El niño pequeño y la televisión

En las horas que pasan frente al televisor, los niños aprenden mucho más de lo que nos damos cuenta acerca del mundo y los valores

Aunque existen opiniones a favor y en contra de la televisión, nadie niega su enorme influencia sobre la conducta de los niños.

Los personajes de los programas se vuelven modelos que ellos tratan de imitar; los comerciales les hacen desear objetos que muchas veces no les convienen o que sus padres no podemos darles.

En el niño pequeño este medio tiene un impacto especial

Se necesita mucha estimulación para mantener la atención de los niños en el aparato de televisión. Éste es el motivo por el cual muchos de los programas —educativos o no— dirigidos a los niños pequeños tienen colores y movimientos siempre cambiantes.

Las imágenes son tan rápidas que impiden al niño hacer una observación detenida, y le dejan una impresión superficial.

La televisión es un entretenimiento que exige muy poco

Ante el televisor, el niño se mantiene pasivo, independientemente de lo bueno o malo que sea el programa.

Las series arrojan sobre él escenas casi instantáneas que van pasando sin darle oportunidad de interpretarlas ni de hacer alguna reflexión.

Aunque algunas imágenes parecen lo suficientemente creíbles como para hacer que el niño se sienta ante la realidad, por lo general se trata de informaciones poco elaboradas con una visión incompleta que no lo anima a pensar ni a hacerse preguntas.

Gran parte de los dibujos animados y otros programas dirigidos a los niños poseen una fuerte carga de violencia

En estos programas existe una constante lucha entre héroes y villanos, buenos y malos.

Los chicos aprenden conductas a partir de situaciones imaginarias y las van introduciendo a su vida.

Cuando un niño se expone frecuentemente a este tipo de series se acostumbra a ellas y empieza a ver natural que los conflictos se resuelvan con insultos, golpes o balazos.

Por otro lado, los programas supuestamente graciosos refuerzan comportamientos que pueden herir a otros en la vida real.

Muchos cómicos critican de manera cruel, menosprecian y ponen en ridículo a los demás con poca inteligencia y sin ninguna sensibilidad ni consideración.

La televisión, sin embargo, también puede ampliar los conocimientos de los niños y convertirse en un valioso medio educativo

Existe una variedad de emisiones con información que nuestros abuelos no hubieran ni siquiera soñado.

Permiten enterarnos de cosas a las que de otro modo sería difícil tener acceso, nos dan oportunidad de gozar de imágenes del mundo que sólo los viajeros muy experimentados tienen el privilegio de contemplar.

La televisión tiene un lugar en la vida del niño

De los padres depende el uso que nuestro hijo dé a este medio y el tiempo que le dedique.

Los pequeños que pasan muchas horas viendo la televisión dejan de realizar otras actividades fundamentales para el desarrollo de su cuerpo y de su inteligencia. Lo más triste es que dejan de jugar.

Los niños necesitan una variedad muy amplia y diversa de estímulos: hablar y convivir con diferentes personas —niños y adultos—, correr, trepar, jugar, escuchar cuentos, dibujar.

Todas estas actividades son necesarias. Recordemos que la mayoría de las experiencias valiosas surgen cuando estamos activos y cuando convivimos con otras personas.

Hay muchas maneras de hacer de la televisión una experiencia positiva y valiosa

Al menos una parte del tiempo, debemos ver los programas con el niño para discutirlos en familia y ayudarle a interpretar lo que ve.

Muchos mensajes o imágenes pueden producir en él efectos negativos: preocupaciones, dudas, miedos y pesadillas.

El niño necesita nuestra orientación para elegir programas que le gusten y sean apropiados para su edad y madurez; requiere que le enseñemos a distinguir si son divertidos, ingeniosos y hacen pensar; si plantean temas interesantes, si le presentan sentimientos y situaciones creíbles.

Los padres tenemos la responsabilidad de crear en nuestros hijos, desde pequeños, una actitud selectiva e inteligente con respecto a la información que reciben.

Para educar al niño como espectador consciente y crítico es necesario que los padres nos eduquemos a nosotros mismos

Es indispensable revisar nuestras costumbres respecto a los medios de comunicación.

¿Cuánto tiempo estamos frente al televisor? ¿Nos quita oportunidades de convivir con nuestra pareja y nuestros hijos? ¿Qué clase de programas vemos? ¿Nos benefician y nos dejan algo positivo? ¿Qué mensajes estamos recibiendo? ¿Queremos eso para nuestra familia?

Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones

– Vea la televisión junto con su niño. Platique con él sobre lo que pasó en el programa.

– Establezca, junto con su hijo, una rutina y un horario para ver televisión.

– Ayúdelo a decidir cuáles son los programas que en verdad le interesan, cuáles son apropiados para él y cuáles puede ver cada día.

– Según la edad del niño, fije el tiempo que le está permitido ver la televisión.

– Asegúrese de que la televisión no impida a su niño realizar otras actividades.

– No permita que se acostumbre a ver programas que lo sobreestimulen o lo inquieten.

– Examine con atención los modelos y los valores que proponen los programas que ve su niño.

– Revise sus hábitos para ver televisión. Usted es el ejemplo que sus hijos van a seguir.

– No use la televisión como “niñera” de sus hijos. Invente y propóngales otras actividades: pasear, pintar, contar historias, leer cuentos, organizar juegos de mesa, entre otras.

– Analice con sus hijos los contenidos de los comerciales.

Fuente: Guía para padres de la Consejería de Educación y Cultura del gobierno de Extremadura