Las reglas

El niño suele aceptar las reglas si son claras, justas y razonables.

Si son arbitrarias, si sólo son ocurrencias o caprichos nuestros, le causan enojo, rebeldía y le hacen perdernos respeto. No es sostenible hacer que obedezca “porque soy tu padre” o “porque eres pequeño”.

Tampoco es razonable pedir que obedezca inmediatamente, que cierre el libro, o deje de jugar o de ver televisión en el instante en que se lo ordenamos. A nadie le gusta ser interrumpido cuando está haciendo algo interesante.

Si estamos enseñando al niño a ser independiente y responsable, tenemos que darle oportunidad de decidir, dentro de ciertos márgenes, cuándo y cómo hacer las cosas:

Cuando termine el programa”, “Cuando la manecilla larga del reloj llegue al número tres”; “Las papas sí, las zanahorias no”. Así, el pequeño sentirá que respetamos su tiempo y su autonomía y aprenderá a colaborar con más gusto.

Fuente: Guía para padres de la Consejería de Educación y Cultura del gobierno de Extremadura