan en el medio ambiente cada año.

Cabría pensar que esta cifra asombrosa (2.7 kilos por habitante, 30 por ciento del total mundial) significa que prácticamente cada hectárea de los suelos agrícolas norteamericanos recibe alguna dosis de veneno letal. Si esto es así, la abundancia estadounidense de alimentos sería entonces un triunfo pecaminoso que en sí mismo llevaría su penitencia. Los hechos, sin embargo, no permiten llegar a estas conclusiones:

Hecho uno, alrededor de una tercera parte de los pesticidas en Estados Unidosno se emplean en suelos agrícolas sino en campos de golf, parques y jardines.

Hecho dos, sólo alrededor de cinco por ciento de la tierra dedicada a cultivos yforrajes en la nación es tratada con insecticidas; 15 por ciento con herbicidas y 0.5 por ciento con fungicidas.

Hecho tres, alrededor de la mitad de todos los insecticidas aplicados en laagricultura estadounidense se emplea en cultivos no alimentarios. Sólo el algodón recibe casi la mitad (47 por ciento) de todos los insecticidas empleados. Debe observarse que incluso en este caso, la mitad de la superficie del país dedicada al algodón no es tratada en absoluto con insecticidas.

Hecho cuatro, la Agencia para la Protección del Medio Ambiente de los EstadosUnidos (EPA) estima que hace 30 años los agricultores estadounidenses utilizaban 22.6 millones de kilos de pesticidas y perdían 7 por ciento de sus cultivos antes de la cosecha. En la actualidad, los agricultores utilizan doce veces más pesticidas, pero el porcentaje de pérdidas en los cultivos antes de la cosecha casi se ha duplicado.

Hecho cinco, aun cuando se eliminaran todos los pesticidas, las pérdidas debidasa plagas (insectos, microbios patógenos, malas yerbas, mamíferos, pájaros) sólo aumentarían alrededor de 7 puntos en el porcentaje, al pasar de 33.6 a 40.7 por ciento. Tal estimación no toma en cuenta las posibilidades de emplear métodos alternativos a los productos químicos.

En cuanto a los países subdesarrollados, ¿qué puede decirse? , ¿ayudan allí los pesticidas a producir alimentos para la gente hambrienta?

En estos países la mayor parte de los pesticidas se emplean en las cosechas de exportación (principalmente algodón y, en menor grado, legumbres y frutas) que se plantan de manera uniforme en grandes extensiones, hecho que, como es sabido, agrava los problemas de plagas.

Las cantidades de pesticidas que se introducen en el medio ambiente mundial tienen, por lo tanto, muy poco que ver con las necesidades alimentarias de los hambrientos.

Las opciones a los pesticidas químicos rotación o intercalación de cultivos, uso de mezclas de estiércol, desyerbe a mano, limpieza con azadón, recolección de huevecillos de los insectos, aprovechamiento de los depredadores naturales, etcétera son numerosas y han demostrado ser efectivas.

El primer paso, sin embargo, consiste en fumigar solamente cuando se presenta la necesidad concreta. Los productores de algodón en el condado de Graham, Arizona, descubrieron que podrían reducir a su décima parte el daño de las plagas y a su quinta parte los costos del control de las mismas fumigando únicamente ante un brote específico, en vez de hace río ciegamente, conforme al calendario recomendado por los fabricantes de pesticidas.

Los chinos han reducido al mínimo el uso de pesticidas a través de un sistema nacional de aviso anticipado. En el distrito de Shao-tung, en la provincia de Honan, diez mil jóvenes forman equipos de supervisión que recorren los campos y reportan cualquier señal de daño causado por plagas. Se les llama, atinadamente, los «doctores descalzos de la agricultura», han logrado reducir el daño causado por la roya del trigo, el barrenador del trigo y el barrenador del arroz a menos del uno por ciento y mantener bajo control las invasiones de langosta.

Todas estas opciones podrían aumentar el número de personas que sería posible emplear productivamente en la agricultura, aprovechando de esa manera el recurso más subutilizado de un país, al tiempo que se reduce la dependencia de los insumos importados. Para que se prefieran estas opciones, sin embargo, es preciso contar con la motivación de productores que no abriguen incertidumbres en cuanto a la tenencia, individual o de grupo, sobre la tierra que trabajan.

Técnicas claramente confiables desde el punto de vista ambiental para el control de plagas jamás se desarrollarán ni emplearán en forma generalizada mientras la cuestión se enfoque como un problema meramente técnico que deben resolver las corporaciones químicas que buscan maximizar, sus ganancias.