El párrafo

El comienzo de párrafo suele estar señalado mediante un sangrado de la primera línea. Según el tamaño del texto y el interlineado, dicho sangrado será mayor o menor.

Para indicar un nuevo párrafo, a menudo no basta con que la señal recaiga sobre el espacio dejado al final de la última línea del párrafo anterior, ya que en algunos casos no queda espacio alguno.

Éste es el caso del texto justificado y del alineado a la derecha. Por supuesto, es fácil que el tipógrafo realice los ajustes necesarios en el texto alineado a la izquierda para fabricar dichos espacios, pero incluso así, si un párrafo no sangrado empieza al principio de una nueva página, pueden surgir dudas sobre si se trata de un nuevo párrafo, con lo que lector se verá obligado a volver atrás y comprobar la última línea de la página anterior.

La probabilidad de que esto constituya un problema regular disminuye a medida que aumenta el número medio de palabras por línea.

Existen alternativas. Si se prefiere un texto sin grietas, puede utilizarse la marca de párrafo (hoy en día se utiliza el calderón [¶]), con lo que se permite que el texto fluya de manera continua.

Sin embargo, una página sin grietas obvias, en concreto una zona de texto amplia, puede presentar un aspecto nada atractivo para el lector.

Como alternativa, los párrafos pueden separarse mediante una línea blanca de espacio. Esto debería reservarse para situaciones en las que la longitud de la línea es más corta.

(Los sangrados con textos alineados a la izquierda pueden comunicar al texto un aspecto descuidado, ya que pueden parecer dentados a ambos extremos).

Los espacios de una línea sugieren una pausa más larga y separan el texto en unas series de «pedazos» más cortos, de forma que deberían reservarse, quizás, para textos de naturaleza más técnica.

De nuevo, esta disposición puede crear dudas sobre si el inicio de una nueva frase al principio de una nueva columna es también el lugar donde comienza un nuevo párrafo. En este libro, cualquier párrafo que no cabe en una columna, es transferido a la siguiente.

Sin embargo, separar los párrafos de esta forma crea problemas de otro tipo, ya que las columnas de texto quedan desiguales.

La excepción a esta regla afecta a los textos de apoyo, como leyendas y material de referencia, que suelen aparecer en un tipo de menor tamaño que el texto principal y, en consecuencia, las longitudes de línea son, en general, más cortas.

En tal material, puede surgir la necesidad de diferenciar entre leyendas y párrafos con leyendas. Con tamaños de tipo pequeños y longitudes de línea cortas, los sangrados pueden no ser visibles para marcar un nuevo párrafo y, tal como se ha mencionado, pueden parecer descuidados en líneas cortas y alineados a la izquierda. Como opción, los espacios de una línea pueden reservarse para distinguir entre leyendas.

En tales Circunstancias, una pequeña cantidad de espacio es suficiente para señalar un nuevo párrafo sin perder la forma general del texto.

Si un párrafo sangrado empieza con unas comillas, el ancho del sangrado deberá reducirse un poco para que el sangrado aparezca, en el aspecto visual, poseer el mismo valor que los demás sangrados. Por supuesto, no es necesario sangrar la primera línea del primer párrafo después de un título o subtítulo.

Fuente: Taller de Tipografía Avanzada de la U de Londres