Algo más sobre percepción

El tema del reconocimiento alfabético siempre ha estado fuertemente ligado al reconocimiento automático llevado a cabo por redes neurales artificiales que explican la percepción.

Como se sabe, éstas se han inspirado en las redes neurales biológicas que podemos definir como conjunto de neuronas que procesan y transmiten señales bioeléctricas.

Hoy está perfectamente establecido que las sinapsis o conexiones entre células pueden variar las fuerzas de conexión de la red directamente relacionada con la importancia de la estimulación y de la atención del sujeto.

En nuestro caso, la fuerza de conexión se correlacionaría con la importancia asignada a los rasgos y a su posterior aprendizaje. Estos rasgos se constituyen en el «encendido» o entrada a una determinada red neural o al «mapa» al que nos referimos al inicio.

Esta tarea es la que lleva justamente a la identificación de uno u otro carácter.

Permitiría también, por ejemplo, aprender alfabetos, reconocer isotipos y, en general, fijar imágenes gráficas.

En este sentido, las señales de entrada a la matriz serán «pesadas» según la importancia asignada a ellas, y por ende, su estudio diferencial aportará nuevos datos al diseño tipográfico.

Un modelo interesante sobre percepción visual ha sido desarrollado últimamente por Grossberg y sus colaboradores, sobre la base de los trabajos electrofisiológicos de De Yoe y Van Essen de 1988.

Este autor señalaba tempranamente, al avanzar en consideraciones neuronales, que diferentes procesos básicos trabajando en paralelo se ponen en acción frente a un hecho perceptivo.

Éstos serían: el condicionamiento clásico, la atención, la espera y la igualación de lo esperado con la imagen perceptiva.

Estos procesos que son realizados por un sistema celular no específico, posteriormente se organizan para cumplir dos tareas básicas: focalizar la atención sobre un evento y captado como una forma nueva o esperada.

La mayoría de los investigadores de la percepción visual reconocen hoy estos principios (Treisman, Gove y Mingolla, 1995).

El trabajo demuestra la atención que indudablemente los observadores tenían que mantener, la espera o tiempo que tardaban en responder y la igualación de lo esperado con la imagen perceptiva previamente inserta en ellos.

Todo este hacer se puso de manifiesto cuando las manchas se convirtieron en letras: la matriz fue corrida para poder probar los distintos «llenados» de la imagen y así poder reconocer el rasgo.

Entonces, los procesos que tienen que ver con la percepción son ejecutados por las áreas corticales correspondientes al sistema visual y por otras posteriores, relacionadas con sistemas de memoria, que en definitiva son las que permiten que los alfabetos adquieran pregnancia, duración en el tiempo, y puedan ser reconocidos en condiciones variables de posición, iluminación, entorno y/o tiempo de presentación, es decir que se constituyan en representaciones invariantes.

Al respecto, de los múltiples problemas con los que se enfrenta hoy el diseño de multimedios, páginas Web y aquellas formas de comunicación visual producidas en pantalla, el de la optimización del reconocimiento de caracteres ti

Resumiendo, cada uno ve lo que sus archivos le permiten. Entonces, los múltiples giros en la evolución del hombre que abren, cierran o entornan puertas, nunca lo hacen en forma definitiva, y aquella frase que Munari expresó en 1975, «[…] cada uno ve lo que sabe […]» encuentra su convalidación en este trabajo.

Fuente: Taller de Tipografía Avanzada de la U de Londres